Gancia, amiga:

Tengo dicho por aquí que yo obedecí tanto que me fui por obediencia. No te tortures pretendiendo entender. Tengo la impresión de que el secreto para perseverar es que los de arriba vean que no nos creemos del todo la milonga. En cuanto nos ven que, efectivamente, llevamos las orejeras bien prietas y vamos al cien por cien, se temen lo peor y empiezan a ponernos a prueba. Imagina qué sucedería si vamos subiendo escalones y nos encontramos con que la presión que se ejerce sobre los infelices no se vive en las alturas. Imagina que pretendemos poner las cosas en su sitio. Imagina que en ese sitio no caben ellos. Ellos lo saben antes y se cuidan de cerrarte el paso.

Así que, nada de tristezas ni melancolías. Dios está contigo donde vayas y lo único que no perdonará será la desesperanza, el verdadero pecado de Judas.

Que sepas que has ganado muchos amigos desde ya, que no vamos a consentir que te quedes sola. Autorizo a los orejas a disponer de mi dirección electrónica y de mi persona para lo que quieras.

Un fuerte abrazo.

Kaiser