Ya estoy fuera, libre de toda culpa y cargo.- Marina
Fecha Monday, 05 December 2005
Tema 020. Irse de la Obra


Queridos Orejas:
 
Muchas gracias, Luis, por tus palabras de aliento. Me consta que tienes razón -que la vida fuera del Opus Dei es vida de verdad- porque han pasado ya unos meses desde que escribí mi carta pidiendo la dispensa de los compromisos de la Fidelidad, y lo único que he notado hasta ahora es que empiezo a ser una mujer normal. ¡Y lo celebro!
 
Sólo para que los Orejas que me ayudaron con sus rezos o, simplemente, con su cariño, estén al tanto, les cuento que ya me comunicaron que el Padre me concedió la dispensa de los compromisos de la Fidelidad, con lo cual... ya estoy fuera, libre de toda culpa y cargo.
 
Como imaginaban bien algunos, no fue tan fácil: intentaron que redactara otra carta "más desapasionada, menos rencorosa" (sic); me negué con dos palabras -ni loca-; me dieron largas con la excusa de que el Padre me pedía que lo pensara un poco mejor, a lo que contesté que no escribiría de nuevo y que "lo escrito, escrito está", y que pesaría sobre las conciencias de las directoras y del Padre y de quien fuera si yo no cumplía con los compromisos de los que estaba pidiendo que me liberaran... En fin, unos días después acabaron por llamarme de nuevo a la delegación para decirme que ya estaba liberada de esos compromisos (ni me entregaron ni me leyeron nada), así que le di dos besos a la directora, hice una genuflexión -quizá exageradamente pausada, lo reconozco- en el oratorio, y me fui... Después me llamaron para decirme si quería continuar como cooperadora -se ve que se habían olvidado de esa formalidad- y ya pueden imaginar cuál fue mi respuesta.
 
Encontré trabajo relativamente pronto, y hoy vivo sola, después de unas primeras semanas en las que estuve en el piso de una amiga solidaria. No sabía que había tantas cuentas por pagar a fin de mes, pero veo que puedo con ellas, aunque no me sobre un dineral después de cumplir con tantos acreedores.
 
Hice cosas absurdas como comprarme algo de ropa sin necesitarla estrictamente, cortarme el pelo dos veces en quince días, ver dos veces la misma película (en un cine!!!), y hasta me bebí una cerveza en un bar con una amiga... con el consiguiente mareo por la falta de costumbre. Nada del otro mundo. Mejor dicho: todas cosas de este mundo, que me estaban vedadas, igual que a una carmelita.
 
Cuando tenga una idea clara sobre todo esto que vivo, la escribiré en la Web. Por ahora, sólo eso: que soy normal, que disfruto de las cosas normales, y que inicio el largo camino de enterarme de qué me gusta... menuda tarea. Y que si alguien no se va porque tiene miedo de qué sucede el día después, que sepa que pasan muchas cosas, y que eso es lo bueno.
 
Un beso a todos,
 
Marina








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