Querido Nemrod:
Sostiene un entrañable amigo mío que actualmente en la institución hay tres tipos de numerarios. Los que integran la burocracia, aquellos que no tienen donde ir porque dependen del favor prelaticio y finalmente, un grupo mínimo sufriente que espera cambios institucionales de envergadura tales como sustraer de los consejos locales la dirección espiritual de los numerarios. Aparentemente, estarías en el tercer grupo y ello merece mi respeto.
Acusas a los que nos hemos ido de la Obra como gente que, entre otras cosas, ha fallado en la oración y en consecuencia en su unión con Jesucristo.
Lamento no compartir este punto de vista. El trípode compuesto por “oración – voluntad de Dios - permanencia en la Prelatura” resulta demasiado mecánico, demasiado simple. Se apoya en concebir la Providencia en las manos exclusivas y excluyentes de la Prelatura y lo que se sale de allí resulta una fractura, un claro error que se atribuye siempre a quienes nos retiramos de la institución.
Se trata de una postura que es consecuencia de una espiritualidad megalómana que se presenta como la única versión de la Providencia de Dios para quienes pertenecimos a la Obra.
En mi caso personal, no tengo reparos en comentarte, que fue la oración la que, finalmente, me dio la libertad suficiente para irme de la Obra.
Aunque te resulte difícil de creer para mí las consecuencias de la oración fueron distintas, basta de puños apretados y cuchillos entre los dientes, sino la serenidad, la paz y la alegría de saber que el Señor no abandona a sus hijos.
Cordialmente;
Segundo