La Universidad de Navarra (Cap.2 de 'Apuntes para una historia...').- Itaca
Fecha Monday, 21 November 2005
Tema 010. Testimonios


LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Perdonadme el desorden, pero me van viniendo las ideas a la cabeza sin demasiado orden ni concierto. Han pasado tantos años....

Primero he de hacer una advertencia cronológica: en mi escrito anterior me remontaba al año 1960, cuando empecé mis estudios en Pamplona.

¿Cómo era la universidad de Navarra - el Estudio General de Navarra, Studium Generale Navarrae, tengo la “carta de identidad escolar” ante mis ojos- en aquellos años?

Recuerdo mi primer viaje a Pamplona, en el verano de 1960, para inscribirme en la universidad y en el colegio mayor donde iba a vivir. Estaba pasando parte de mis vacaciones de verano en Logroño, con la familia de mi madre, y aproveché la ocasión para concretar la matrícula. Me acompañó un primo mío y fuimos en Vespa de Logroño a Pamplona: 150 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Recuerdo los campos secos, agostados, rojizos, a lo largo del trayecto y mi temor: yo era persona de mar azul, de horizontes sin límite, de playas abiertas, y aquel secarral me devenía hostil. Pero ¡fuera miedos! Tenía una determinación y la cumpliría.

Yo no llevaba la dirección de la universidad: me parecía evidente que, preguntando a cualquiera, me indicarían el camino. Bueno, primer problema: después de preguntar a una docena de personas, y de advertir sus caras de total ignorancia, comprendí que la universidad de Navarra no era demasiado conocida por aquellos pagos. Me estrujé la memoria y recordé que estaba, o algo así, cerca de un museo. Pregunté por el museo: sí, había uno cerca del ayuntamiento. Y aterricé en el museo carlista, en un edificio viejo y polvoriento. No, no era allí, a Dios gracias (yo comenzaba a tener el corazón en un puño) pero aproveché para visitarlo y mejorar mi conocimiento del carlismo, que era bastante limitado.A la salida, mi primo –mayor y más inteligente que yo- hizo la pregunta oportuna: ¿hay otro museo en la ciudad? ¡¡Sí!! El museo de Navarra, a poca distancia de allí.

Subimos hacia arriba, al lado de la cuesta de Santo Domingo, hasta llegar a una portalada señorial de estilo plateresco: la había mandado construir Carlos V. Eso ya prometía. Entramos. Después de un patio, un edificio moderno y blanco. Vale, adentro: un conserje.— “Perdone, ¿la universidad? —Sí, en el cuarto piso.

¿Una universidad en un piso? Pues sí, exactamente así: las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras del Studium Generale Navarrae consistían en cuatro aulas y un vestíbulo, donde estaba instalada la Secretaría General. Me atendió Braulio San Juan, una de las personas más amables y encantadoras que he conocido en mi vida, un auténtico pilar de la institución, amable, cordial, resolutivo: desde aquí le dedico mi homenaje y mi recuerdo cordial: Braulio era, verdaderamente, la universidad de Navarra.

Me explicó que las clases de Periodismo se daban a la Cámara de Comptos, un edificio gótico del siglo XV bellísimo. En las piedras de sus paredes apoyé mi cabeza para dormitar beatíficamente durante las clases de Religión de don Fernando Blasi, tan erudito como soporífico... El fue el culpable de que me fuera al cine tantos días, a la sesión de las cinco de la tarde, en el gallinero. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos.


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