De nuevo sobre supernumerarios. (En español).- Marypt
Fecha Friday, 11 November 2005
Tema 078. Supernumerarios_as


A) La vida cotidiana

 

1. Isabel Nath (7 de noviembre) escribió un texto conmovedor sobre las dificultades de la vida de los supernumerarios y supernumerarias, y acertó de lleno en muchas de las situaciones que ocurren en la realidad.

 

No es la primera vez –ni será la última- que manifiesto mi especial adhesión a los textos de algunas participantes femeninas en la web, con cuyo “estilo de reflexión y de escritura” me identifico especialmente. Isabel Nath, pero también Aquilina, Carmen Charo y, naturalmente, Agustina. Aunque con los matices personales de cada una, todas escriben con mucho sentido del equilibrio, de forma ponderada y sensata que me es muy apreciada. Sin extremismos en relación que la forma de encarar el fenómeno “opus dei” suscita...



Claro que hay también representantes del sexo masculino cuyos textos poseen estas cualidades, pero, de una forma general, son menos constantes...

 

2. De esta forma, el texto de Isabel me movió para volver a insistir en algunos puntos que traté en escritos anteriores y tal vez, a procurar decir algo que todavía no haya “hablado” en esos numerosos y largos textos cuya publicación inicié en octubre de 2004.

 

Uno de esos aspecto –que está reflejado en el texto de Isabel- pero del cual mis amigos que fueron numerarios/as y agregados/as nunca le prestan mucha atención, es el siguiente: la separación interna de la obra en dos secciones no es sólo un síntoma de no actualización, sino que constituye para los miembros supernumerarios, para los cooperadores y para todos los que participan en las actividades de la obra sin un compromiso de celibato, una enorme fuente de complicaciones:

 

a) Si ambos miembros del matrimonio pertenecen a la institución o frecuentan sus medios de formación, pasan el tiempo “artificialmente” separados uno del otro: círculos, retiros mensuales, retiros anuales, convivencias, todo se hace por separado y por “duplicado”... lo que tiene como consecuencia muy grave que los miembros del matrimonio no aprenden a tener una vida religiosa unida (de matrimonio y de familia), sino paralela o yuxtapuesta, lo que es muy diferente. Por experiencia personal, sé que hay movimientos e iniciativas en la Iglesia mucho más simples y que disponen de medios aunque más reducidos, pero que son muchísimos más positivos a la hora de ayudar a los casados y a las familias cristianas, simplemente porque se adaptan a la realidad de la vida, mientras que la obra obliga a los casados y a las familias a adaptarse a su estructura interna ¡que fue creada pensando en los miembros solteros!

 

b) Si unos de los miembros del matrimonio es supernumerario/a o cooperador/a, la situación no mejora nada, al contrario. La tendencia será que esta persona “construya una vida aparte” en la que no participan o su cónyuge o sus hijos. En el plano de la formación religiosa y de las prácticas de piedad tenderá a apartarse cada vez más de la vida de los otros miembros de la familia; en algunos casos, conseguirá, a fuerza de insistir, conducir al respectivo marido o esposa a participar en las actividades de los centros de la “otra sección” pero se mantiene siempre la sensación de que las cosas suenan a falso, porque, en verdad, no surgen de forma natural. Lo mismo sucederá con los hijos y también aquí la separación de sexos en los colegios y en los clubes tienen sus consecuencias. ¡Cuántas familias hay en mi ciudad que –teniendo hijos e hijas-, en cierto momento deparan que hay como un “foso” entre la formación de unos y de otras porque, por ejemplo, por la distancia a la que se encuentra el colegio femenino del masculino, sólo llevan a los más pequeños, mientras que a los otros los llevan a una escuela pública o a una escuela no confesional que queda cerca de casa!

 

c) Estas discrepancias –admitiendo que fuese positiva la opción de recibir formación en la obra- acaban por tener enormes consecuencias. A nivel de los hijos, conozco casos en que los dos niños “hacen planteamientos doctrinales” durante las comidas, mientras que la hermana apenas sabe los rudimentos de la catequesis...

 

En lo que se refiere al equilibro entre marido y mujer... –como tan bien plantea Isabel Nath- los riesgos son mayores. Todos los casados saben bien cómo la relación hombre/mujer exige una serie de cualidades para que vaya por buen camino. Imaginaros ahora la situación de un supernumerario que tiene que imponer a la mujer situaciones como las siguientes:

 

- Para no coincidir con los horarios laborales, el círculo semanal está señalado para los martes, a las 22 horas durante todo el año; la mujer que nunca supo qué es un “círculo” ni por qué es tan importante, protesta todas las semanas porque se tiene que quedar sola con los niños de 2, 4 y 5 años (por ejemplo); peor todavía cuando el día del círculo coincide con el día de su cumpleaños o del aniversario de boda, y el marido le explica que “su director le es tan importante que blá, blá, blá”...

 

- Si los sábados por la mañana es el único día en que los críos pueden ir a natación, desgraciadamente es también el día en que el marido supernumerario se puede confesar. Después de nueve semanas de llevar sola a los niños, la mujer pregunta al marido por qué es necesario confesarse todas las semanas;  si es para pedir perdón por la falta de apoyo que él le da a ella precisamente ¡porque la deja sola para irse a confesar!

 

- El retiro anual y la convivencia anual, entonces, ¡son “dramas absolutos”! Son la principal fuente de discusión entre ambos: “¡¿Cómo es posible que desde hace tres años no tengamos tiempo para pasar un fin de semana los dos solos en un pequeño hotel en el campo y tú te las arreglas de manera que todos los años te vas a una “mansión” de 5 estrellas para que te “retires”?! “En las vacaciones de verano, es inadmisible que de las dos o tres semanas de vacaciones que te dan el trabajo dediques una semana entera al “opus dei” y las sobran se quedan para mí y para los niños...”!

 

3. Por este tipo de situaciones que son bien reales, se comprende que en matrimonios que en sólo uno es adepto a la obra, ésta constituya para el otro el ¡“principal enemigo”!. No puedo decir que, de por sí, este hecho sea causa para la desgracia de los matrimonios, porque al mismo tiempo, los directores reducen la presión si los “síntomas negativos” aumentan... Pero, sin duda que en muchos casos, la obra es la principal causa para que el matrimonio no esté unido y feliz. Hay algo esencial –la comunión de ideales, de objetivos, de actividades, de metas-, que queda fuertemente comprometido.

 

(continuará)

Marypt

 

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