Dirección espiritual y 'gobierno'. (En español).- Frida
Fecha Wednesday, 09 November 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


A propósito de la confusión entre “gobierno” y dirección espiritual, quiero contar cómo esta praxis casi me envió al manicomio.

 

En el segundo año del centro de estudios, fui llevada a una neuróloga a causa del insomnio y de un dolor de cabeza persistente. Ya en la segunda conversación, la doctora me dijo que yo sufría porque sólo estaba en la Obra por deber y que tendría que reflexionar sobre mi presunta vocación para hablar de ello en la siguiente cita.

 

Me sentí muy animada por aquellas palabra y, de vuelta al centro, me precipité al confesionario para contárselo todo a mi director espiritual. El sacerdote me dijo que estaba de acuerdo con la neuróloga y que meditara sobre el tema “vocación”: sustancialmente, me daba permiso para ponerla en duda y de razonar, finalmente, con mi cabeza.

 

La directora, en cambio, no pensó del mismo modo y me dijo, inflexible, que la vocación no se tocaba por ningún motivo y que la médico no tenía ningún derecho a hablarme de aquella forma. Volví al sacerdote bastante confusa porque no sabía qué hacer. Grande fue mi sorpresa al ver que, mientras tanto, él había cambiado completamente de idea: no sólo apoyaba la línea de la directora, sino que declaró no haber compartido nunca la idea de la médico. Yo le había comprendido mal. Punto y basta.

 

Salí del confesionario con la cabeza que me daba vueltas y entré al oratorio pensado: “Jesús, aquí yo me vuelvo loca”.

 

Para estar tranquila, obedecí y evité tocar el argumento tan controvertido. Y, conmigo, hicieron lo mismo el sacerdote, la directora y también la médico que, desde entonces, se limitó a prescribirme fármacos para el insomnio y el dolor de cabeza. En aquel momento, mi cuerpo reaccionó con una ausencia de apetito (como una huelga de hambre).

 

No tengo motivo de resentimiento hacia las personas singulares, de las que conozco la buena fe, pero encuentro bastante aberrante esta costumbre de dirigir a la gente, pisando los más elementales derechos humanos: el de tener una intimidad y una discreción inviolable. Y también es por esto que he firmado la carta al Vaticano, incluso no encontrándola perfecta.

 

Un saludo a todos,

Frida









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