Muchas gracias por la felicitación de mi cumpleaños. Muy sugerente lo de 69 pero son más años aunque todavía puedo bailar, algo que me molestó dejar al entrar y recuperé enseguida al salir.
Aprovechando la ocasión, me gustaría contaros el proceso de confección, entrega y publicidad de la declaración que llevé al Vaticano.
A partir de mi ponencia en el congreso de sectas en el mes de julio pasado, y de un par de almuerzos con ex surgió la idea de empezar a airear la problemática, un punto de partida de posteriores formalidades públicas. Le íbamos dando forma entre varios aunque yo fui el escribano final y el portador porque coincidía con un viaje profesional a Roma. Durante su redacción, la carta se iba haciendo más y más eclesiástica, yo estaba, y estoy, más interesado en las violaciones de derechos humanos pero los canonistas me convencieron de que si la Iglesia era la destinataria era mejor hacerla como finalmente quedó.
Mientras tanto se producían las adhesiones a la primera redacción, vehiculadas a través de la web y quiero agradecer a Agustina su paciencia al respecto y sus ánimos. Los firmantes tuvieron poco tiempo para opinar sobre la última redacción pero ninguno se borró.
Llevé el documento a los cuatro dicasterios que me aconsejaron, acompañados de una carta personal mía, con mis señas por si querían contestarnos. Nadie me dio un recibo e incluso un monseñor me dijo si es que yo no me fiaba de él.
Precavido por algunos de que el Opus podría intentar hacer desaparecer el documento gracias a su presencia en la Curia, decidí hablar con los de Religión digital y se lo di con el título “Ex miembros solicitan de la Santa Sede una investigación sobre el Opus Dei”. Luego ellos añadieron lo de los 40 numerarios, algo más morboso, aunque inexacto, como alguno de vosotros ha dicho.
Efectivamente, la publicación en Religión digital ha causado sus efectos, varios obispos se han interesado, casi dos mil lectores, enfurecimiento de los opusdeistas, lo previsible, pero en todo caso la Iglesia y el Opus saben que no pueden ocultar el hecho.
Por cierto, se me ocurrió llevarle una copia a Fernando Ocáriz que me recibió en Bruno Buozzi. Conversación tan cortés como inútil. Y para desengrasar me fui a cenar con Elena (Aquilina) a una simpatica trattoria.
Es un modesto punto de partida aunque creo que lo más importante ocurrirá en la jurisdicción civil. Así ha ocurrido con la pederastia sacerdotal en América. ¿Y qué es lo que practica el Opus con los niños que recluta sino una forma de pederastia espiritual?
Un abrazo
Alberto Moncada
