Escribo desde Caracas. No domino este teclado, asi que ruego disculpas por los acentos que sacrificare en delante. Visita de alto standing en Caurimare, barrio de alto standing. Inmarcesible vista desde el porche de la casa de mis anfitriones del monte del Avila, cuya imponente silueta se cierne sobre la ciudad como una inquietante amenaza. A nuestros pies se extiende, como un viejo animal herido,  el aeropuerto de La Carlota, antes abierto al publico y reservado ahora al satrapa en pirueta inusitada de liberalidad socialista.

Atardece bajo el rumor incesante del trafago rodado. Una sutil y efimera claridad asesina el fulgor del dia y agoniza de inmediato jugueteando con la silueta de las plantas del jardin, que se recortan en desorden y se agitan levemente, como si quisieran advertirme de algo. Gira la conversacion hacia un paisaje desolado de sinsentidos. Nadie vuelca su intimidad. Todos inquieren. Mi mujer se inquieta. La claridad casi insultante en que se cierra el dia se torna timidamente rosada y, apenas sin rastro,  oscurece y se da al olvido en toda su belleza, como una joven triste porque nadie la ama y turbada ,a la vez, ante la eventualidad de que alguien pudiera romperla y le robe la magia. La noche es la señal. Me levanto. Despedidas apresuradas. Lamentos a medio parir. Promesas de verse nunca. Besamanos. Cumplidos. Una mujer hermosa, como toda venezolana, se acerca a mi, camino ya de la puerta:

- Cuantos hijos tienes?.

- Seis.

 Noche cerrada. Aborda a mi mujer. Hace un aparte y se oye:

- Sois del Opus?.

- El del Opus es el.- Mintio la bellaca, precipitandose al coche y dejandomela de nuevo en suerte.

- Oye, eres del Opus?.

- Fui -accedo gentil y deseoso de zanjar en seco la cuestion- numerario.

-Ah, yo conozco a una monja del Opus!... Y numerario que es?

-Pues eso, monje, monje...

- Y conozco a otra que se salio y a otra que esta casada, o sea, medio monja, vaya.

-Me alegro. Dales recuerdos. Un abrazo. Encantado.

Nuestro anfitrion al volante recortaba ya la redoma frente a la casa rescatandonos misericordioso del asedio. De haber ido yo solo, habria intentado saber de aquella de la que dijo saber que se habia salido. Interesarme por como estaba, si era posible verla... Pero todo se lo llevo la monja. Monja del Opus bautizada. No pudimos dejar de reir. Tantos y tantos esfuerzos desperdiciados. Tanta y tanta gente valiosa entregada a la causa de matizar, acomodar, encajar el espiritu sutil en un armario canonico... y la claridad meridiana con que la gente ilumina las cosas, con ese incorregible empecinamiento en embadurnarlo todo groseramente: ya sabeis todas lo que sois, monjas del Opus. Incluso, alguna medio monja hay, que es que estos del Opus estan en todo.

Kaiser