Capítulo 9 de '34 años sin vocación'.- Nacho Fernández
Fecha Monday, 31 October 2005
Tema 060. Libertad, coacción, control


UN CONTROL MINUCIOSO

Capítulo 9 de "34 AÑOS SIN VOCACIÓN"

 

    El fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá, solía decir que la Obra es una gran familia con vínculos más fuertes que los de la sangre. Así se te transmite tan pronto como escribes la carta de incorporación como numerario o como agregado. En los supernumerarios no se hace tanto hincapié en este punto. Conforme pasa el tiempo dentro de la prelatura te das cuenta que existen hechos que desdicen a la supuesta familia, como el control minucioso que se lleva de todo lo que realiza.

 

   Conforme va pasando el tiempo dentro del Opus Dei te das cuenta que hasta lo más ínfimo está controlado. Por eso defendía el fundador la necesidad de vivir las cosas pequeñas. Claro que cuando se trata del funcionamiento de la Obra no se pasa ni una, pues todo debe funcionar como una gran empresa todos coordinados bajo la batuta del que ellos denominan “Padre” y todos los directores que existen desde esa “cima” que existe en Roma y que va bajando según se llega a los distintos países (ellos les denominan “regiones”), delegaciones y centros...



    En cualquier centro del Opus Dei existen numerosas fichas para llevar ese control minucioso, que luego se envía de abajo a arriba. Cada meditación, tanto interna como externa, está rigurosamente controlada. La charla o charlas que imparten el sacerdote y algún laico no son espontáneas. Existe un guión que viene de la delegación, la comisión (los hombres) o asesoría regional (las mujeres) o el consejo general (los hombres) o asesoría central (las mujeres). La persona que la imparte aportará algún ejemplo, pero la sustancia de lo que se debe decir poco se puede cambiar. Esto explica la escasa aportación que hacen los miembros de la Obra en las diversas parcelas de la vida.

 

   Una vez que se han impartido esas charlas, los directores o las personas que llevan la dirección espiritual suelen preguntar a los que no son de la Obra o a los de la Obra más jóvenes qué les pareció la plática o comentario y qué les llamó más la atención. Es una manera de descubrir y controlar a la persona. El que ha tomado notas o tiene una gran capacidad de captar el pensamiento puede ofrecer una lección, que luego se tiene en cuenta a la hora de plantear un posible “pitaje” o incorporación a la prelatura. Si se ve que la persona entrevistada no ha entendido todo, se le insiste en el “mensaje” que se quería transmitir o en la consigna que previamente se ha determinado con los directores superiores.

 

   Lo que acabo de decir de un retiro o meditación  se puede aplicar también  cualquier “círculo” o convivencia. Nada es espontáneo. Hasta los invitados a las tertulias después del almuerzo tienen clara la idea de transmitir la doctrina que impera en el Opus Dei en ese momento. El invitado se ha preparado previamente en la oración o en su despacho de trabajo lo que va a decir, con el fin de que “aproveche” a los demás. Más de una vez he salido de una tertulia diciendo que, si bien había intervenido un laico, aquello había sido más bien una meditación que podía dar cualquier sacerdote de la Obra. “Vaya rollo”, he exclamado yo muchas veces para mis adentros, después de haber estado en una tertulia. Existen veces que hasta los invitados a las tertulias sacan la agenda y leen una frase, que procede de un documento o revista internos (‘Crónica’ y ‘Obras’). Es una manera de adoctrinar.

 

   Por supuesto que la mayor parte de  las charlas de los Círculos de San Rafael (jóvenes no de la Obra) y de San Gabriel (mayores y casados) también tienen guiones a los que se deben ceñir los que van a ofrecerlas. Alguna vez, ante la abundancia de círculos en un centro, puede ocurrir que dos “mayores” del Opus Dei coincidan y uno deba esperar a que termine el otro para ponerse a preparar su futura intervención. Una vez se ha impartido la clase se debe informar al consejo local (director, subdirector, secretario y sacerdote) sobre las posibles novedades e intervenciones de los asistentes, que algunas veces interrumpen, cuando eso no está previsto.

 

   Ahí no queda el control. Los numerarios, agregados y supernumerarios que no tienen puestos de responsabilidad en los centros luego deben hablar en la dirección espiritual  personal –llamada “charla” o “confidencia”—sobre lo que se le ha dicho. El director del círculo debe hablar con los de “fuera” sobre lo que les ha llamado la atención. Eso es otra forma de dirección espiritual y da paso a meterse en la vida de los asistentes en todos los campos. Es muy frecuente que a los jóvenes se les pregunte si se masturban, pues no puede incorporarse al Opus Dei una persona que realiza esta práctica habitualmente. Algún amigo mío que fue chico de San Rafael me ha explicado ahora la pesadez del director del centro cuando, después de haberlo hablado anteriormente,  pasados los días le volvía a preguntar por lo mismo.

 

   El Opus Dei dice que no le gustan los números, que lo que quiere es la santificación de las personas. Cualquier curso anual, curso de retiro (es el nombre moderno, pues antes se llamaban Ejercicios Espirituales, una manera de diferenciarse de la Compañía de Jesús), convivencia, círculo, meditación o dirección espiritual cuenta con la correspondiente estadística de números y de asistentes. Un ejemplo: cada vez que termina una meditación de los sábados en un centro, el secretario y el encargado de la estadística pregunta a los de la Obra los nombres de sus amigos. Estos datos luego se incorporan a una ficha, con nombre, apellidos, dirección, teléfono, nombre de los padres, carrera que estudia o dedicación profesional y… los círculos, meditaciones y demás actividades a los que ha ido. Si alguien se va de la Obra luego se tienen datos de sus amigos, que son tratados por otros. Al final de mes, esos nombres se envían a las delegaciones del Opus Dei. No se lo que se hace más arriba con esos datos.

 

   Los numerarios y agregados de la Obra padecen otro control riguroso. Es la llamada “cuenta de gastos” que deben entregar al final de mes al director, en la que figuran casillas con las entradas y las salidas del dinero que se han gastado. Esta es una de las cosas que más me costó durante los 34 años que pertenecí al Opus Dei. Debe anotarse desde los gastos de autobús o metro, la gasolina para el coche, los desayunos y almuerzos, los periódicos, el tabaco (si fumas) y si has invitado a tomar una copa a algún amigo. Los directores de la prelatura suelen aconsejar el “apostolado del no dar”, pues, según ellos, así se prueba su generosidad. Todo ello puede derivar en que los de la Obra tengan fama de tacaños. Si se produce un caso de éstos, los responsables opusimos le echan la culpa al numerario o agregado que no ha vivido bien el espíritu.

 

   La compra de trajes y artículos de primera necesidad debe hacerse por el que lo necesita, acompañado por otro de la Obra que tenga “criterio”. Antes debe consultarse el  correspondiente gasto al director. Se suele ir a los sitios que tienen rebajas y así el dinero “luce” mucho más. No está  previsto que uno de la obra tenga más de dos trajes en invierno o otros dos en verano, salvo que goce de una buena posición. También están previstas una o dos chaquetas y dos o tres pantalones que combinen con ellas. En camisas sucede algo parecido.

 

   Si algo no te es necesario debes entregarlo en dirección, que, a su vez, lo entrega a otro de la Obra que lo necesite. Más de una vez te sorprendes cuando, el Día de Reyes, una cosa tuya es entregada a otro. Yo tengo un abrecartas de plata con el nombre del miembro de la prelatura al que sus alumnos decidieron homenajear y se desprendió de él. Esto parece muy bonito, pero lo que no me parece tan bien es que existan directores, por ejemplo, con corbatas de grandes firmas. Igual son regalos que se han hecho a otros y, como me sucedió a mi con el abrecartas de plata, se las han entregado a ellos.

 

            NACHO FERNÁNDEZ

 

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