Otra experiencia que quiero compartir.- Ana Azanza
Fecha Friday, 28 October 2005
Tema 100. Aspectos sociológicos


Hola Orejas,
 
brevemente, hemos tratado a veces el tema de si es posible la filosofía en el opus dei. No quiero escribir una conferencia, sólo contar lo que noto que me está pasando.
 
Cuando era numeraria la última palabra sobre lo divino y lo humano era siempre Escrivá, escuchara a quien escuchara o leyera lo que leyera, el fondo de lo que yo pensaba, porque así fui formada, es que si ese filósofo decía algo que merecía la pena, en el opus dei ya se sabía y con más seguridad, pues "nuestro padre" era una persona distinguida por la providencia para iluminar la iglesia y el mundo.
 
En los libros de los pretendidos filósofos opus observo a veces cosas parecidas. Por ejemplo, Mariano Artigas en "La mente del universo", libro sobre filosofía de la ciencia, se descuelga en el último capítulo con una referencia a la homilía de octubre de 1967 en el campus de Pamplona.
 
Cualquier especialista en el campo citado, "filosofía de la ciencia", sabe de sobra que Escrivá no es un autor que haya aportado absolutamente nada a esa rama del saber. Ni a ninguna otra de la filosofía. SIn embargo se cita puesto que es una palabra privilegiada en la mente del autor del libro.
 
Me doy cuenta de que, en el pasado, cuando leía autores no opus había una especie de tapón mental que hacía que no me enterara de nada. No podía comprender otros pensamientos que no tuvieran que ver con aquel en qué fui adoctrinada. De hecho, no tenía casi ni curiosidad. Hoy sé que mi ignorancia al salir del opus era oceánica, intento remediarla lo mejor que puedo. Y en esa medida, miro hacia atrás y casi tengo miedo de la estrechez mental en la que estuve metida, con recetas para cualquier gran misterio de la vida. Me asusto de la cantidad de autores tanto literarios como filosóficos, como de ensayo que ni siquiera miraba porque estaba programada para un pensamiento unidireccional, unívoco, monorraíl.
 
Me ha venido este pensamiento porque hoy por hoy me resulta alucinante pensar que hay un lugar en el mundo en el que para leer Tartufo, de Molière hay que pedir permiso, y que yo estuve en ese lugar. Cuando Molière es, sin más, una de las cumbres literarias de la humanidad.
 
un abrazo
Ana Azanza








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