La singular diferencia entre cristianos y miembros del Opus Dei.- Diogneto
Fecha Friday, 21 October 2005
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Queridos amigos sin luz propia, satélites desangelados y envueltos en oscuras sombras que deambuláis en erráticas órbitas alrededor del divino Maestro, como meros discípulos de Cristo:

Gozad y ved, apagados hermanos, este hermoso párrafo donde el gran teólogo de lo ordinario nos ilumina, con docta ciencia, profundo conocimiento del mensaje de Jesucristo y delicadísima sensibilidad sobre nuestra oscura, tétrica y apagada condición de simples cristianos. Desde las tinieblas, acerquémonos a ese neoalejandrino faro de sabiduría y, dócilmente, rindiendo nuestro juicio, dejémonos bañar por los haces del soberbio aporte de conocimiento sobre la oscura, grisácea, triste y estéril condición de cristianos. Leed, no os quedéis a dos velas:

«¿Tú has visto un farol encendido? ¿Y otro sin encender? Son iguales, pero uno tiene luz y el otro no. Pues el farol encendido, ése es del Opus Dei. ¿Está claro? De modo que un cristiano es igual a otro cristiano, pero si se le enciende una luz dentro... y responde, y no la apaga, ése es del Opus Dei. Ésa es la diferencia: que da luz, que da calor, que atrae»

(Palabras de San Josemaría, en una tertulia en Brasil, el 26-V-1974, cit en o.c., cit. p. 173ss).

¡Está claro! Tras esta preclara, brillante y lúcida definición, tenemos esta otra, más humilde y sencilla, referida a TODOS los cristianos:

Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa. Brille vuestra luz ante los hombres, de modo que, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo. Mt 5, 15.

El ojo suministra luz a todo el cuerpo. Si tus miras son generosas, el cuerpo entero será luminoso; pero si son tacañas, también el cuerpo será tenebroso. Procura que tu fuente de luz no quede oscura. Lc 11, 34-35

( Palabras de Jesús de Nazaret, hijo de un carpintero, en una tertulia en el monte de las bienaventuranzas. Sobre el año 40 de nuestra era. )

Por mi parte, na más, ¡que hoy me faltan luces! El que tenga ojos, que vea, ut videam ¡¡ Adelante con los faroles !!

Diogneto









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