Los mil y un Opus Dei. Cap. 7 de 'Consejos a un joven...'.- Iván
Fecha Friday, 14 October 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


Los Mil Y Un Opus Dei

Capítulo 7 de "Consejos a un joven del Opus Dei"

 

Iván, 14 de octubre de 2005

 

Para que diversas personas puedan opinar, juzgar o sacar conclusiones sobre algo es imprescindible la permanencia objetiva del objeto de su estudio.

 

Sí se desean conocer las opiniones de tres expertos en pintura sobre un determinado óleo, es del todo necesario que esas personas contemplen el mismo cuadro. Sí bajo el mismo título le presentamos al primero de los peritos un bodegón que hemos pintado nosotros, al segundo un paisaje realizado por un amigo y al tercero el retrato anónimo de una joven que hemos comprado en un rastrillo, las conclusiones que ellos emitan no coincidirán en nada, parecerá el trabajo de tres esquizofrénicos profundos. El nombre del cuadro peritado por los tres coincide, pero no lo que concluyen sobre él, puesto que el objeto que cada uno estudió fue distinto al de los otros.

 

Exceptuando a las asociaciones delictivas, sociedades secretas y sectas destructivas, cualquier otra institución o relación laboral u orden religiosa, es transparente, es decir, que quien lo desee puede conocer en cualquier momento todo lo que necesita saber sobre ellas: sus constituciones, el tiempo y modo de dedicación que exigen, sus sistemas de traslados, la forma de incorporarse o de abandonarlas, etc. En resumen, se muestran siempre y para todos con permanencia objetiva, en su totalidad, tal y como son...



Por ejemplo, todos conocen sus derechos y obligaciones laborales, porque figuran en su contrato de trabajo, lo que lleva consigo que sólo con leerlo es visto por todo el mundo de igual manera. Por eso se pueden denunciar abusos de la patronal o justificar despidos por incumplimientos del trabajador.

 

Al que desea trabajar en el ministerio de Hacienda no se le dice: usted se incorpora, que después ya le diremos cuando comienza y termina su horario laboral y la tarea que va a realizar y el periodo de sus vacaciones anuales..., sino que sabe previamente que va a cubrir un puesto de administrativo y no de portero ni limpiador, con un horario de 9 a 17, que dispone de una hora libre para comer, con unas vacaciones anuales de un mes, etc.

 

Sí alguien se interesa por las Constituciones de los Agustinos, por citar un ejemplo que conozco, para obtenerlas sólo tiene que acudir a uno de sus monasterios y solicitarlas. Eso permite que quien se consagre en esa Orden sabe de antemano todos sus derechos y obligaciones para con ella. Por lo tanto sólo puede haber una Orden de Agustinos: la que se corresponde con lo que ella muestra a todos.

 

Pero eso no ocurre con el Opus Dei, que se manifiesta a cada persona de una manera distinta. Por lo que hay tantos Opus Dei como personas se ponen en contacto con él.

 

Antes de incorporarte a la Obra no te facilitan sus estatutos, cuáles van a ser tus obligaciones, tu forma de vida en él, etc., sino que los directores te lo van desvelando poco a poco, sobre la marcha, cuando viene a cuento hacerlo. Así, al mes de haber pitado  te enteras de que no puedes ir al cine, a los ocho de que has de usar dos horas al día el cilicio, al año (una numeraria) de que ha de dormir hasta los 40 años sobre una tabla, cuando vas a la primera convivencia descubres que tu correspondencia tiene que ser leída y controlada por el director, etc.

 

Para complicarlo aún más, esas directrices varían según el país y a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en España los numerarios y agregados no pueden usar tarjetas de crédito y en Norteamérica sí. Y quizás también en España dentro de unos años.

 

Además, por no saber nadie cuales son sus obligaciones concretas con la Obra, dentro de cada tipo de vocación no se le exige a todo el mundo lo mismo. El Opus Dei aplica sus pretensiones de una manera u otra dependiendo de muchas variables. La primera es que la persona ofrezca resistencia a vivir algo, que diga:¡Hasta aquí hemos llegado! La ponderación de cada normativa con respecto al valor que tiene para la Obra la permanencia en él de quien se resiste a vivirla, lleva a que los directores resuelvan la situación de mil maneras diferentes.

 

Sobre una misma forma de actuar que la Obra exigía cuando yo estaba dentro (desconozco sí ahora sigue igual o no), voy a exponer más abajo cómo fue aplicada en algunas situaciones, todas ellas reales. La normativa es la de que no se podía ir a la boda civil, ni al domicilio de parejas que no estuvieran casadas por la Iglesia. Nadie de la Obra puede leer esta obligación en ningún sitio (como ocurre con todas las demás), sino que es mostrada por lo directores verbalmente, en general cuando se le presenta al sujeto una situación que lo exige, como podemos comprobar en los siguientes casos:

 

1)      Una agregada mayor, se quedó huérfana de padre y madre cuando tenía 18 años, por lo que crío a su hermano, entonces recién nacido, como sí fuera su hijo. El tiempo pasa, ella se hace de la Obra, y en determinado momento su hermano decide casarse por lo civil. Las directoras le aplican la prohibición antedicha y ella les salta con que ¡Yo voy a la boda de mi hermano! Sí me lo permitís, siendo de la Obra; y sí no, decidme qué tengo que hacer para dejar ahora mismo el Opus Dei. Porque lo que está claro es que yo no pierdo la relación y el cariño de mi hermano.

 

Respuesta de sus directoras: La dejaron ir a casa de su hermano cuantas veces quisiera, y también a la ceremonia.

 

Para esa persona, visto bajo el aspecto tratado, ¿Qué es el Opus Dei?

 

Respuesta: Una institución transigente.

 

2)      Un sábado, sobre las 5 de la tarde, estoy sólo haciendo la oración en el centro. Se abre la puerta. No miro. El que ha entrado se arrodilla y a los pocos minutos explota en un llanto inenarrable. Me giro sobresaltado y es un supernumerario mayor, no de mi grupo. Pienso que se le ha muerto un familiar o que ha sufrido alguna otra tragedia por el estilo. A duras penas le consigo calmar, lo suficiente para que no llore, y me lo llevo a una cafetería cercana (en donde aprovecho la ocasión para tomarme con él un café y una copa de coñac). Me cuenta que en estos momentos se está casando mi hija por lo civil y como no puedo ir a su boda me ha dicho que sí no me ve en ella rompe conmigo para siempre.

 

Y esa era la razón de su sufrimiento: que no estaba en esa ceremonia, por lo que su hija le iba a odiar de por vida. Y todo porque los directores le habían prohibido asistir a esa boda, y él lo había tolerado.

 

Para este super, ¿Qué es el Opus Dei?

 

Respuesta: Una entidad intransigente.

 

3)      Durante más de un año estuve yendo a cenar el primer sábado de cada mes a casa de un compañero que no estaba casado con su pareja; también asistían otros amigos mutuos. Yo entonces no conocía la existencia de ese impedimento y contaba en la charla de la semana correspondiente mis cuitas apostólicas con los comensales de esas reuniones. Todo se mantuvo con las bendiciones del director hasta que en una ocasión se me ocurrió decir, de pasada, que los anfitriones no estaban casados. ¡Todavía se deben oír en Babilonia los exabruptos del jefe! Que fueron acompañados con la prohibición tajante de volver a asistir a tales cenas. De nada sirvieron mis razonamientos de que gracias a esas reuniones algunos de los presentes habían asistido a retiros mensuales, ni de que Jesús comía con publícanos y pecadores... ni nada de nada. Lo mandaba el Padre (el Prelado del Opus Dei, no Dios Padre) y: ¡A obedecer!

 

Y obedecí con el rechinamiento de todos mis dientes y huesos.

 

Para mí, contemplado bajo este ángulo, ¿Qué es el Opus Dei?

 

Respuesta: Una institución paranoica.

 

4)      Mi mujer, ex agregada, ha ido infinidad de veces a la casa de una amiga de la infancia que vive con su pareja, sin estar casados. Y en el Opus Dei nunca se lo prohibieron, por la sencilla razón de que ella ignoraba que eso tuviera importancia y jamás se le ocurrió comentar a sus directoras que su amiga no estaba casada.

 

La misma pregunta hecha a mi mujer: ¿Qué es el Opus Dei?

 

Respuesta: Una institución tolerante.

 

 

            Por lo anterior, para los protagonistas de esas cuatro historias hay otros tantos Opus Dei muy distintos entre sí: El transigente, el intransigente, el paranoico y el tolerante. Y cuando esa normativa cambie en la Obra, y ya se pueda ir al domicilio de esas personas, el Opus Dei será para todos cuantos sufrieron su versión anterior una institución que no hay quien entienda.

 

            Y es así, no porque cada uno de ellos juzgue sobre lo mismo con conclusiones diferentes, sino porque el Opus Dei que contemplan, excepto en el nombre, no es igual para ninguno de ellos, por lo que los juicios que emitan sobre él tendrán que ser, por fuerza, completamente distintos..

 

Y sí para las vivencias personales en cada una de las miles de normativas de la Institución hay otros tantos Opus Dei, lo mismo cabe decir para las diversas incorporaciones a él.

 

–El que fue chico/a de san Rafael, a quien nunca le pidieron ser de la Obra, se ha llevado sólo lo bueno de ella: el trato superamable de su gente, la alegría de sus centros, el que le enseñaron a ser piadoso, etc. Por lo que para él el Opus Dei es una institución maravillosa.

 

–Al que acosaron para ser de la Obra y salió corriendo, pensará que el Opus Dei es un grupo al que no conviene acercarse.

 

–Para el numerario/a, agregado/a o supernumerario/a que se fanatiza para así no padecer el sufrimiento que le provocarían las incongruencias de la Obra, el Opus Dei es el mismísimo Dios.

 

 –Para quienes lo dejamos porque descubrimos la maldad que lo rige, encubierta con tapaderas de santidad, el Opus Dei es Opus Diaboli, una obra del Diablo. (Lo anterior no es una calumnia, ni un insulto, sino un diagnóstico preciso basado en las conclusiones de en mis escritos previos).

 

–Para los/as numerarios/as, agregados/as que se van porque se enamoran de alguien, sigue actuando sobre ellos la programación que recibieron dentro de que serán infelices el resto de su vida y que en la otra se condenarán, por lo que muchos se transforman en “forofos miembros externos”, que a los cinco años de dejarlo piden de rodillas que les permitan volver como supernumerarios/as, que se dedican compulsivamente a labores parroquiales o a dar charlas sobre la dignidad del amor humano o a otras tareas que serían bendecidas por la Obra; y llevan a sus hijos a sus centros y cuando uno pita se llenan de felicidad porque ese vástago les sustituye viviendo por ellos la vida que traicionaron cuando hicieron de Judas al salirse de la Obra. Con todo eso lo único que buscan es demostrarle a Dios que pueden ser buenos (aunque subconscientemente nunca se lo acaban de creer), para que les conceda su perdón, a pesar de haber cometido el terrible e irreparable pecado de tirar por la borda la inmensa grandeza de la vocación al Opus Dei. Y para éstos, el Opus Dei es tan Perfecto como para cualquiera de los fanáticos que siguen dentro.

 

–Quienes no estaban protegidos, por no haberse fanatizado profundamente, y se van de la Obra tras años de sufrimiento y/o por haber caído en una depresión u otra enfermedad grave causada por las congojas que les produjeron las incongruencias de la Obra; para éstos la visión del Opus Dei dependerá del momento de su maduración con respecto a él, que vira en el espectro que va de afirmar que el Opus Dei “es una institución buena, pero no para mí” a “es un Opus Diaboli”, con todos los estados intermedios posibles.

 

Y cada uno de esos tipos de personas jurarán que el Opus Dei es respectivamente: “Maravilloso”, “un grupo al que no conviene acercarse”, “el mismísimo Dios”, “una obra del Diablo”, “Perfecto” y “una institución buena, pero no para mí”. Y el diálogo entre ellos será de sordos porque es imposible que se pongan de acuerdo entre sí, ya que bajo el mismo nombre cada uno está juzgando realidades muy distintas.

 

Con lo visto se concluye que no hay una permanencia objetiva del Opus Dei en su manifestación, por lo que cada persona conoce uno distinto, lo que supone que hay infinitos Opus Dei, tantos como humanos se han relacionado con él.

 

Sí a veces la web Opuslibros parece una torre de Babel, con opiniones tan dispares y opuestas cuando se habla sobre los mismos términos, es a causa de que escribimos y leemos considerando que hay un solo Opus Dei, como si fuera cualquier otra institución transparente, que se muestra de igual manera ante todas las personas, cuando la realidad –como hemos comprobado– es que hay infinitos Opus Dei, tantos como somos los que le conocemos. Y por hablar cada uno de nosotros del Opus Dei que hemos experimentado, que es único, se provoca el choque con los Opus Dei de los demás, que igualmente son únicos para cada uno de ellos, y completamente distintos entre sí y con el nuestro.

 

Por esa misma razón no hay webs semejantes de ex agustinos, ni de ex trabajadores de Hacienda, ni de ex empleados de El Corte Inglés... pues al ser ésas unas instituciones transparentes son objetivamente las mismas siempre, iguales para todos cuantos las contemplan, por lo que al no haber discrepancias esenciales entre quienes las conocen no hay una diversidad radical de opiniones, y entonces es superflua e innecesaria una web que polemice sobre ellas.

 

Pero también existe otro Opus Dei, que es único, aquel que da vida a los múltiples que hemos visto aquí. Su estudio será abordado en una entrega posterior.

 

(Continuará)

 

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