Los supernumerarios y la obra. Para Ana Azanza.- Carmen Charo
Fecha Monday, 10 October 2005
Tema 078. Supernumerarios_as


Querida Ana Azanza,

 

aprovecho la ocasión para madarte un cariñoso saludo, y contesto a tu mención acerca de que no entiendes cómo puedo decir que se puede ser feliz en la obra. Te entiendo perfectamente, aunque creo que tu lógico enfado te lleva a ser excesivamente radical. Yo, como tú  y como me decía el otro día un oreja por teléfono, pertenezco a la línea dura, es decir a la de los que piensan que la obra es está viciada de raíz y desde el principio.

 

Para un numerari@ y para un agregad@ no creo que pueda ser lugar de santificación y tampoco de felicidad, así de claro. Unos tardamos más que otros en darnos cuenta, pero al final, creo que todos nos acabamos por enterar de las incongruencias y perversiones de la obra. Estoy segura, -es mi teoría- de que éste momento (el de darse cuenta de la maldad de la obra) llega para todos antes o después. 

 

Unos nos vamos y otros se quedan, porque se sienten incapaces de salir (por miedo, por pura limitación muchas veces hecha de problemas muy reales: falta de salud, mucho años, nada de dinero, ninguna posibilidad de trabajo, soledad...), otros se quedan porque viven ciegos inmersos en su cargo de gobierno, sintiéndose el centro del mundo, alguien importante en un universo insignificante. Todo numerari@ y agregad@ que tiene un mínimo de honradez personal se da cuenta antes o después de la verdadera naturaleza perversa de la obra.

 

Para un supernumerari@ me parece distinto, ya que tienen en la mayoría de los casos una visión muy parcial de la obra. Estas personas sí que se pueden encontrar bien dentro de la obra. Dan dinero y acercan a otras personas a la obra y a cambio reciben compañía (de otras supernumeriari@s) y consejos espirituales, que muchas veces se asemejan bastante a lo que han oído toda su vida. Desde luego que quien vea su pertenencia a la obra como una vocación de entrega a Dios, con una radicalidad y un compromiso serio, verá la verdadera cara de la obra antes o después porque se sentirá mutilada por todos lados, y se dará cuenta de la infinidad de mentiras que tiene que tragar. Y es cierto, que se ven cosas tan gordas que no compensan para nada con lo bueno que se pueda encontrar. Las faltas de justicia y caridad, la mentira continua no se compensan con los rosarios, misas y retiros espirituales, ni con toda la formación doctrinal más ortodoxa... antes bien, a mi me suponen un escándalo mayor, porque se usa a Dios para hacer el mal y engañar a la buena gente.

 

Ana, como ves la obra para mi no es ni medio respetable, pero si creo que puede haber gente que se sienta a gusto, sólo eso.

 

Yo, y tu también tendrás recuerdos agradables de personas, palabras de una meditación o una charla que te ayudaron, momentos reconfortantes... y reconocer eso no creo que suponga darle a la obra una gloria inmerecida. Si la obra hubiese sido abiertamente un campo de concentración, hoy no quedaría nadie y no hubiésemos aguantado tantos años. Ese es el gran peligro y por eso, yo no me callo ni con aceite hirviendo.

 

Es necesario no parar de decir a tanta gente buena que sigue dentro que están engañados, y que existe una realidad fuera en la que se puede ser dichosísimo. La verdadera vida está fuera, y cuando se ha vivido semejante infierno, se disfruta mucho más de la vida corriente de cada día, y eso ¡se lo están perdiendo! por lo menos todos los numerari@s y agregad@s.

 

Bueno Ana, espero haberme explicado.

 

Un abrazo muy fuerte con todo mi cariño

Carmen Charo









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