La vida examinada. Para Quivi.- Kaiser
Fecha Monday, 10 October 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


Querida Quivi:

Me ha encantado tu escrito sobre el escáner. Es meridianamente claro. Y creo que da bastante en el clavo. La máquina en cuestión tiene un halo de misterio para el común. Tal que el Opus Dei. Se sabe de sus muchas virtudes y beneficios en general, pero se la teme. Hay un mundo oculto tras de su sólida apariencia y sus ronroneos misteriosos. Y, cuando la cosa sale mal, ya es tarde para evitarlo. La gente lo sufre a solas. Se pregunta si no estará el problema en él y no en una máquina tan sofisticada. Quienes la rodean, quienes viven de ella, son reacios a considerar que falla. Y ese distanciamiento entre cómo actúan y cómo deberían actuar tiene unas consecuencias nefastas para las víctimas. Es un drama silencioso, un goteo incesante de ruina para almas y cuerpos. Habrá quien diga que comparar la Obra con una máquina es un ejercicio de reduccionismo ramplón, pero nada más lejos de la realidad. El funcionamiento de una máquina es lo más parecido al espíritu y la praxis internos. Esa imagen de las cabinas para pitar. Esas artimañas reproducidas aquí y allá para captar adeptos. Esas normas en papel pautado... Todo está dispuesto de un modo mecanicista y monolítico. La máquina no puede parar. Ni reflexionar sobre lo que hace, ni ensayar alternativas. La máquina es perfecta en su función siempre que todo lo que en ella se haya dispuesto esté orientado a alcanzar el producto esperado. El error se descarta, se ignora o se desecha sin más. Es una anécdota frente a la categoría. No merece entretenerse en él, porque lo primero es la máquina. La máquina -las máquinas en general- han adquirido tanta preponderancia en el mundo moderno que se las considera el modelo a seguir. El referente. Todo va bien si va como una máquina. "Este tío es un máquina", se dice. O "está como una moto", para indicar aspectos positivos de alguien en el plano de la acción y la interacción, de la salud, etc... Bertrand Russell ya aproximaba el estado de felicidad del hombre al de la máquina. Una máquina es feliz en la medida que actúa según el fin para el que fue diseñada. Así el hombre es feliz en tanto en cuanto no se pare a cuestionar todos y cada uno de los movimientos de su vida. ¡Ay de aquel que tiene que decidir a cada instante sobre lo que tiene que hacer, pobre del que tiene que descubrir cada día cómo diablos se lleva la taza de té a los labios! No cabe duda de que para muchos la Obra es de gran ayuda, porque facilita en gran medida muchas de las pautas automáticas de comportamiento, lo que indudablemente descarga a la gente de la tarea de construir ladrillo a ladrillo el edificio donde albergar confortablemente en su alma su propia felicidad.

Uno se abandona en su diretor y ahorra una energía considerable, haciendo buena la conseja atribuída a Miguel de Unamuno: "si quieres ser feliz como me dices, no analices, muchacho, no analices".

Todo lo contrario de lo que hacemos aquí, claro. Donde nos preguntamos constantemente. Donde acudimos buscando una explicación, una respuesta. Levantar el velo. Y a eso has contribuido tú en no poca medida, Quivi. Tu escrito no es sólo fruto de tu reflexión, sino de tu experiencia. Has puesto en paralelo dos realidaes idénticas, en la solidez de su presencia, en el valor que se les atribuye, en el misterio que las rodea, en los dramáticos efectos de su imprevisible funcionamiento. Y dejas en el aire la misma pregunta que venimos haciéndonos todos aquí: ¿Qué se hace con ésto? Estamos a los pies del muro. Tu grano de arena nos acerca un poco más hacia arriba. Hoy no se ve la luz, pero va estando más cerca. La clave es la reflexión. Y merece la pena. A ella nos ha llevado nuestra experiencia pasada. Ha habido que parar, reconstruir lo viejo y, sin dejar de caminar, plantarle cara a lo nuevo. Y nos hemos encontrado más fuertes y con una vida más plena, porque yo estoy con Sócrates cuando decía que "la vida examinada es la única que merece ser vivida".

Así, que felicidades y mucho ánimo, que en tu escrito se deja ver tu lucidez, pero también un cierto aire melancólico que hay que despejar de inmediato. ¿Estamos de acuerdo? ¡Pues a ello!

Kaiser








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