La edad idonea.- Bastián
Fecha Wednesday, 05 October 2005
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


He leído con satisfacción el último correo de Prelaturator, donde acepta el repaso del Oreja Pablo al anterior y coincide con la opinión más razonable y generalizada de que a los 14 años y medio no se debe plantear a un niño o a una niña una crisis de vocación que suponga la renuncia al matrimonio y a otras cosas. Es lo que ha ocurrido siempre con los chicos y chicas a quienes se les quiere hacer pitar de numerario/a o agregado/a al servicio del Opus Dei.
 
En el reciente viaje del Obispo prelado a Polonia en agosto de este año, un niño de nombre Pawet, cuyos dos hermanos mayores ya son numerarios, le preguntó a Echevarría si a sus catorce años y medio era un buen momento para ser también numerario y que cuál era el secreto para perseverar. Le contestó que a esa edad se había decidido el fundador a entregarse totalmente a Dios y que para ser fiel era necesario ser sincero. En otra tertulia, una supernumeraria le acercó una bebé para que la bendijera y, al hacerlo, añadió: "que sea numeraria". Y en otra tertulia con más supernumerarios, Echevarría volvió a pedirles que trataran de conseguir vocaciones de numerario sin tener en cuenta la edad, porque "la edad no es un obstáculo".
 
Parece ser que en Polonia la caza de los "piecset" (500 en mal polaco) será coser y cantar porque allí el medio millar no es objetivo de toda la región sino de todas y cada una de las ciudades donde hay labor estable. A la vista del fenómeno sociológico que supone la vida y muerte de un papa polaco de la enorme talla de Juan Pablo II, no es de extrañar que Polonia sea un vivero de vocaciones -que ya lo esté siendo- y que se convierta en el granero de todo el este de Europa, incluidas las antiguas repúblicas pertenecientes a la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas.Sobre todo si la Obra se presenta como predilecta de Karol Wojtila.
 
Todo parece indicar, incluido el cambio electoral polaco hacía el centro derecha, que el Opus Dei seguirá encontrando en Polonia un caladero que dejará pequeño a los del bacalao en Terranova y la merluza en el Gran Sol.
 
Pero ¿tiene derecho el Opus Dei a someter a tantos niños y niñas menores de 18, 17, 16 y 15 años a la presión psicológica de una crisis de vocación, no ya religiosa, sino vital, para toda la vida, ajena o no a su propia familia, intereses personales, tendencias profesionales, gustos, aficiones, aspiraciones legítimas como la de llegar a ser un día padres y madres? Es probable que Escrivá, a los quince años, barruntara que Dios le pedía algo. ¿Eso quiere decir que todos los niños y niñas que sacan buenas notas también tienen la obligación de ponerse a barruntar? Si así fuera, los barruntos no deberían ser específicos, porque Escrivá no encontró lo que buscaba hasta el año 28, siendo ya sacerdote y más cercano a los 30 años que a los 15.
 
En la época en que Escrivá ingresó en el seminario menor de Logroño, España estaba muy atrasada. La cultura y la educación quedaban mayoritariamente relegadas a las clases sociales más privilegiadas, por lo que en las clases medias y sobre todo en el medio rural las familias mandaban a sus hijos de corta edad a estudiar en los seminarios menores. Era casi la única manera de darles estudios. Después, muchos de esos niños seguián los estudios del seminario mayor y se ordenaban. Había miles de destinos como curas rurales en miles de pueblos, grandes y pequeños. Pero todo eso se ha terminado en España, y antes ya en otros países europeos tradicionalmente católicos, como Irlanda y algunas zonas de Francia e Italia.
 
Tal vez sea ahora Polonia uno de los reductos donde esas cosas sean todavía "normales", y el Opus Dei llene sus bodegas a tope. Pero como la globalización se extiende, si no les mete mucho hielo a las capturas, cuando la factoría flotante llegue a puerto puede que el pescado ya no esté tan fresco por muy sinceras que sean las piezas. Y puede que cuanto más sinceras, antes comunicarán a los pescadores que a ver si cumplen el reglamento y dejan vivir y crecer a los "pezqueñines" y que traten a hombres y mujeres hechos y derechos para que de verdad tomen decisiones conscientes y libres.
 
Lo que ocurre es que, a diferencia de otras opciones dentro de la Iglesia Católica, lo que ofrece y propone la fundación de Escrivá queda bonito en un papel pero luego resulta que no es cierto: te engañan. Y quien lo sabe, lo cuenta. Y quien lo ha vivido, no lo puede olvidar. Y aquí estamos en esta web para contarlo, por lo menos yo.
 
Bastián.








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