Cont. Parte II: el camino hacia la salida. De 'La conciencia y la Obra'.- E.B.E.
Fecha Monday, 03 October 2005
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Parte II: el camino hacia la salida
de LA CONCIENCIA Y LA OBRA

 

Pudor y secretismo

¿Dónde se origina esa resistencia a hablar en público de los temas de la Obra y a hablarlos en voz alta, no susurrando (ej. en medio de un transporte público con mucha gente)? Esto es algo que sucede tanto a los que están en la Obra como a muchos de los que han cortado la relación institucional con ella.

El secretismo responde a una actitud de ocultar, de cara a la sociedad, aspectos que serían censurados por ella, o al menos causarían rechazo.

Una cosa es no revelar la intimidad: con no hacerlo, es suficiente. Pero otra cosa, es simular ser lo que no se es. Para ello, se necesita una actitud activa permanente. La discreción es una cosa y la hipocresía es otra...



La explicación que usualmente se recibía en la Obra sobre este tema, y que uno debía dar, era que se trataba de ser discretos, de cuidar la intimidad, explicación que hoy no es convincente, más bien resulta extraña. En aquél entonces, quedaba clara la respuesta que había que dar y tener en la cabeza. No quedaba claro, en cambio, el origen de ese pudor infundado.

Creo que la causa está en lo que se oculta y en que se lo oculta (o sea, hay conciencia de encubrimiento). Quien miente, no puede hablar libremente: tiene que cuidarse de lo que dice para no ser descubierto. O directamente, no tiene que hablar, tiene que mantener en secreto su mentira. 

***

Como tantas cosas en la Obra, no se explican nunca de dónde vienen sino cómo hay que llevarlas a cabo, es decir, cómo obedecer sin cuestionar nada.

Una cosa es no querer hablar en público de la “vida interior” personal, pero otra cosa muy distinta es no querer hablar de la Obra como si se tratara de la intimidad de una persona. Este es el elemento extraño. La Obra es considerada esencialmente intimidad e invisibilidad. Como Dios.

En definitiva, la Obra no es propiamente una institución sino una especie de ser trascendente. Por extraño que parezca, para sus miembros la Obra tiene la intimidad atribuida a la persona y por lo tanto debe permanecer lejos de la esfera pública. Pero es aún más que eso. 

Entre la intimidad de la Obra y la intimidad de sus miembros (de modo particular en el caso de agregad@s y numerari@s) se establece una suerte de relación promiscua, donde los directores tienen derecho a irrumpir en la intimidad ajena, y la otra parte no tiene derecho a resistirse. Es el derecho de los directores a interrogar, algo parecido a un “estado policial” aplicado a las conciencias. Se trata de una falta de libertad muy grave.

La actitud de la Obra para con la intimidad de las personas es abusiva, pues sus directores tienen derecho a preguntar todo y a obtener respuesta. La naturalidad con la que invaden la privacidad (o impiden que esta exista) resulta incomprensible para la mirada externa.  

El pudor que la Obra exige a sus miembros –en nombre de Dios- justamente sirve para tapar la obscenidad institucional.

En este sentido, el discurso al que recurre la Obra para convencer a sus miembros de que entreguen su intimidad es semejante al discurso del violador o abusador, quien ejerciendo, en este caso, una gran autoridad busca convencer a su víctima de que lo que le está proponiendo es algo muy bueno pero que no se puede contar afuera. Y coincide en un punto más: es capaz de amenazar gravemente si la víctima insiste en pedir ayuda externa.

«Si el alma en circunstancias particulares necesita una medicación —por decirlo así— más cuidadosa, esto es, si se hace necesario el oportuno y rápido consejo, la dirección espiritual más intensa, no debe buscarla fuera de la Obra. Quien se comportara de otro modo, se apartaría voluntariamente del buen camino e iría hacia el abismo» (del Fundador, Meditaciones III, pág. 373-374) 

El pudor respecto de la Obra se fundamenta, entonces, sobre una vergüenza y un miedo, ambos totalmente razonables.

Hablar de la Obra, entonces, no es algo que tiene que ver con la intimidad sino con la obscenidad.  

La intimidad es razonable y aceptable, la obscenidad es inexpresable e injustificable. Da vergüenza explicar en público que en la Obra no existe el derecho a la intimidad que sí existe en el mundo exterior. Da vergüenza explicar en público que la Obra llama a esta obscenidad «derecho a la intimidad».

Esa contradicción es fuente de vergüenza.

*** 

La Prelatura ha sido tal vez la primera elaboración institucional de una imagen pública “no pudorosa” de la Obra, que se puede nombrar con orgullo sin problemas de pudor. Es que la Prelatura no es la Obra: la prelatura es una identificación institucional, un pasaporte otorgado por la Iglesia (Cfr. el artículo de Brian sobre las citas del Prelado a documentos internos de la Obra que no se han hecho públicos por la Prelatura).

La Obra, en cambio, es lo íntimo no revelable a los extraños, es una relación no-institucional, de dominación sobre la propia intimidad, que trasciende lo jurídico (ej., caso de los aspirantes) y tiende a identificarse con la intimidad de Dios que invade el alma, sin necesidad de pedir permiso y con todos los derechos de posesión: es avasallante. 

Por eso la Obra pertenece al ámbito de la conciencia, pues allí establece su dominio y ocupación de territorio. Salir de la Obra implica una lucha contra la invasión y tomar nuevamente posesión de un terreno que era fértil en Fe y fue arrasado por el escándalo. No es nada fácil.

En este sentido, es lógico que los testimonios de Opuslibros tiendan a ser anónimos: ese anonimato lo aprendimos precisamente en la Obra, y bien podría ser un resabio del «pudor» que se nos impuso practicar. 

Por supuesto, también hay otras razones, más importantes y sumamente respetables, como la de preservar la intimidad recuperada de todo posible abuso por parte de la Obra, lo cual pienso que es, no ya un simple derecho sino un privilegio merecido, a ejercer durante el tiempo que se considere necesario.

El tema de fondo no es precisamente que el mundo no sepa quien soy –pues mi entorno me conoce y sabe lo que pienso de la Obra- sino que la Obra no se acerque nunca más a mi intimidad, y en ese sentido tengo mucho derecho a mantener a la Obra en la ignorancia. Es ella, ahora, la que no tiene ningún derecho a saber nada de mí y yo sí todo acerca de lo que ella me ha ocultado.

*** 

La estrategia de la Obra para mantener su dominio se basaba en que, como se trataba de un asunto de conciencia, las personas no debían nunca hablar con extraños de este tema, menos aún aquellos que habían dejado la institución, pues todavía permanecían, supuestamente, sometidos al ámbito de lo que obliga en conciencia y no debía ser hecho público bajo pena de poner en riesgo la propia salvación eterna. La Obra imponía sigilo.

Es importante, en este sentido, sacar a la Obra del ámbito de la propia intimidad y llevarlo al de la esfera pública, hablarlo con libertad y en voz alta, pues es la mejor manera de liberar la propia conciencia de la invasión llevada a cabo por la Obra en nombre de Dios 

Los directores, en cambio, jamás irán a la esfera pública porque saben que allí pierden todo su dominio, que reside sólo a nivel de la intimidad de las conciencias. Sólo allí pueden, por ejemplo, amenazar con el infierno y los abismos.

Si las conciencias no se les someten, entonces ya no tienen poder. Es en la oscuridad, no en la luz, de donde la Obra y sus directores obtienen la capacidad de intimidar. Si se los enfrenta a la luz con firmeza, retroceden, pues no tienen ningún poder real sobre las conciencias, es puramente ficticio. 

Opuslibros es para muchos la primera oportunidad de liberarse a nivel de conciencia y llevar el problema al ámbito de lo público. La experiencia colectiva que supone Opuslibros implica el quiebre (al menos parcial, si no total) de ese vínculo invisible, ese pacto esclavizante, entre la conciencia y la Obra.

De todos modos, creo que aún queda mucho ámbito público por ganar, incorporando ese pasado personal a todo el resto de nuestro presente, como un elemento más, y eliminando así el pudor de la Obra en todos los ámbitos de nuestra vida.

 <<ANTERIOR - SIGUIENTE >>







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=6031