Hechos y reflexiones para compartir (2).- Malco
Fecha Wednesday, 28 September 2005
Tema 010. Testimonios


 Reflexiones:

 

            1 - Está claro que mi experiencia difiere de otras más amargas narradas en la web. Incluso pienso que lo he pintado un tanto bonito; y quizá sea por mi tendencia a contradecir. Yo ahora recuerdo como una edad dorada esa época entre los quince y los diecinueve años, o sea, dentro de casa (como se decía), y luego fuera, con los amigos de entonces. Mis amigos después de la Obra eran los mismos que cuando estaba dentro, alumnos del colegio, porque nunca me vi coartado en mis amistades; sencillamente se me recordaba la necesidad de hacer apostolado y proselitismo con ellos. Le hablé para pitar a uno de mis amigos (le di bastante la lata, ya sabéis), pero no funcionó. Me alegro de que no funcionara, porque está claro que no era lo suyo. Quiero decir que recuerdo con cariño mis dos primeros años en casa, la oración, los demás del club, y también mi primer año fuera, los amigos (también cercanos a la Obra), las primeras novietas...



Estas experiencias, grabadas en mi corazón, me impiden sentir amargura al pensar sobre la Obra, porque es una época de mi vida en que fui muy feliz. No es fácil separar el trigo y la cizaña en el recuerdo. Más bien es una dualidad inevitable. Siento simpatía y a veces compasión por personas que escriben en la web, y estoy de acuerdo con mucho de lo que se dice. Pero ese estar de acuerdo es, más que una maldición de mi pasado, una ayuda para reflexionar en mi búsqueda actual de espiritualidad en la Iglesia.

 

            2 - Estuve, con mi novia, en una comunidad neocatecumenal, durante unos meses. La dejamos, por muchos motivos, pero supongo que porque tampoco eso era del todo lo mío (ahora lo nuestro). Pero me hizo mucho bien, porque me abrió los ojos sobre la multiforme variedad de la Iglesia. Había cosas que me molestaban de la Obra, que luego eché en falta en el Camino Neocatecumenal, como cierto rigor intelectual, formación, algunos criterios claros, y la posibilidad de dirección espiritual personal, el tener alguien con quien hablar. Echaba de menos a alguien con autoridad que pudiera decir: mira, esto que dices no es doctrina de la Iglesia, y esto sí. Pero también me gustó mucho la vivencia de la Eucaristía como Misterio Pascual, que ellos hacen, la comunión bajo las dos especies -¿para cuándo en el resto de la Iglesia?- los cantos, la vida de comunidad, su espontaneidad tan poco voluntarista (incluso excesivamente “providencialista”, diría yo). Y el hecho de no estar pendientes continuamente de la culpa, de la revisión de los fallos, de cumplir normas, del examen de conciencia. Así es de compleja la realidad. Ratzinger ha dicho en varias ocasiones que muchos cristianos occidentales, ante tanta institucionalización de la Iglesia, se encuentran como desubicados, con el sentimiento de que no encajan en sitio alguno, en una institución concreta. Lo dice como crítica, concluyendo que, de haber nuevas reformas, tendrían que ser para eliminar instituciones, aparatos, no para crear más. Estoy muy de acuerdo. Por aquí va mi búsqueda actual.

 

            3 - Mantengo la amistad con algún miembro de la Obra. Son buenos amigos, y puedo hablar -sobre todo con los agregados- de todo lo que aquí expongo. Estamos muy de acuerdo en muchas cosas, aunque, claro, ellos están dentro, y debe ser más duro. Uno de ellos me dijo hace poco “...pero si yo tampoco “encajo” en la Obra, y sin embargo, esto es una relación amorosa con Nuestro Señor, y eso es lo que cuenta.” Estoy convencido de que vive con buen espíritu, aunque se ha tenido que currar mucho su “status”, su modo de ser, su vida en definitiva. Conozco agregados mayores cuya relación con el centro es de una vez a la semana, para el círculo, luego ven a su gente (a los que llevan la charla) quedando en la calle, en un bar por ejemplo. Y tienen sus amigos, y su trabajo. Con el que es numerario difiero muchas veces, pero nos unen tantas cosas verdaderas, y ha hecho tanto por mí (al margen de lo estrictamente prelaticio) que eso lo salva todo. A mis amigos agregados les dijeron que no me siguieran viendo, cuando lo dejé. Y mandaron a paseo al director (lo cual, cuando me lo contaron, me produjo gran regocijo -con cierta guasa-, pero también  fue para mí un ejemplo evangélico). Y ahí siguen. He visto clara una cosa: los consejos locales van y vienen, pero el agregado sigue ahí, anclado en lo suyo. 

 

            También tengo una amiga supernumeraria, que pitó con veintitantos años, conociendo la Obra desde el club juvenil, de madre supernumeraria, y que me ofrece una perspectiva distinta, y muy interesante. Ella no se reconoce en casi nada de lo que le cuento, y veo en su comportamiento y su ámbito vital una libertad interior, y una desenvoltura, que me admiran. Me dice que no le gusta nada el libro Camino, que prefiere otros, como Amigos de Dios. Cuando le digo que el autor de Camino es santo, me responde: “Sí, pero cuando lo escribió todavía no lo era.” Esta frase me ha encantado, aunque no lo explique todo.

 

            4 - De mi quinta se marcharon casi todos. Es una realidad innegable, y una crisis que probablemente no se puede analizar con ligereza. Una de las razones es lo de las incorporaciones sucesivas. Es de sentido común que lo que decida un chaval a los catorce o dieciséis años no es muy de fiar, en su perduración. Por eso estoy de acuerdo con el análisis que hacía, creo que Pedro, sobre el planteamiento de la vocación a los muchachitos. Esto, me parece, debería cambiar. Pero sólo cambiará desde dentro, cuando vean que el sistema se cae, que falta gente. Por el testimonio de lo perjudicado que se queda uno después de irse, no creo que cambie nada dentro, pues el propio sistema cerrado hace que se rechace como “adverso”.

 

            5 - No voy por ningún medio de formación del Opus Dei; veo que cada vez me gusta menos su praxis, su estilo, lo que podríamos llamar su modo de desenvolverse en el mundo, con sus criterios a cuestas, su voluntarismo y su horario, su desconfianza hacia casi todo lo que es ajeno. Detesto la instrumentalización de la amistad, el clasismo (ese “ir a por los mejores”, ¿quiénes son los mejores?), el machismo sociológico, el hecho de que existan numerarias auxiliares (aunque esto precisaría muchas matizaciones), y el tener recetas pre-cocinadas para casi todo. Abomino del índice de los libros que se deben o no leer (se decía “que se pueden leer”), y el hecho de que los célibes no vayan al cine o al teatro, lo que es una contradicción en su espíritu laical en medio del mundo. Y -ahora lo voy viendo, entonces participaba como el que más- el culto a Escrivá, a D.Álvaro, etc. Respecto a Escrivá, algunos textos suyos son terriblemente catetos y fanáticos, aunque parece ser -lo digo sin ironía- que tal condición no excluye de la santidad, como puede verse en el santoral. Cada vez me gusta menos su obsesión por el sexo, descentrada y nada evangélica. Es un gran error que a la castidad se la llame Santa Pureza, porque la pureza es un concepto mucho más amplio, más central, que remite al corazón del hombre, a su integridad, a su totalidad, y no algo sólo relacionado con la sexualidad, aunque sea muy importante. Y no me gusta esa impresión de “nosotros somos el catolicismo vivido en plenitud”, que, al margen de la arrogancia del pensamiento, no es verdad.

 

            6 - Sin embargo, ¿por qué, me pregunto, me siguen preocupando estos temas? Es más, ¿por que ocupo tantas horas en opuslibros, o en hablar sobre la institución? Sobre todo teniendo en cuenta que la narración que inicia mi carta suena tan indulgente, o benévola hacia el Opus. Pues no lo sé muy bien, pero sucede, y quizá tenga que ver con las claves que busco en mi vida, con la búsqueda del camino extraviado hacia la oración, hacia una nueva espiritualidad. Yo no he conocido por dentro nada más que la Obra, excepto esos meses en el Camino Neocatecumenal, y quizá al leer opuslibros puedo ir decantando, aclarándome, estimulando mi pensamiento. Creo que este es un largo camino.

 

Bueno, me he extendido bastante, y temo que no me leáis al ver lo larga que es mi aportación. Se me han quedado algunas cosas interesantes que contar, como una novia que tuve, que luego pitó de agregada.  Y mi breve etapa de ex-agregado-pero-todavía-forofo, en que pensé lo de ser supernumerario (gracias a Dios, fue pasajero). Y muchas reflexiones, libros que leo y personas con las que hablo, más que de la Obra (de la que hablo mucho con mi amigo ex-numerario), de la Iglesia, del Espíritu. Supongo que habrá tiempo para futuras cartas “abiertas”.

 

Un saludo. Y ¡Buen comienzo de curso!

 

Malco.

 

P.S: Si escribo con heterónimo es por seguir en la línea de la web, que tiene su encanto, y porque me convencen las razones que se aducen para ello. No he puesto la ciudad, ni datos concretos, porque aún no tengo claro para qué serviría. Pero, desde luego, en la web tienen mis datos por si alguien quiere algo de mí.

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