Maria del Carmen Tapia.- Brisas
Fecha Monday, 19 January 2004
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones
Maria del Carmen Tapia
He leído, además como se dice, "del tirón", el libro de Maria del Carmen Tapia "Tras el umbral, una vida en el Opus Dei". No sé explicar con exactitud mis emociones, sólo sé que tengo una mezcla de angustia e indignación. Todavía es para mi incompresible todo lo que he visto, quizá está bien la recomendación de que éste sea libro de cabecera, porque hay que digerirlo poco a poco.
Me pregunto por qué no he sentido decepción y puede que sea porque, después de leer tantos y tantos de los testimonios que se publican en la web, en mí se ha formado una especie de coraza impenetrable a ese sentimiento. Ya me lo espero todo. Ya me lo creo todo.
La tortura moral vivida por María del Carmen Tapia nos hace estremecer a los que creemos en los derechos humanos, y más cuando el relato se refiere a estos tiempos, no estamos hablando de la Edad Media. Utilizando el nombre de Dios se la trató así.
Una cosa tengo clarísima: no me gustaría estar en el pellejo de M. M., a la que conocí en Madrid porque vivía en el centro que yo tenía asignado y, por cierto, era numeraria de a pie, seria y antipática. El pellejo de M. K., o como se escriba, actual directora de la Asesoría Central, también lo regalo para quien lo quiera.
Que poco vales Javier Echevarría. Y pensar que hubo un tiempo en el que te llamé Padre. Ensuciasteis los tres esa palabra. Encima nos habéis obligado a llamaros como se llama a la persona que nos quiere tanto.
¿Y del nuevo santo qué puedo decir?, pues que no tengo palabras. En serio. Sólo se me ocurre pensar en la gran responsabilidad de la Iglesia Católica.
Ya no sigo escribiendo, porque a las anteriores emociones se me está sumando otra: estoy sintiendo un asco que no quiero describir por delicadeza. Y todo mezclado hace que esta carta salga bien poco inspirada. Lo siento.
Maria del Carmen: espero que leas esta web y su correspondencia, y puedas sentir el abrazo tan grande que te mando, allá donde estés. Y, por cierto, gracias por tu valentía.
Brisa
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