La Materialización de la libertad (Cap. 5 de 'Consejos a un joven...).- Iván
Fecha Wednesday, 14 September 2005
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Consejos A Un Joven Del Opus Dei.

 

Capítulo 5: La Materialización De La Libertad

 

Iván, 14 de septiembre de 2005

 

Hoy te daré algunos consejos que puedas llevar a tu vida diaria.

 

La Materialización De La libertad.

 

En la Obra te han repetido hasta cansarte que estás allí porque quieres. Decía el Fundador del Opus Dei que tenéis que hacerlo todo porque os da la gana, que es la razón más sobrenatural y más humana.

 

Pues bien, hoy te voy a aconsejar un método para que materialices en tu vida la existencia o no de esa realidad. Si sigues las pautas que te doy lograrás en muy poco tiempo saber si esas frases que dicen los directores de la Obra están conectadas a la realidad de tu vida o si son tan sólo palabras huecas...



A) Sí no es pecado, ni falta, ni nada de nada, no hacer una mortificación o norma de piedad (eso lo dice la Iglesia y lo repite la Obra, no me lo estoy inventando yo), entonces, pregúntate antes de cada una de esas prácticas:

 

¿Qué sucedería si esta norma concreta la ampliara, la acortara, la suprimiera o la sustituyera por otra? ¿Qué ocurriría sí usara el plan de normas que me propone la Obra como una plantilla que adapto libremente a mis necesidades?¿Qué pasaría si habitualmente no hago una o varias normas o sí la hago de una forma no establecida por los directores? ¿Me permitirían todo lo anterior o me acosarían psicológicamente en cada charla semanal y con correcciones fraternas hasta obligarme a hacerlo? Y sí realmente lo vivo por esa fuerza psicológica, ¿soy realmente libre o es por esa presión por lo que lo hago?

 

El movimiento se demuestra andando y la libertad eligiendo. No es válida una libertad que está fijada por otros en una sola dirección, porque entonces ya no es libertad sino esclavitud.

 

B) Al formularte las preguntas del apartado anterior, quizás te venga a la cabeza que vives ese plan de vida tal y como los del Opus Dei te proponen porque te has comprometido a vivir tu vida según el espíritu de la Obra. En tal caso extiende tus preguntas al momento de ese compromiso y pregúntate:

 

¿Era realmente libre cuando escribí la carta pidiendo la admisión a la Obra o fui perseguido y acosado para que lo hiciera? ¿Tenía entonces los años que la ley exige para realizar contratos o era menor de edad? ¿Elegí mi vocación de numerario, agregado o supernumerario o fueron los directores de la Obra quienes la vieron por mí y me la impusieron? ¿Cuándo pité conocía todo a lo que me comprometía al hacerme de la Obra o no?

 

Sí alguna de las preguntas anteriores demuestran falta de libertad a la hora de hacerte del Opus Dei, entonces no te has comprometido libremente con él para vivir su espíritu, por lo que el contrato que realizaste es invalido y entonces puedes vivir sus normas como a ti te de la gana.

 

Puede que te venga a la cabeza que aunque no fuiste libre cuando escribiste aquella carta, has tenido tiempo desde entonces para replantearte abandonar la Obra. Entonces pregúntate:

 

¿Desde que pité he podido revisar mi vocación o por el contrario se considera algo gravísimo en el Opus Dei realizar ese análisis?

 

Sí en la Obra se considera un pecado dudar de la vocación, de lo que además tengo que rendir cuentas cada semana al hablar con el director, ¿cómo puedo entonces replanteármela? ¿Cómo podría dejar libremente el Opus Dei si no se me permite inspeccionar mi llamada a él?

 

Sí cuando me propusieron ser numerario (o agregado) de la Obra yo veía que lo mío era casarme, tener una familia, disponer de mis bienes... es decir, yo sentía que lo mío era ser supernumerario, ¿no será por qué esa es mi verdadera vocación, la que yo vi entonces y no la que ellos me impusieron?

 

Invéntate otras preguntas afines y continúa inquiriendo sobre las que cada respuesta te proporcione. No quiero imponerte nada, quiero que seas tú quien lo vea y el que saque las conclusiones pertinentes. Porque tu vida es sólo tuya y tú eres el único responsable del curso que le debes dar.

 

C) Antes de hacer tu confesión semanal, a la vez que te recoges para examinar aquello de lo que te vas a confesar, te preguntas:

 

Sí no tengo pecados, ¿qué pasaría sí ahora no me confesara?

 

Sí la Iglesia permite la confesión con cualquier sacerdote, ¿qué ocurriría si yo lo cumpliera exigiendo confesarme con un sacerdote elegido por mí, aunque fuera uno de la Obra, y no con el impuesto por los directores?

 

¿Qué sucedería si habitualmente no me confesara hasta que tuviera algún pecado grave que hiciera necesario este sacramento?

 

¿Me permitirían vivir la confesión así o me acosarían en cada charla semanal y con correcciones fraternas hasta obligarme a hacerla según ellos quieren? Y sí es por esa fuerza psicológica por la que me confieso como lo hago, ¿soy realmente libre o es por esa presión por la que vivo este sacramento?

 

Sí ponen tanto esfuerzo en obligarme a que me confiese con el sacerdote que ellos designan, ¿no será porque luego y sin mi autorización ese cura hace público a los directores lo que confidencialmente le cuento antes o después de la confesión?

 

 

 D) Pregúntate muchas veces a lo largo del día:

 

¿Soy realmente libre para dejar ahora mismo la Obra?

 

¿Qué me lo impide?

 

¿No la dejo porque me da la gana o por la turbación que me produce lo que en el Opus Dei se afirma de que seré un desgraciado si lo abandono? ¿No podría ser que lo dicen para meterme miedo y forzarme con él a seguir en la Obra?

 

Observa los sentimientos e ideas que aparecen en ti al formularte esas cuestiones, y vuelve a preguntarte por su porqué.

 

            E) Sí la dirección espiritual es un medio importantísimo para ser santo, ¿no tendría que ser yo quien elija al director espiritual en vez de serme impuesto, tal y como ocurre en la Obra?

 

            ¿Qué ocurriría si exijo mi derecho a que lleve mi dirección espiritual quien yo desee?

 

            ¿No será que me obligan a tener el director que ellos quieren porque en realidad no buscan que sea santo sino mi obediencia ciega a la Obra?

 

             Y sigue, sigue, sigue, haciéndote preguntas que vayan por esta línea. Pregúntate por todo. No aceptes sin más las respuestas que los demás te dan sobre aquello que gobierna tu vida. Al final te transformaras en un gran filósofo, pues a fin de cuentas la filosofía consiste en preguntarse el último porqué de las cosas.

 

Por hoy termino, dejándote con una buena labor por realizar. Te adjunto unos versos de Joseph Rudyard Kipling para que te ayuden en la tarea:

 

Seis honrados servidores

Me enseñaron cuanto sé.

Sus nombres son

Cómo, Cuándo

Dónde, Qué

Quién y Por Qué

 

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