Los sentimientos. Para Rapelu.- E.B.E.
Fecha Monday, 12 September 2005
Tema 040. Después de marcharse


Excelente el mail de Rapelu. Cómo me gustaría que ese email se convirtiera en un escrito más extenso, en el que decantara la experiencia de tantos años y tan cerca del «centro».

 

«El corazón solo no basta para seguir a Dios en la Obra (...). Lo primero que hay que poner es la cabeza, sin dejarse llevar del sentimiento» (citado en A. del Portillo, Carta 19-III-92, n. 31).

 

Creo Rapelu que esta frase del fundador resume el contenido de cualquier guión que hable sobre el tema de los sentimiento. Pero hay más:

 

«En tu vida hay dos piezas que no encajan: la cabeza y el sentimiento. La inteligencia -iluminada por la fe- te muestra claramente no sólo el camino, (...) te pone delante la grandeza y la hermosura divina de las empresas que la Trinidad deja en nuestras manos. El sentimiento, en cambio, se apega a todo lo que desprecias, incluso mientras lo consideras despreciable» (Surco, n. 166).

 

«Tener o no tener sentimientos, no nos ha de importar; lo que verdaderamente cuenta es que nuestra cabeza —y con ella, también el corazón— no pierda el camino hacia Dios» (texto de Meditaciones I, pág. 673)

 

¿Es bueno desear el sentimiento? Malo no es. Pero evidentemente es más perfecto no pedirlo. (...). Tan bueno es tenerlo como carecer de él, con tal de que no dejemos de buscar en todo la voluntad del Señor. Además, hablando del sentimiento, nos exponemos a ir a parar a esas devociones raquíticas, poco cristianas, porque no están basadas en la Cruz, y que a nosotros nos podrían descaminar. Por eso yo evito decir que siento. A veces he escrito: sentimos esto..., porque es difícil encontrar una palabra más precisa. Pero por el contexto queda claro que no hablo de una cosa sensible» (del fundador, Meditaciones I, pp. 674-675).

 

Esa espontánea confesión del fundador («yo evito decir que siento») es espantosamente reveladora.

 

Así, ¿cómo no terminar con una sensibilidad enferma o anulada? Este estoicismo maniqueo permite, por ejemplo, que a nadie le importe cuando alguien "se queda en el camino" o tiene necesidad de rehacer su vida.

 

Y qué impresionante afirmación la de tu mail: «no hay institución eclesial que trate así a las personas». Pues no me cuesta nada creerla. «Ni con la crisis del postconcilio ocurrió lo que ocurre en esta prelatura». Y pensar que la Obra siempre se sintió superior al resto de la Iglesia:

 

«Hemos de procurar ser, de verdad, almas de oración, con un fuerte espíritu de desagravio, y luchar denodadamente contra el diablo; ya que Satanás —descaradamente y dentro de la Iglesia— no descansa.» (del fundador, Meditaciones IV, pág. 406)

 

Pero jamás dijo el fundador nada acerca de «Satanás dentro de la Obra», pues eso era impensable. Tal era y es el sentimiento de superioridad.

 

Y cuando le conviene, la Obra es la misma Iglesia, sobre todo a la hora de las críticas, para decir que «están criticando a la Iglesia».

 

La Obra hace aguas por muchos flancos. Su vida va a durar lo que la Iglesia desee que dure, pues solo así se entiende que siga, como si nada hubiera pasado nunca.

 

Saludos,

E.B.E.









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