Colaborador de la verdad.- Sonsoles
Fecha Monday, 12 September 2005
Tema 140. Sobre esta web


En su reciente visita a la Sinagoga de Colonia, el Papa Benedicto XVI dejaba muy clara su postura ante la barbarie nazi que le tocó vivir. Calificó el sistema alemán de la época como una ideología racista y demencial. Un neopaganismo siniestro, que constituyó la parte más oscura de la historia alemana y europea. También advirtió de los peligros del renacer de esas ideas en la Alemania actual.

Muchos biógrafos del actual Papa resaltan que cuando cumplió 16 años  en 1943 ingresó en las juventudes hitlerianas. Este hecho no le incapacita para opinar sobre el nazismo y para oponerse como lo ha hecho desde hace mucho tiempo. Nadie le puede decir que si no comulga con esas ideas es porque es un resentido, que el hecho de que a él no le fuera bien en ese régimen es la razón de su posición actual. Nadie le dice que siga su camino y se olvide de esos años pasados. Al revés muchos pensamos que precisamente por conocer el sistema por dentro, por haberlo vivido de muy cerca tiene todos los datos para informarnos a los demás de ello...



Algo parecido podemos decir del anterior Papa que vivió su infancia y juventud en un régimen comunista y muchos historiadores lo consideran como pieza fundamental para la caída de ese régimen comunista tan nefasto en su país y en otros de la Europa del Este.

 

Hace unas semanas nos escribía una joven de 15 años contándonos su experiencia- de este mismo verano- con las coacciones de las directoras para que entre en la Obra.   Muchos de nosotros hemos pasado exactamente lo mismo. La estrategia de convivencias+ club+ curso de retiro que termina en pedida de admisión. Así lo han descrito tanto Pedro como Miguel L. incluso Gualdalterio confirma que a los 14,5 años se entra en el Opus Dei y muy orgullosos están de ello.

Cuando leí por primera vez esos años pasados en las juventudes hitlerianas, la edad en la que entró Ratzinger allí pensé que puede ser una persona que entienda que el permitir o incluso incitar a niños de 15 o 16 años a entrar en el Opus Dei no está bien; nosotros que lo hemos vivido somos los más capacitados para denunciarlo, tenemos todo el derecho para hacerlo. No pretendo comparar dos regimenes políticos que tan demostrado está que han sido perjudiciales y criminales con la humanidad con una entidad que está aprobada por la Iglesia y muchos estados democráticos pero, aunque el Opus Dei piense lo contrario, el fin no justifica nunca los medios y los medios del Opus Dei son los que yo al menos denuncio.

 

Por eso no escribimos aquí desde el fracaso. No echamos la culpa de los avatares de nuestra vida al Opus Dei, sabemos que estamos en igualdad con el resto de la humanidad en todo, en lo bueno y en lo malo, nada de lo humano nos es ajeno pero no se puede admitir que si uno de nuestros hijos, un familiar cercano o nuestra pareja fallece es un castigo a nuestra deslealtad con el Opus Dei y si lo hace un hijo de supernumerarios es una prueba del cariño especial de Dios hacia sus padres. Que si tenemos  una enfermedad es por haber dejado el Opus Dei y si la tiene un numerario es un momento de acercamiento a Dios.

 

No tenemos nada que agradecer al Opus Dei, como parece que la institución no tiene nada que agradecernos. Nunca lo ha hecho. Nuestra formación académica es fruto de nuestro esfuerzo y el de nuestros padres que son los que pagaron nuestros estudios, el Opus Dei siempre fue un estorbo en esa formación. No podemos agradecer una formación espiritual al Opus Dei basada en filosofía y teología de garrafón que a algunos incluso ha intoxicado gravemente.

 

No es comparable nuestra estancia en el Opus Dei con un matrimonio y un divorcio. Cuando uno se casa lo hace sabiendo a lo que se compromete, existen unas leyes iguales para todos que regulan ese matrimonio. Se firma un contrato que se entrega a las  dos partes y queda registrado ante el estado o  la Iglesia que en caso de disolución actuarán en cumplimiento de las leyes vigentes no permitiendo que una de las partes imponga a la otra sus condiciones y niegue todo reparto de lo aportado a esa sociedad que es un matrimonio. No permiten que sea uno el que tiene todas las obligaciones y otro todos los derechos.

 

Recuerdo que cuando cayó el muro de Berlín, una de las primeras alemanas orientales entrevistadas por la televisión alemana salía de un supermercado occidental con un carro en el que solo llevaba un yogurt. El periodista le comentaba que la transición iba a ser muy dura, a lo que la señora contestaba: sé que ahora sólo puedo comprar esto, pero tengo la posibilidad de elegir el sabor, la marca... y además sé que en el futuro las cosas dependerán únicamente de mí. Ese mismo sentimiento de libertad experimentan muchos de los que dejan de ser numerarios o agregados.

 

El Opus Dei o cada uno de sus fieles en concreto tiene todo el derecho, y no lo digo con ironía sino muy en serio, a plantear un otoño caliente por la reforma de la educación y otros tendremos el mismo derecho a decir que no nos parece bien que el estado o las comunidades autónomas sufraguen con nuestros impuestos una educación que separa niños y niñas.

 

Tienen derecho sus numerarios a hacer todas las páginas web que consideren oportuno para difundir su mensaje. Yo no voy a preguntar por el servidor en el que se alojan si es de su empresa, del opus o de un amigo. Si el tiempo que ocupan en actualizarla lo sacan de su trabajo o lo quitan del apostolado o si hacer esas web es su encargo apostólico o su trabajo profesional. Si lo hacen en el tiempo  de la tarde, de la noche o del mediodía. Por tanto, como es lógico pretendo que respeten ese mismo derecho cuando yo escribo aquí.

 

El lema apiscopal de Benedicto XVI, sacado de la tercera carta de San Juan, es colaborador de la verdad, a mi me gusta y me adhiero a él. Desde aquí sólo pretendemos eso, colaborar con la verdad que se llegue a saber la verdad y toda la verdad sobre el Opus Dei.

 

Sonsoles

 







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