Atrévete a saber V: Armémonos de sentido común 1.- Idiota
Fecha Friday, 02 September 2005
Tema 140. Sobre esta web


Querid@s tod@s:

Aunque Santi no lo haya mencionado explícitamente, está claro que en OpusLibros existen dos tipos de contribuciones -que no se encuentran jamás en estado puro-: los testimonios (el relato de experiencias vividas en primera persona) y las críticas (el análisis y la interpretación de esos relatos). En el caso de los testimonios, entre las intenciones de sus autores se encuentra implícita o explícitamente el deseo de realizar una crítica, crítica que, en muchas ocasiones, se presenta entremezclada con el relato. En el caso de las críticas descubrimos la situación inversa: la crítica se realiza abiertamente pero ésta se fundamenta en experiencias personales que se pueden leer bien directamente, bien entre líneas...

Lo que parece claro es que Santi no distingue con precisión entre testimonios y críticas, de manera que se enfrenta a los escritos de OpusLibros unas veces en tanto que testimonios, intentando restarles credibilidad, y otras en tanto que críticas, enjuiciándolos de modo moralmente negativo. Esto se hace particularmente evidente en el párrafo que comentamos hoy en el contraste entre la anécdota de Itxu Díaz y el resto del párrafo. He realizado ya amplios comentarios sobre la espinosa cuestión de la credibilidad de los testimonios de OpusLibros (Atrévete a saber II-IV), con lo que no me detendré en problematizar la falta de analogía entre la anécdota de Itxu Díaz y el caso de OpusLibros. Hoy toca enfrentarse con otra cuestión presentada por Santi: el significado y el alcance de las críticas al Opus Dei.

Quizás valga la pena analizar el significado de la palabra "crítica" según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (versión internet). Las acepciones que nos interesan son las siguientes:

"8. f. Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.
[...]
11. f. murmuración. [> Conversación en perjuicio de un ausente.]
12. f. censura (ǁ reprobación).
"

Como se ve, la idea de "crítica" abarca, por un lado, el examen, el juicio y la expresión pública de su resultado y, por otro, el contenido negativo del juicio y su efecto nocivo sobre la fama de un ausente. Parece claro que en la realidad es difícil realizar esta separación, pero en el pensamiento lo vamos a hacer precisamente porque hemos decidido "armarnos de sentido común".

Yo diría que todo ser humano dotado de inteligencia tiene el derecho (y en muchas ocasiones el deber) de enfrentarse con la realidad, de examinarla y enjuiciarla, sobre todo con vistas a actuar o a dar un consejo: "examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (1 Tes 5, 21). En este punto me imagino que Santi y yo coincidimos. Ahora bien, al examinar la realidad y enjuiciarla encontraremos siempre, aun en las realidades más divinas de la tierra, luces y sombras. Refiriéndose a las personas, el Fundador no tiene empacho en afirmarlo:

"Somos criaturas y estamos llenos de defectos. Yo diría que tiene que haberlos siempre: son la sombra que, en nuestra alma, logra que destaquen más, por contraste, la gracia de Dios y nuestro intento por corresponder al favor divino. Y ese claroscuro nos hará humanos, humildes, comprensivos, generosos." (Es Cristo que pasa 76)

En todas partes, por tanto, encontraremos problemas, defectos, fallos, faltas, errores, equivocaciones, hasta ofensas y pecados, que se pueden constatar, enjuiciar y censurar como tales. ¿También en las personas del Opus Dei? También. ¿También en el Opus Dei como institución de la Iglesia? También ya que no va a ser el Opus Dei menos que la Iglesia:

"Pues mientras Cristo, santo, inocente, inmaculado (Hebr., 7,26), no conoció el pecado (2 Cor., 5,21), sino que vino sólo a expiar los pecados del pueblo (cf. Hebr., 21,7), la Iglesia, recibiendo en su propio seno a los pecadores, santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación." (Lumen Gentium 8; ver Comisión Teológica Internacional, Memoria y reconciliación: La Iglesia y las culpas del pasado).

Por tanto, no nos interesa tanto saber si hay aspectos problemáticos en la vida de los miembros o en la praxis de la institución, como saber cuál ha de ser la reacción ante ellos: ¿callar o expresarse en público, con todo lo que esto conlleva?

A primera vista, el Fundador es muy drástico en lo que se refiere a este punto: "No hagas crítica negativa: cuando no puedes alabar, cállate." (Camino 443) Da la impresión de que cualquier crítica negativa es expresión de falta de carácter y defecto de caridad y puede tener consecuencias negativas tan graves para la fe y la perseverancia en la vocación de las personas que nunca se pueden justificar: "Cállate. —No me seas "niñoide", caricatura de niño, "correveidile", encizañador, soplón. —Con tus cuentos y tus chismes has entibiado la caridad: has hecho la peor labor, y... si acaso has removido —mala lengua— los muros fuertes de la perseverancia de otros, tu perseverancia deja de ser gracia de Dios, porque es instrumento traidor del enemigo." (Camino 49)

Sin embargo, esta primera impresión engaña. Sólo conociendo el pecado, puede el pecador (sea quien sea) verse y aceptarse como pecador, arrepentirse, pedir perdón a los demás y a Dios y enmendarse. Es ésta la lógica que preside el antiguo consejo evangélico "Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano." (Mt 18, 15-17) Es ése el espíritu que preside la práctica de la corrección fraterna entre los miembros de la Obra (ver Codex Iuris Particularis §91) y, sobre todo, la dirigida a los directores, a la cual se comprometen los miembros de modo especial al hacer la Fidelidad (ver Vademécum de los Consejos Locales 78): "No descuides la práctica de la corrección fraterna, muestra clara de la virtud sobrenatural de la caridad. Cuesta; más cómodo es inhibirse; ¡más cómodo!, pero no es sobrenatural. —Y de estas omisiones darás cuenta a Dios." (Forja 146; ver, por ejemplo, Amigos de Dios 157-158)

Por tanto, no hay que callar sino hablar. Pero, ¿ha de ser en público? Es éste el contexto en que se deben leer las palabras del Fundador a favor del silencio citadas más arriba. En el caso de las personas, sin embargo, la cita evangélica no es tan drástica ya que justifica el recurso a la comunidad (quizá sólo a las autoridades de la comunidad) como "ultima ratio". En el caso de las instituciones, podemos aplicar por analogía la siguiente cita del Catecismo de la Iglesia Católica (2238), referida a los poderes civiles:

"Los que están sometidos a la autoridad deben mirar a sus superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones (cf Rm 13, 1-2): ‘Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana... Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios’ (1 P 2, 13.16.). Su colaboración leal entraña el derecho, a veces el deber, de ejercer una justa crítica de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien de la comunidad."

Aquí se observa la diferencia esencial entre los individuos y las sociedades. En el caso de los individuos, la corrección fraterna personal, de igual a igual o de superior a inferior, bastará para producir los cambios legítimamente necesarios sin necesidad de violar la privacidad y dañar el buen nombre del afectado. En el caso de las instituciones, tanto civiles como eclesiásticas, la experiencia muestra que son especialmente resistentes a la crítica (entendida como corrección "fraterna" de situaciones injustas y nocivas para las personas). Éste es el caso del Opus Dei, como he aclarado en otros escritos (Inmunología, 16.03.05 y Calcetín, 06.03.05). Por tanto, miembros y ex-miembros pueden tener en conciencia un deber de caridad y de justicia respecto del Opus Dei y de la Iglesia que lo cobija, de hacer públicos los resultados de su discernimiento y de someterlos a la consideración de las autoridades competentes y del gran público, contrarrestando prudentemente la imagen acrítica y unilateral presentada por la institución. No podemos olvidar las siguientes palabras del Magisterio que son igualmente válidas para el Opus Dei:

"Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad hasta el punto de que si algunas cosas fueron menos cuidadosamente observadas, bien por circunstancias especiales, bien por costumbres, o por disciplina eclesiástica, o también por formas de exponer la doctrina —que debe cuidadosamente distinguirse del mismo depósito de la fe—, se restauren en el tiempo oportuno recta y debidamente." (Unitatis Redintegratio 6)

Ahora bien, ¿hasta qué punto esta crítica tan necesaria se guía por los principios de la caridad y de la justicia? ¿Cómo evitar que degenere en murmuración? Este punto tan importante quedará reservado para una nueva entrega.

Un abrazo a tod@s

Idiota

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