Texto de interés.- Tartarín
Fecha Wednesday, 31 August 2005
Tema 140. Sobre esta web


Hola:

Para que sepais que la casualidad si existe, he encontrado este texto en un blog dirigido por un conocido numerario de la Obra. Este blog no tiene el cometido de defender el Opus Dei sino buscar la verdad (según el lema del sitio), tal vez por esto se permiten la libertad de publicar textos como el que va a continuacion (cuyo autor es Alejandro Llano) y que me parece que viene como anillo al dedo para entender bien la labor que Agustina & Friends realizan en este foro (aunque de cierta manera OpusLibros tambien podria reclamar para si el termino blog ¿o no?)

1) La expresión "conspiración leal" se sitúa en el contexto teórico de lo que podríamos llamar "republicanismo" o "humanismo cívico". Se trata de que los ciudadanos asuman la responsabilidad que les compete en la promoción del bien común, frente al estatismo y al mercantilismo, es decir, frente al monopolio del Estado y del mercado, que manejan los dos medios de intercambio simbólico circulante aparentemente más poderosos en la actualidad: el poder y el dinero. La actual situación produce, casi inevitablemente, la marginación de la gente normal y corriente, que carece de información relevante y de influencia, para hacer viable su aportación a la cosa pública. Porque, además, los "mass media" están, a su vez, en manos de monopolios blindados, en los que muchas veces se entreveran las terminales del Estado y del mercado.

Si se procura intervenir de manera sencilla y "cándida", no se consigue nada; o, mejor, lo que se logra es recibir un fuerte varapalo de los poderosos, a quines nada molesta más que la interferencia de agentes no acreditados por ellos mismos.

La única solución es, entonces, conspirar (en el sentido etimológico de 'cum spirare', respirar juntos, pensar juntos, actuar en colaboración). Como lo que se busca es el bien de la república y no el propio interés -lo cual resulta increíble para las fuertes dominantes, y muy sospechoso- la conspiración es leal y no perversa. Pero precisamente por ello resulta incluso más arriesgada, porque desconcierta y provoca una especie de metasuspicacias. De ahí que hayan de actuar pequeños grupos sin que su vinculación sea necesariamente conocida, aunque tampoco se pueda calificar de secreta: todo lo contrario, los únicos autéticos secretos son los de los poderosos/ricos. Todo esto puede parecer una ingenuidad y, sin embargo, la historia está llena de ejemplos importantísimos, en los que grandes cambios se han producido por la intervención de muy pocas personas. El caso más claro es el de la Revolución Francesa, obra de clubs a cuyos miembros se le conocía como "les philosophes", es decir, que no eran ni políticos, ni aristócratas, ni personas adineradas. Y cambiaron un país y un continente.

2) La manera de introducir estos cambios es fundamentalmente la cultura. El medio simbólico circulante más poderoso no es el dinero ni el poder, sino el significado. Si se cambian los significados, si se transforma el sentido, se pueden producir auténticos vuelcos. No hay nada más explosivo que el pensamiento. Por eso se persigue con más energía que la goma-2. Por de pronto, ya se ha logrado erradicarlo casi completamente de la enseñanza primaria y secundaria, aboliendo las Humanidades, mientras que casi todas las universidades se están convirtiendo en escuelas profesionales dedicadas a la formación de burácratas y tecnócratas: en algunas universidades la mitad del total de los alumnos estudia "Business Administration".

En el contexto de que se trataba, habría que pensar seriamente en las raíces históricas del terrorismo, en la situación del Islam, en los enfoques del fundamentalismo protestante, en el problema que plantea a los musulmanes el Estado de Israel, en la desmoralización de las sociedades occidentales, en el riesgo de "contragolpe" que lleva consigo la globalización, en la consagración de la violencia en las sociedades occidentales, etc. Todos estos temas están prácticamente ausentes del debate intelectual hoy; sólo se tratan de manera muy superficial y sesgada en los medios de comunicación. Entre tanto, el terrorismo está iniciando un ataque global a los países occidentales, en los que no se tiene ni idea (o, si se tiene, se oculta) de qué va la cosa.

De momento, hacer este tipo de afirmaciones es como predicar en el desierto, porque no a nadie parece agradarle la verdad amarga. No es políticamente correcto decir tales cosas. Las consecuencias de hacerlo son bastante desagradables, como he podido comprobar repetidas veces, algunas de ellas muy recientes. Pero considero que se trata de una responsabilidad moral de primer orden, en cuyo ejercicio que hay que partir de que uno puede estar equivocado, y admitir las rectificaciones sensatas, pero no la imposición de silencio."


Salud!

Tartarín







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