Algunas aclaraciones para Ana María/Amelia.- Isabel Nath
Fecha Monday, 29 August 2005
Tema 140. Sobre esta web


Querida Ana Maria/Amelia,

 

He leído tu correo del pasado día 19 de agosto, y a pesar de que hace algunas semanas me ‘despedi’ de la Web, el corazón me pedía a gritos que te contase algunas cosas para que comprendas mejor, porque de tu escrito se deduce a todas luces que no has entendido nada.

 

Me resulta muy tentador el entrar al trapo de tus acusaciones, insultos, faltas de caridad y despropósitos en general; intentar contra argumentar tus afirmaciones o intentar dar una respuesta sensata y sincera a los interrogantes que directa o veladamente planteas en tu escrito la verdad es que me divertiría muchísimo y me entretendría un buen rato, pero como tú te has dirigido a nosotros con seriedad y consideración no voy a hacerlo. Otras personas te han contestado ya porque les ha parecido oportuno hacerlo y la verdad es que lo han hecho muy bien. Yo en respuesta al hermoso texto que nos dedicaste el pasado viernes, voy a contarte lo siguiente:

 

Yo conocí esta Web el pasado otoño, cuando hacia un par de meses que me había trasladado a vivir a la India por motivos de trabajo de mi marido. Desde entonces he colaborado en ella, bien escribiendo u opinando de lo que me ha parecido más oportuno o contestando correos privados con mayor o menor acierto. En estos meses he tenido la oportunidad de tratar a través de la Web a muchas personas, cada una con sus peculiaridades, pero todas con algo en común: su historia de desamor en/con el opus dei. A algunas de esas personas hoy las puedo llamar amigas mías, y creeme que se me llena la boca al hacerlo. Aunque hemos intercambiado infinidad de correos hablando de los temas más diversos y por Internet nos hemos mandado fotos y hemos podido así vernos las caras, las conversaciones telefónicas India-España resultan todavía muy caras para un bolsillo medio como el mío (olvídate de las conversaciones India-Argentina o India-USA…). Pero este verano he podido viajar a Valencia (España) de donde procedo y donde vive mi familia, y el estar en Europa me ha brindado la posibilidad de poder hablar por primera vez con algunos de esos amigos. Quizás a ti este hecho te resulte banal, pero para mí te aseguro que ha sido importante y muy hermoso el poder poner voz a esas personas, el poder hacerlas ‘más personas’. Ahora cuando leo sus correos las ‘escucho’ ademas de 'verlas'. Carmen, Agustina, Jacinto, Elena, Suso, Sonsoles y Sabela son ahora ‘más reales’ y los siento más cerca de mí...



La voz de las personas es muy importante... Igual que los ojos son el espejo del alma, la voz de una persona, la entonación que da a las palabras, la forma en que enfatiza unas cosas u otras, nos dicen mucho de ella y nos ayuda a conocerla mejor. Cuando nos falta la voz los malentendidos son el pan nuestro de cada día (de eso yo te podría contar mucho, pero me has pillado sin ganas, quizás otro día). Una misma frase, si solo la leemos, en ocasiones puede sonar a lo más hermoso o a lo más terrible, sobre todo cuando tratamos de sentimientos y vivencias anclados en lo más profundo del alma de cada cual, como ocurre en esta Web. Aquí no hablamos del tiempo, ni del partido del domingo. Hablamos de los más altos ideales, las más profundas ilusiones, los más amargos desengaños, y los más tremendos sufrimientos. Ideales, ilusiones, desengaños y sufrimientos que son reales y verdaderos, vividos por personas con nombres y apellidos, con cara y con voz. Lo que se cuenta en esta Web, te guste o no (ya he visto que más bien no), no son relatos cortos de escritores más o menos noveles, son historias reales de personas concretas. Les falta la cara, claro, y en este caso sobre todo les falta la voz.

 

Teniendo esto en cuenta, voy a asumir que lo que te ha ocurrido es que te levantaste con mal pie e interpretaste mal... todo. Realmente es que lo has malinterpretado todo querida, desde la introducción hasta el Copyright, porque si no de verdad que no se comprende que hayas escrito lo que has escrito. Ahora, aún asumiendo esa mala interpretación de lo que has leído en la Web, me parece a mí que no sería demasiado pedir puesto que perteneces a una prelatura personal que se jacta de ayudar a sus fieles a ser santos en medio del mundo (de qué mundo es otro tema no aclarado que daría para mucho, pero como te decía me has pillado sin ganas), que cuando hablas/opinas/juzgas acerca de conductas/sentimientos/vivencias de otros seres humanos, lo hicieses con más respeto y con más delicadeza. Aunque solo fuese porque únicamente lo has leído y la falta de voz puede haber dado lugar a algún que otro malentendido… Lo contrario sería (es) muy grave. Mucho. Imagínate, sin ir más lejos, que alguna inocente y cándida  alma de san Rafael se acercase a la Web conducida sin duda por el maligno (como tú, por cierto; o también buscabas peluquerías?), y leyese por una de esas casualidades de la vida tu correo-alegato. Menuda mala imagen para la prelatura, maja... O no. A lo mejor a tí hasta te parece correcto lo que has escrito...

 

Cabría también la posibilidad de que no fuese un problema de mala interpretación, sino de algún tipo (no te asustes) de posesión diabólica. Que no te asustes...!; pero me reconocerás que semejante cantidad de faltas de respeto, faltas de caridad (ni siquiera ya ‘cristiana’, sino sencillamente caridad), insultos, injurias y demás lindezas que nos dedicaste, tienen difícil explicación en un contexto meramente natural; habrá que trascender. Así que, cuando busque a un siquiatra en las páginas amarillas como tan amable, delicada, cariñosa y consideradamente nos has recomendado, miraré de paso a ver si hay algún especialista en exorcismos que pueda echarte una mano y ya te digo, porque de verdad Ana Maria/Amelia que me has dejado preocupada; pero muy preocupada. Vamos, tanto que acabo de imprimir tu correo del otro día y se lo voy a mandar junto con una copia de este correo mío al mismísimo Prelado del Opus Dei, a los Vicarios (o como se llamen ahora) del Opus Dei en España (lugar de nacimiento de la Web) y Perú (pais de origen tuyo), a los Presidentes de las Conferencias Episcopales Española y Peruana (por el mismo motivo), y por supuesto al Papa. Para que no solo recen por ti como un ser anónimo incluido en un montón de no sé cuantos fieles de una prelatura personal, sino que te ayuden de forma más personalizada como tu problema requiere. Porque oye, igual que tu corazón amoroso de madre te ha movido a intentar ayudarnos de esa forma tan... qué se yo, digamos ‘peculiar’, yo no quiero ser menos, y oye, si te puedo echar una mano, pues te la echo encantada. Que yo también soy madre…

 

Y mientras el opus dei y la Iglesia se pronuncian al respecto de tu brillante y acertada intervención del otro día y toman las pertinentes medidas al respecto, mi sincero y afectuoso consejo es que nos demos un compás de espera y no movamos ficha. Eso sí, podemos ir rezando por tu complicado caso (mira que vemos casos complicados en esta Web, pero el tuyo en mi opinión bate el Guiness, de verdad). Luego, si pasado un tiempo prudencial vemos que nadie dice nada y tu problema sigue sin resolver, podemos pensar en algo que produzca más efecto, como sacarlo en prensa, o algo así…; cómo lo ves?. Vamos, a mí ni me va ni me viene, lo digo para que te hagan caso y te echen esa mano que pides a gritos. Que sí, que sí, que te lo mereces. ¿Tú no cotizas?; pues que te ayuden…

 

Bien, voy a ir terminando, pero no quiero acabar sin agradecerte tus oraciones y asegurarte que a pesar de la sutil ironía que se trasluce en algunos párrafos de este texto, tú también cuentas con las mías. Y no te preocupes que esas cartas salen mañana mismo, porque lo primero es lo primero, y a pesar de las discrepancias ideológicas estamos aquí para ayudarnos: tú intentaste ayudarme a mí y yo te ayudo a ti. Y tan amigas.

 

Un cordial, afectuoso y sobre todo maternal saludo,

Isabel Nath

 

PD: Para aquellos miembros de la prelatura del Opus Dei que leen los correos de esta Web (tantos…) y desconocen esa bellísima experiencia de la maternidad/paternidad (biológica, quiero decir), me gustaría aclararles que el hecho de ser madre para nada implica que tu lengua se vaya a volver viperina, y vayas a dedicarte a soltar sapos y culebras contra cualquiera que piense o viva de forma distinta a ti. El caso de Ana Maria/Amelia es una excepción que me atrevo a afirmar que se da con una frecuencia no superior a una entre 100 millones de madres. Así que si por uno de esos avatares de la vida alguien utiliza este caso para amedrentaros si tenéis la osadía de decir que queréis marcharos por otros derroteros, por favor ignoradles.

 

Por norma general la maternidad te agranda el corazón, te hace más tolerante con los defectos de los demás y más comprensivo ante sus necesidades. En un corazón grande, tolerante y comprensivo no caben esas palabras.

 

Nota de la web para Isabel Nath:

 







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