De los 23 a los 33 años (Cap.2 de 'Mi historia en la Sectaprelatura').- Coquis
Fecha Wednesday, 10 August 2005
Tema 010. Testimonios


'De los 23 a los 33 años:

los más sectaestupefacientes de mi estado prelaturial'

 

Cap. 2 de 'MI HISTORIA EN LA SECTAPRELATURA'

 

Enviado por Coquis, 10 de agosto de 2005

 

 

Un feliz jueves, justo cuando terminaba de hacer la charla me dijo Vivi: bueno de examen particular, si te parece bien: decir como jaculatoria “hágase, cúmplase y sea alabada la santísima voluntad de Dios”. Ok?  Yo contestando sí OK. Bueno pues quiero decirte que nos informaron de la delegación que te vas a GGG. Yo contesté inmediatamente: Pues si Dios lo quiere, yo lo amo y hoy mismo hago las maletas. Ya tienes el boleto de avión?  --avión? , CAMIÓN, querida que somos pobres, no se te olvide…



Llegué después de varias horas de autobús a GGG. 

 

Después de un Univ de regreso de Roma, pasé por Nueva York por problemas con la interconexión y en el centro de New Rochel vi que Don Alvaro les dejó varios objetos del avión, que solo se dan en primera clase, así que sobra decir que igual que en todas partes, inclusive los regimenes soviéticos hay clases, lo que pasa es que los méritos para llegar al lugar de goce se consiguen de modo diversos. En el Opus Dei es muy fácil: basta obedecer!, la obediencia es omnipotente, porque en cuanto se cuestiona se esfuma todo. Es como vivir drogado, una maravilla mientras dura la hipnosis. De ahí el dicho: Si en la borrachera te ofendí en la cruda me quedas debiendo… Asi es la sectaprelatura una borrachera estupenda, lo malo es cuando, se despierta y se ve la realidad, cuando todo se descubre que no era sino apariencia (Ya lo decía Gracian: Es más importante parecer que ser)… se pasa sin saberlo poco a poco del juego a la teatralidad, a la superficialidad de la superficialidad, y luego el gran salto: solo se atreve quien no tiene personalidad propia o quien no tiene otro lado a donde ir: Una cosa es para afuera: pagina web y libros promocionales de la Sectaprelatura y otra cosa por dentro: mentira, engaño, fraude…

 

(Nota: He denominado a la institución “sectaprelatura”, aunque me parece un pleonasmo, ya que la prelatura tiene en su intrínseca naturaleza para la mejor distribución del clero, el carácter separatista, sectario, pero el título de “secta” pienso que obedece a que el Opus Dei, por tanto querer huir de los modos clericales y considerarse lugar de laicos entregados, incurrieron en el mismo problema de las sectas protestantes).

 

Decía que había llegado a GGG. Me fue a recibir a la estación de autobuses una elegante numeraria, directora de San Miguel de la Delegación y la directora de San Rafael. No me conocía pero no tardamos en identificarnos: El aire de familia, ese cariño y sonrisa como de quien encontrara a su más antigua y querida amiga, hija o hermana. Me llevaron en su Nissan blanco hasta la delegación donde me invitaron a cenar y luego de una charla en donde me dijeron que llegaba como agua a tierra seca, en que se esperaban mucho de mí, me llevaron a mi nuevo centro. La directora ya me espera, mi cuarto preparado con una hermosa tarjeta de bienvenida, me hicieron el tour de la casa, me dejaron el horario del centro en una hoja, todo, absolutamente era perfecto, el oratorio toda una obra de arte… el centro era de numerarias auxiliares y todo giraba en torno a las administraciones. Yo llegaba para elevar el nivel intelectual del centro y para trabajar en una nueva universidad.

 

Yo llegué a la universidad y me hicieron sentir como señora feudal. Todo absolutamente todo se hacía como yo decía. Pienso que al cabo de los años esto me ayudó mucho porque me comparaba con mis compañeros de generación y ellos ganaban no solo menos sino que no tenían una oficina propia ni daban ordenes a profesores de más de cuarenta  años… Yo lo atribuía todo a mi brillante talento y gran inteligencia… En mi forma de actuar ni Hitler me hubiera superado. Por ejemplo en nuestro comité de admisiones se funcionaba asi: se separan los folios de candidatos hombres de un lado, de mujeres en el otro. Teníamos 80% solicitudes de mujeres y 20% de hombres. Todos los hombres, por el solo hecho de haber tenido el privilegio de haber nacido así eran admitidos, salvo que probaran con esfuerzo lo contrario (solo recuerdo de un caso que no aceptamos por tener 35 años y haber sido cura). Luego entrábamos a las mujeres, se seleccionaban por universidad, ya que no era lo mismo venir de una escuela pública que de una privada seleccionada. Entre ellas, yo directamente hacía la última selección, para pasar al comité (con no más selección que dirección donde habitaban, es decir las buscaba de colonias ricas, ya que necesitábamos construir un ambiente elite, donde todos quisieran venir para hacer relaciones, finalmente la selección era la fotografía, mujeres guapas que pudieran pitar de numerarias. Entre mis lecturas de aquel entonces estaban los diálogos de Platón y me impactó mucho eso de que “la belleza otorga una superioridad natural”). Para reforzar mis criterios de selección estaba el comentario de la entonces secretaria regional que decía que “para mandar numerarias a los Estados Unidos no bastaba tener la visa, era necesario además ser rubia, porque no hay labor con negros, las pocas negras que han pitado es porque lo han hecho en España” (ya sé que suena terrible ahora, pero en aquellos años, incluso el fundador decía: tengo hijos blancos como los Ángeles y negros como mis zapatos”).

 

Eso de darle a una persona tan joven tal responsabilidad lo agradezco mucho, ya que me hizo saltar etapas, creerme que yo era de otra estirpe, la de los hijos de Dios seleccionados… (Ahora pienso que esa irresponsabilidad de la prelatura de darle a jovencitos puestos de dirección mientras que a los experimentados los recluyen en centros de mayores, si no es que por el mobbing realizado los expulsan, sigue el mismo criterio de otros grupos fanáticos. Esto tiene un gran riesgo: queman a quien no esta preparado para tal cargo).

 

A propósito de fanáticos:

 

En una excursión en mi curso anual coincidí con la directora de estudios de la asesoría y me preguntó si había pensado en irme al Colegio Romano, dije que no porque aunque me gustaría pensaba que no tenía el nivel de vida interior requerido, era muy humana y me faltaba visión sobrenatural. Ella me dijo que me encomendaría y que yo también lo pidiera, no solo a Dios sino también a las directoras, porque en el Colegio Romano podría aprender muchas cosas y también crecer en vida interior.

 

Dicen que el amor es ciego, y yo estoy convencida que no solo ciego, sino mudo y sordo. En esta época yo era del Opus Dei y el Opus Dei era mio, absolutamente todo era perfecto, si llegaba a pedirme trabajo un profesor que decía que había perdido su puesto en una obra corporativa porque llegó una directiva del prelado diciendo que fueran miembros de la Obra los directores, entonces yo pensaba que era mentira lo que él afirmaba y que no era sino atribuido a su ineptitud y mi universidad no era refugio de expulsados y menos profesores de niveles no universitarios…

 

Si veía que se presionaba a una numeraria grande para que no fuera gravosa, pensaba que seguramente me faltaban datos para juzgar, porque seguramente ellas sabían más, y ese modo de actuar es para que las mayores no se aburguesen y quieran vivir de sus rentas… (que dura es la juventud al juzgar).

 

En el casa donde vivía moraban unas numerarias “extrañas” y yo con un gran cariño, recibía solamente muestras de afecto de ellas. Por ejemplo, a una hipocondríaca que no sé si realmente estaba enferma o era depresión, llegaba a su cuarto (junto al mío) y le decía: Hola, qué gusto tenerte todavía por aquí, cómo está mi tesoro? Pensé que ya estarías en una caja fuerte del banco…  A lo que ella contestaba, no- no- no querida, para eso te falta, antes me entierras, ya voy a bajar a cenar? (en la Sectaprelatura se predica que los enfermos son su tesoro, pero sorprende lo bien que viven la pobreza con ellos, porque se desprenden de ellos con una gran facilidad)

 

En la casa inmejorablemente mejor tratada, me daban un tratamiento de magnate, intelectual, ni Miss Simpatía hubiera sido mejor acogida. Yo no leía, veía, oía, hablaba con alguien diverso al circulo del Opus Dei, me parecía lo único limpio, perfecto, feliz… Así que si veía que en Noticias le cantaban al Padre, yo me esforzaba los fines de semana en aprender a tocar la guitarra y en aprender a cantar canciones locales para cuando me fuera al Colegio Romano. Las auxiliares son un boleto de ida y regreso como se les trata. Así que basta invertir 1 de cariño y se recibe 10. Yo las llevaba de excursión, les acompañaba de compras de ropa, nos íbamos de romería… En fin me esforzaba en que la Directora no pudiera encontrar un apoyo tan incondicional como el mío. La Obra era mi familia, mi trabajo, mi círculo de amistades, mi todo… en una palabra yo no era yo, era la Obra quien vivía en Mí y yo no tenía otro ideal que hacer el Opus Dei siendo yo misma Opus Dei. 

 

En esos momentos de mutua felicidad… a alguien se le ocurrió que podría hacer mucho apostolado en una casa de San Rafael… Fracaso total, pues estando en ese centro, me la pasé fatal. Llegaba en la noche y las de San Rafael de “travesura” habían quitado el queso y salami a la pizza y me dejaban el pan seco… Así que para no interrumpir en la labor ni molestar a la administración, mejor comía cualquier cosa antes de llegar a la casa donde no encajaba para nada… pedí el cambio y a pesar de ello me dijeron que una numeraria debe saber adaptarse a todos los ambientes y además solo faltaba poco tiempo porque ese año, seguramente sí me podría ir al Colegio Romano…

 

Me vinieron vómitos, dolores de cabeza y de espalda… Me llevaron a médicos, al principio pensamos que eran parásitos pero nada… luego llegó el neurólogo quien descubrió que tenía “inmadurez en la corteza cerebral”… Caí de la gracia de todos, ni en Gattaca, la película de los genes pre-diseñados hubieran respondido así. Me dieron medicamentos para tratar a niños hiperactivos, otras pastillas que me hacían llorar sin causa, el médico se le ocurrió decir que tenía trastornos hormonales y que no podría tener hijos… un día les di un gran susto, pensaron que moría… todo consecuencia de la sobredosis médica que olvidé que ya me la había tomado y dupliqué la dosis.

 

Nuevo cambio de centro, regresé a mi centro predilecto en mi ciudad natal. Me propusieron irme a casa de mis padres una temporada mientras me mejoraba… pero y Roma?  Y mis planes? Y todo lo que me habían dicho? En el nuevo centro dejé las pastillas me la pasé fatal tres meses y luego… Nuevos bríos, pero profesionales, porque nunca más pude recuperar la confianza de la Sectaprelatura. Había que dejar el paso a las jóvenes…

 

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