Desde mi pitaje hasta los 23 años (Cap.1 de 'Mi historia...').- Coquis
Fecha Monday, 08 August 2005
Tema 010. Testimonios


 
 

'Desde mi pitaje hasta los 23 años'

 

Cap. 1 de 'MI HISTORIA EN LA SECTAPRELATURA'

 

Enviado por Coquis, 8 de agosto de 2005

 

 

Leí un articulo  antes de entrar en la universidad en donde se mencionaba que el Opus Dei tenía como carisma, es decir aquello que lo diferenciaba del resto de organizaciones dentro de la Iglesia católica que se dedicaba a tratar principalmente con los intelectuales. Yo, quien en aquel entonces todo lo que leía se creía, pensé que esa era mi lugar... 



Mi ambición y mi inexperiencia eran infinitas. Así que con toda mi ingenuidad me enrolé en la Universidad de la ahora sectaprelatura, luego fui a preguntar a la secretaría de la facultad en donde me podía inscribir, a lo que la buena mujer (luego me enteré que ni cooperadora era) me dijo que no me preocupara que si era buena alumna seguramente ellos me contactarían.

 

Sin embargo llegaron los primeros examenes, obtuve los mejores grados y nada… Así que al saber que uno de mis compañeros era de la Obra le pedí me invitara, pero me contestó que mejor conociera los escritos del fundador y luego habláramos (este ejemplar numerario, a los pocos años de terminar la carrera desapareció y hace un par de años me enteré que dada su poca experiencia profesional se la pasa bastante mal)… Finalmente estando afuera del salón de clases conversando con una compañera llegó alguien y le invitó a un retiro (ellas se conocían porque estudiaron la preparatoria en labores corporativas antes de la universidad). Mi amiga Nieves dijo que no, pero yo me permití interrumpir su conversación y apuntarme, a lo que la numeraria contestó que no sabía si todavía había lugar.

 

Fui a ese retiro y al hablar con el sacerdote dije que quería ser de la Obra. Me dijo que antes tenía que conocer… y yo con gran seguridad dije que ya había leído Camino y Es Cristo que Pasa… Así yo queriendo y el Opus nada, nada de nada… mi curiosidad por esta santa mafia (al paso de 25 años descubrí que son más mafia que santa) aumentaba, hasta que Nieves me dijo que se comportan peor que novios, basta decirles “no” para que ellos sean los “rogonoes”… dicho y hecho: a los tres meses me plantearon la vocación, y pité. Sin ni siquiera haber asistido a una sola meditación o círculo. Bastaron dos entrevistas con la directora del centro, la primera para darme como encargo la venta de libros, de hecho ese día me dio un Via Crucis para que lo meditara y le pregunté cuanto costaba, me dijo que no lo recordaba, pero que no importaba que la próxima vez que fuera por el centro me daría el precio. La siguiente que fui por el centro pregunté por ella, con no más intención que pagarle el libro, pero ella en cambio me propuso escribir la carta y yo pensando que había sido invitada al círculo de iluminados intelectuales acepté de inmediato… ese libro ha sido el más caro ejemplar que pude haber adquirido en mi vida (ver próximos capítulos).

 

Mis charlas de primera formación me las dio Angelita, una numeraria mayor (tenía como 45) y cuando me fui al centro de estudios a la pobre se le ocurrió llamarme e invitarme a que le acompañara a encontrar una pieza para su automóvil que le habían robado. Lo conté en la charla con el sacerdote (en el centro de estudios se tiene: cada semana charla fraterna y confesión, más aparte con otro sacerdote una “charla”). El caso es que Angelita la cambiaron de ciudad, no sé si tuvo algo que ver lo que dije, lo comenté en la charla del centro de estudios y me dijeron que en la Obra no se juega con las amistades particulares, siempre se arranca todo de raíz antes de que llegue a más, porque convivir entre puras mujeres si falta visión sobrenatural… tú me entiendes verdad? … me hizo sentir una gran traidora, de tal suerte que jamás volví a mencionar nada de “amistades” dentro de la obra.

 

Después, al salir del centro de estudios me asignaron a una casa de San Rafael donde las asistentes eran universitarias de pedagogía y filosofía (nada de famosas intelectuales pasaba por ahí y cuando lo decía, la directora decía que eso era porque yo no hacía apostolado y que la casa esperaba que llegaran mis amigas intelectuales… las veces que lo hice “me quemé” por las preguntas “idiotas” de las participantes, por ejemplo en cierta ocasión un admirada catedrática mencionó que en este tercer mundo se requiere más justicia y menos misericordia, porque los pobres tienen derechos por el hecho de ser hombres no porque graciosamente les demos limosna… A la directora se le ocurrió dar prácticamente otra conferencia sobre los problemas de la teología de la liberación…)

 

En esa casa vivía una numeraria que me “adoptó” llamémosla Aida, me solucionaba todo lo que se me ocurría. En una noche vimos una película, hacía frío, y lo dije en voz alta, al poco tiempo Aida se paró y amablemente trajo una “ruana” que cubrió mis faldas y las de ella. La película era de la segunda guerra mundial (de esas que no hay un solo beso pero incontable sangre, de esas que sí pasan la censura y pueden ser incluidas en la lista de la delegación). Como a la media hora de repente Aida puso su mano bajo la ruana y delicadamente toco mi mano… nadie, en mi vida, me había tratado así. La voltée a ver, ella se sonrió y cerró los ojos. Yo me asusté y me levanté, diciendo que por ser tan noche prefería irme a dormir… Como a los veinte minutos, cuando yo estaba ya en la cama y todas seguían viendo la tv apareció Aida y como si fuera mi madre me dio un beso en la frente, me dijo buenas noches y se fue. A la mañana siguiente (antes de la oración y S. Misa) hacíamos limpieza y al bajar la escalera, Aida se me acercó y me dijo algo así como: "discúlpame, te aseguro que nunca más va a volver a pasar, te pido una disculpa y por favor no lo digas". Yo la ví y como, a decir verdad, a la directora, autentico general de ejército no le tenía la más mínima confianza y a la persona con quien hacía la charla me parecía todo lo opuesto a “intelectual”, dejé pasar el tema y terminada la limpieza en lugar de hacer la oración y Santa Misa con todas, me fui a la Universidad antes, como solía hacer los días en que me tocaba “guardia”. A nadie llamó la atención. Fui a confesarme y se lo conté al cura. Quien en lugar de decirme “no le des importancia y déjate de tonterías”, me hizo preguntas como: y te ha tocado en otra parte, los pies, el cabello… o en otro lado, cualquier otro lado? Y en donde dices que fue el beso, fue solo uno? cuanto duro?… nunca en mi vida me había sentido tan avergonzada de un proceso tan inquisitorio. Me sentí fatal… al grado que lo que ocasionó es que nunca más conté algo en la confesión para evitar que volara la imaginación de los pobres curas y no ser yo quien cargara con sus malos pensamientos a la hora de mi juicio final.

 

En este centro mi amistad con Aida creció, pero no pasaba de recomendarle libros y ella a mí contarme de la enfermedad de su madre. Por ejemplo entre las “confindencias” que me dijo fue que le amonestaron por haber utilizado el automóvil del centro para llevar a su madre al medico… Y qué querían que en el estado en que se encuentra la suba a un autobús? … Aida esporádicamente me invitaba a rezar el rosario en la calle (pero la directoria, me sugirió que el rosario mejor lo rezara sola en el oratorio antes de la cena, para acompañar a Jesús en el Sagrario. En otra ocasión me dijo que Aida estaba mal de salud, muy tensionada por la enfermedad de su mamá y que notaba que ella, después o antes de pasar a dirección a decir que ya había llegado, pasaba a verme… me pidió que le hiciera una corrección fraterna para recordarle que yo no era la directora… y tal cual, así hice la corrección y todas las que me pidieron (nunca en mi vida hice una delación por propia cuenta): Aida, sabes… quería decirte que mi general Margarita me pidió que te hiciera una corrección: “xxx” así que dime si es falta de unidad decirtela así, porque si fuera el caso, entonces me quedan dos vías: la primera es ser mártir de guerra y proclamarme directora de facto o la segunda pedir que me cambien de casa porque valoro más la verdad que la amistad, y tu amistad a este regimiento)… Aida simplemente me dijo ve a ver a Margarita y dile que ya la hiciste…

 

En cierta ocasión recuerdo que no aguantaba más el ambiente de chacoteo que tenían las de San Rafael (que eran alumnas bachilleres, tan superficiales como ruidosas y tontas) Ese no era mi ambiente… No encontraba la prometida intelectualidad… luego vino mi interés por ser “de la selección”, es decir por irme al Colegio Romano, pero será otra historia…

 

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