Misterios por resolver (IV). Algunas conclusiones provisionales.- Marypt
Fecha Wednesday, 20 July 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


Aunque continuo a la espera de aclaraciones acerca de la fundación del Colegio Romano de Santa María, recibí ya la apreciada ayuda de Dionisio (03/07/05) en relación a los Misterios por resolver (III) de 01/07/05. Pienso que se pueden formular algunas conclusiones (que dirijo expresamente a la actuación de numerarios/as, pero que, con las debidas adaptaciones, se pueden aplicar a los agregados/as):

1.   Los numerarios/as tienen en la Obra un papel fundamental de “orientación espiritual” (no uso aquí la expresión “dirección espiritual” para reservar esta última para la actividad ejercida por los sacerdotes) de todas las categorías de miembros, de los cooperadores y de la generalidad de las personas que se aproximan a la Obra.

2.      Sin embargo, la formación intensiva que numerarios y numerarias reciben en el Centro de Estudios apenas integra, por un lado, componentes doctrinales y religiosos; y, por otro lado, aspectos de asimilación del espíritu y reglas de la Obra.

3.      No parece que alguna vez haya existido cualquier preocupación con la formación en materias tan importantes como la Psicología, Sociología; Pedagogía y otras, para quien se prepara para ejercer tareas de “guía de otras almas”.

4.      Además de eso, a lo largo de la vida (en concreto en los famosos cursos anuales) el contenido de la formación se mantiene dentro de los parámetros usados en el Centro de Estudios, por lo que no se verifica ninguna preocupación con la formación de los numerarios/as en función de las circunstancias sociales y humanas en que en concreto se encuentran trabajando (y que naturalmente no se mantienen estáticas a lo largo del tiempo)....



Apreciación

Estos hechos son ya por sí bastante graves, porque revelan que los numerarios/as que durante años y años reciben las charlas fraternas de los miembros de la Obra y atienden a otras personas no disponen de una adecuada preparación humana para orientar el alma y la vida de los “orientados”.

Y, como los asuntos tratados en la charla son mas extensos que los tratados en la confesión y en la dirección espiritual con el sacerdote, los riesgos de esta conducta “apartada” de la vida de otros pueden ser muy elevados.

Voy a intentar ejemplificar:

a.       ¿Cómo puede alguien que atiende a otra persona distinguir entre problemas de orden espiritual y problemas de orden psíquico del “orientado”?

b.      ¿Cómo puede aconsejar esa persona en materia de relaciones afectivas: relación de enamoramiento, relación conyugal, relación con los hijos, relación con los padres, etc.?

c.       ¿Cómo puede comprender las especificidades de la personalidad y carácter de cada uno de forma a adaptar la multiplicidad de “reglas de la Obra” a una persona concreta?

Bien, a lo que parece, la forma como la “orientación espiritual” conducida por laicos se concreta, depende enteramente de la experiencia y de la sensatez de las personas en cuestión, por lo que tal “orientación” se reviste de riesgos mayores de lo que la tradicional “dirección de almas” de los sacerdotes:

·        Por un lado, porque esta “dirección espiritual” llevada a cabo por los sacerdotes se integra plenamente en su “munus ministerial”;

·        Después, porque tal “dirección espiritual”se circunscribe, por definición, a materias esencialmente espirituales;

·        Por fin, porque se espera que la preparación humana de los sacerdotes haya sido más cuidada; al menos es lo que pasa actualmente en la mayoría de los seminarios diocesanos y de los seminarios de las órdenes religiosas. ¿Ocurrirá mismo ocurre en el Colegio Romano de la Santa Cruz donde se realiza la formación de los sacerdotes numerarios?

Consecuencias

Las consecuencias negativas de la “orientación espiritual” llevada a cabo por los directores/as sobre la vida de numerarios/as y agregados/as están a la vista en centenares de testimonios de la web. La verdad, numerarios/as y agregados/as se encuentran sujetos a un control “estrechísimo”: por parte de aquellos con quienes hacen la charla fraterna; por parte de los directores de los centros; y, todavía, por la práctica perversa de transmisión y manipulación de los datos recogidos en esa orientación espiritual. Los daños causados son frecuentemente muy graves o hasta fatales para la salud física y psíquica de los “orientados”.

 

Pero esta metodología adoptada por la Obra tiene también consecuencias en relación a los miembros supernumerarios y las demás personas que se aproximan a la institución. Se destaca, como especialmente peligrosos, los “consejos” que pueden constituir intromisiones perturbadora en la vida sentimental, en la vida conyugal y en la vida familiar de las personas “atendidas”.

 

Pero, en general, son innumerables los riegos creados. Pero una vez, procuraré ejemplificar: Como bien se sabe, es parte integrante del “espíritu de la Obra”, tanto el cuidado en las cosas pequeñas, como la preocupación por el aprovechamiento del tiempo y, todavía, la atención al orden material ( y no sólo material). Cuàntos círculos y charlas no tuvimos acerca de estos tres temas.... Pero ¿habrá algún responsable de la Obra que se haya preocupado por el hecho de que estas ideas generales no debieran ser aplicadas de forma sistemática a todas las personas?! Tratándose de personas “perfeccionistas” que, por su propio carácter ya tienen tendencia a exagerar la preocupación con el orden, el cuidado de las cosas pequeñas, etc. ¡Cómo no condenar el hecho de desconocer que ese tipo de orientación tiende a crear personas con “obsesiones”, por ejemplo, con la limpieza, el arreglo de los objetos, el cumplimiento milimétrico de todas las funciones, etc.! ¡Por de pronto se volverán seres incompatibles con una saludable vida familiar, profesional y social!

Quiere decir que criterios abstractamente positivos, en esta como en muchas otras materias, no pueden de forma alguna ser aplicados a todas las personas de la misma forma. Y no basta decir que la charla fraterna, siendo personal, pretende precisamente individualizar esos criterios. Eso sólo es verdad hasta cierto punto, porque –regla general- la persona que orienta nunca llega a abdicar de imponer dichos criterios del “espíritu de la Obra” Cuando en muchos casos tendría, pura y simplemente, que abandonarlos. En la situación referida diría la persona dirigida: El criterio de “el cuidado de las cosas pequeñas” ¡no es para ti! Cuando llegues a casa (que puede ser un centro de la Obra) ¡no debes preocuparte con menudencias como colgar el abrigo o guardar la cartera! Cuando termines el trabajo ¡no tienes que comprobar exhaustivamente si todos los libros, hojas, objetos de escritorio están en su lugar! De vez en cuando debes romper con la rutina de tus quehaceres e ir a pasear libremente por la ciudad donde vives, haciendo algo que te dè gusto, como entrar en una librería, mirar a los niños juguetear en el jardín, tomar un refresco sentada en una explanada... Si hay personas que dependen de ti, telefonéales simplemente para avisar que ese día vas a llegar más tarde...

Lo que debería ser “la charla fraterna”

Por mi propia experiencia, reconozco que la disponibilidad de una persona laica para atendernos en “charla fraterna” puede constituir una ayuda significativa. En efecto, en el mundo actual hace mucha falta que haya quien nos sepa escuchar y nos pueda dar un buen consejo.....

Pero, para que se evitasen los graves vicios que el sistema establecido en la Obra encierra, esa “orientación espiritual” debería ser completamente diferente de aquello que efectivamente es:

·        En primer lugar porque no debería ser impuesta, pero buscada por iniciativa de cada uno que, en cada momento, juzgaría la ventaja o no de esa ayuda; en ciertos períodos la buscaría, en otros no lo haría;

·        En consecuencia, cabría que cada uno escoja la persona que atendería su “charla” (eventualmente dentro de algún parámetro, como el de escoger un numerario/a que habite en la misma ciudad);

·        Y, punto más importante, el contenido de la charla sería básicamente definido por quien la pide y sería usado sólo de consejo abierto a la libertad de decisión del aconsejado y nunca el estilo impositivo del llamado “consejo obligatorio” (ver Antonio Esquivias, Dirección Espiritual”, nº 1) ¡que no pasa de una contradicción intrínseca!

Claro que si se llegase a realizar este cambio, se habría “destruido” aquello que la Obra considera ser su “más importante medio de formación”!

Pero habría nacido algo que verdaderamente se podría llamar como “charla” y, sobre todo, apellidar ¡“charla fraterna”! 

Marypt

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