Para Ana S.

Te entiendo perfectamente. Yo también fui ese exnumerario que empezó a salir con una chica inteligente a la que quise convertir en el cubo de la basura de todas mis dudas. Yo fui el alfarero que quiso modelar a la mujer diez, a la imagen y semejanza de no sé qué. A ella acudía decidido a cambiarle su vida, su estilo, su manera de pensar, su manera de vestir. En el Opus se está muy acostumbrado a eso: a que uno no piense por si mismo, que ya están tus directores para decirte lo que debes hacer, pensar o decir; y a la vez que te programan, tu mismo tienes que programar a los demás: es la manera de reafirmar y hacer creíble tu pensamiento; perdón, su pensamiento.  

No sé qué aconsejarte majetona, pero el camino que tienes con ese noviete es duro y arduo. A tu novio le queda todavía un gran camino que recorrer. Cuando salimos de la Opus, en el fondo se nos hace creer que nos hemos equivocado, y que hemos defraudado a Dios. Nos hemos salido del camino correcto, y hemos de expiar nuestro pecado. La manera de superar el fracaso es seguir valorando a la Obra, sus virtudes, los valores que nos han enseñado. Seguir dando gracias a Dios por aquellas amistades que nos dejaron más tirados que un perro: las ensalzamos como si les debiéramos nuestro ser, lo mejor de nosotros. Y nos engañamos creyendo que tuvimos la gran suerte de haber conocido la Obra.  Y es que al enfrentarnos a la vida real, después de nuestra falsa huida, nos quedamos solos e indefensos, con la añoranza de aquella vida en la que teníamos todo claro, clarísimo, clarisísísísísísimo.  Vamos preciosa, que de salirnos nada de nada, seguimos tan enganchado o más que antes.  

Tengo 42 años, una mujer maravillosa y cinco hijos. Si una hija mía estuviera en tu situación no me gustaría que perdiera el tiempo con este chico.  Mi mujer pagó un alto precio. Pero eso es otra historia.

José Miguel