Vaya por delante. (Alguien sabe... Cap.15).- Satur
Fecha Tuesday, 13 January 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


Cap.15 de '¿Alguien sabe qué es el Opus Dei?'
(Enviado por Satur el 13-1-2004)


Vaya por delante que no pongo en duda el juicio de la Iglesia sobre la santidad de san Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Como tampoco tengo ninguna duda sobre la futura santidad de Kiko Argüello, de Luigi Guissiani, de Chiara Lubich, de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, de Jean Vanier, de Don Esteban Gobbi, de la hermana Glenda, y tantos y tantos más; inclusivamente de mí mismo, arropado, impulsado y celebrado por los millones de Orejas que ya en vida me tratan como a un santo.

Prometo enviar mechoncetes de pelo, o trocitos de chollas, a todo aquel que me lo pida. A la Piedra no le he comentado nada de esto, pero algo sospecha: ayer me vio colocando cuatro pelillos en una bolsita de plástico y me dijo ¿a quién pido hora al Doctor Enrique Rojas o al Doctor Mengele?.

Nos preguntaba José Carlos qué nos diría San Chema -no me separéis la Che de la Ma- cuando nos lo encontráramos en el Cielo. A mi, la verdad, no me importa cruzarme con él siempre que él esté en su nube, con sus alitas, con su arpa y su coronita, y yo en la mía. ¿Qué el tiene un arpa más chula que la mía?, pues vale. Pero cada uno en su nube. Además, pienso que en el Cielo nos vamos a encontrar gente que nos va a dejar muy, pero que muy sorprendidos. Mal que les pese a algunos.

Se extendió una especie de milagro por los centros de la obra de Adonays, a la muerte de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. Y es que, -se decía-, la Jefa de Servicio del Hospital donde falleció era numeraria -biógrafa de San Josemaría para más señas-, y que convenció a aquella "Roja" que animaba a las tropas republicanas a dejar embarazadas a todas las monjas que se encontraran por su camino, para que se arrepintiera de sus pecados y se convirtiera antes de morir. Y se comentaba que así fue; apareció un sacerdote que la confesó, le impartió la Unción y la Comunión. Bien, así me lo contaron, y me lo creí. Y lo iba contando por charlas, convivencias, retiros, como cuento yo las cosas, o sea, que parecía que yo mismo estaba de monaguillo de las ceremonias de conversión de La Pasionaria. En todas, repito, en todas las charlas, los culos se removían en los asientos, la gente carraspeaba, extraños movimientos de tensión se advertían, sobretodo en supernumerarios, numerarios y agregados de cierta edad (esos de "a mi derecha, la pared"), y no faltaba quien al terminar la charla venía escandalizado porque "ésa" se había salvado.

Todos tranquilos. Coincidí con la Jefa de Servicio en la presentación del libro sobre San Chema y le pregunté si era verdad la anécdota. Me contestó que sí era vedad que La Pasionaria había fallecido ingresada en su servicio, que también lo era que ella le atendió en su enfermedad... pero eso de que se hubiera convertido, que un jamón con chorreras, que no murió cantando "los curas y las monjas, ¡¡¡no nos moverán!!!..." porque estaba afónica que si nooooo.

Me voy del asunto -me he divertido-, que diría Santa Teresa. Para mi hay comportamientos en vida de Josemaría que, contri menos, me parecen sospechosos de "puntazos", pero puntazos de tomo y lomo. Unos dirán que eso es santidad -santidad que, por cierto, él renegaba-, por no ser la ordinaria, la de la prosa diaria. "Me basta los milagros del Evangelio", afirmaba. ¡Jospa!, menos mal que le bastaban sólo los del Evangelio porque si no nos monta una pirotecnia de milagros en vida de aúpa. Pero luego, aparte de los cienes y cienes de hechos extraordinarios que jalonaron su vida, tiene los puntazos. Por ejemplo, cuando un día escuchó una blasfemia, se arrodilla delante del blasfemo y con la lengua escribe en el suelo el nombre de Jesús. Muy bien, eso es santidad para la peña, pero si lo hago yo estoy como un cencerro. ¡Jolines, sólo de pensarlo, y que la Piedra me vea arrodillado y con la lengua escribiendo en el suelo me están entrando sudores fríos! Y sin que me vea la Piedra; me ve cualquiera, del opus también, y pensaría "¡pobre Satur, está como una regadera!".

Voy a la calle con mi madre, siendo numerario, a visitar a mi tía Domitila y le digo a mi mamá que vaya delante porque la gente puede pensar que...

-¿Pensar, qué, Satur?.
-Que no eres mi madre
-¿Qué no soy tu madre?... ¿y qué soy hijo?
-Bueno, pueden pensar, como eres tan joven, y tienes tan buen aspecto, AÚN, pues que eres mi amiga o algo asín.

Y mi madre me pega un meco que me deja más confundido que Nestor Kirchner en un laberinto de espejos.

Como si un día me insulta un tipo con el mono de trabajo todo encalado y llego yo y me abrazo a él, me restriego en él, me licúo en él en plan festivo - ¡ojo, en medio de la calle! (si no era en un tranvía)-, y la basca piensa "éste tío es un santo". No; lo que piensa es "este tío está fundido en negro".

No sé, quizás lo juzgo poco sobrenaturalmente.

Pero los puntazos los tenía. Hay una penícula de una tertulia en Venezuela con numerarios y agregados de la Región. Asistieron del orden de varias decenas. Poquitos. Y, supongo, allí se conocerían todos. Es una que le pregunta un agregado con diabetes sobre su enfermedad. Bueno, pues allí le da un puntazo, coge un pedal contra un tío que sólo le faltó decir el nombre, y el sujeto paciente -nunca mejor dicho- estaba allí. Y todos sabían de quién hablaba: "que si hay alguno que se cree que porque gana dinero le vamos a aguantar, que lo tiene claro, que mucho morro si vas de especial...". Por supuesto, no es textual, pero el que haya visto el flim lo recordará. Esa película se proyectó en todos los cursos anuales y convivencias de la Tierra hasta que, así me lo contaron, el personaje que había sido puesto de chúpate dómine debió de decir que ya valía. Que ahora fueran a por otro.

En fin, me vienen tantos y tantos puntazos...

También es cierto que de ese hombre se conoce toda su vida y, claro, es más fácil dar en diana. En el fondo era como cualquiera de nosotros, y nada de lo humano le era ajeno, que diría San Ignacio de Loyola de Palacios. Tenía sus vanidades tontas, sus puntazos, sus maneras de buscar cariño y reconocimiento, sus soledades neuróticas, sus obsesiones, sus filias y sus fobias. Y no todo era en él santidad.

Cuando lo vea en la nube se lo digo. "Oye, si me dejas tu arpa, te invito a mi nube y charlamos, ¿vale?". Y me dirá que sí, seguro Él mismo decía " si tú al llegar a casa de tus padres no haces más que decir que la obra es fenomenal, que los numerarios son fantásticos, que todo lo bueno que haces es gracias al opus de Dios, que Monseñor es el rien de rien... pues me lo harías odioso y no querría ni oír hablar de ellos" (no es textual). Y de eso le hablaría también, de la brasa que están dando con el "amadísimo fundador".

Hablando del Cielo. Le preguntaron a Ratzinger, Pepe para los amigos, que cuantos caminos había para llegar al Cielo, y contestó levantando el dedo índice y moviéndolo de adelante a detrás: "tantos como personas; cada hombre es un camino para llegar a Dios". A ver si os enteráis.

Y para José Carlos, con amor. Cuantas veces me he visto calumniado, herido o difamado por gente que no esperaba, repito en mi interior la metáfora que Papini (no me estoy cachondeando del Papa) escribió en la Exposición Universal: 'Venturosos los que se ven asaltados por los mosquitos, pues gracias a ello un poco de su sangre perezosa volará por los aires sobre sus alas ligeras'





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