Los hijos de la herejía hipócrita. Ultimo cap. de 'Nuevas herejías'.- Iván
Fecha Monday, 27 June 2005
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Los hijos de la herejía hipócrita (VI)

Última entrega de NUEVAS HEREJÍAS

IVÁN, 27 de junio de 2005

 

Es evidente que todo ser creado es imperfecto porque participa de alguna de las perfecciones de su Creador, pero no de todas, ya que entonces sería el mismo Dios y no una criatura suya. En lo tratado hasta ahora hemos visto como para el Fundador y los miembros del Opus Dei la Obra es perfecta. También hemos estudiado como para ellos ese conocimiento no es consciente sino irracional, subconsciente, visceral. Nadie de la Obra dice explícitamente que su Institución es perfecta, con lo que estaría definiéndola como la Santa Iglesia de Cristo; pero al no ver ningún defecto en ella, al no tolerar ninguna crítica negativa hacia la Obra, al aseverar reiteradamente que quien ataca al Opus Dei ataca a la Iglesia, al no responder más que con el silencio ante lo negativo que se le achaca o contestando que quienes opinan en contra de ella se van a condenar... con esa conducta, implícitamente, están afirmando que para ellos la Obra es totalmente perfecta; fenómeno que hemos dado en llamar herejía hipócrita, pues con la boca afirman lo contrario de lo que sienten y viven: que la Obra carece de imperfecciones por lo que la colocan al mismo nivel de Dios...



 

Como todo hijo ha de tener unos padres, también hemos visto en entregas anteriores como esta herejía no escapa a esta ley, siendo su padre el Fundador de la Obra y la Institución Opus Dei la madre en cuyo seno se engendran los hijos heréticos.

 

En estos momentos nos surge la pregunta de cómo lo consiguen. En las herejías normales eso es muy fácil de entender: alguien ofrece la herejía al mundo y con sus razones convence a otros de ella. Pero en el caso de la Obra es mucho más complicado: ¿Cómo se logra que alguien no sea hereje en sus verbalizaciones y si con su vivencia y conducta? ¿Cómo puede ser que un miembro de la Obra coincida con nosotros en que todo ser creado es imperfecto y después sea incapaz de ofrecernos un sólo defecto del Opus Dei o de tolerar que se lo mostremos nosotros? ¿Qué métodos y mecanismos ha utilizado la Obra para lograr eso de las gentes que se acercan a ella?

Las personas se educan bien a través de lo que aprenden de forma verbal, por medio de palabras (aprendizaje consciente), o extraverbal (aprendizaje subconsciente), por la conducta de quienes nos enseñan, por los temas de los que nunca hablan, por los gestos que acompañan a determinados acontecimientos, etc. Para entender mejor lo que sigue vamos a hacer un alto para reflexionar sobre lo significado por la palabra “subconsciente”.

El subconsciente.

Nuestro cerebro tiene capacidad para almacenar durante toda la vida todo lo que los sentidos le aportan, y de hecho lo hace. La estimulación eléctrica de determinadas áreas cerebrales sacan a la consciencia experiencias de periodos anteriores de la vida de los que la persona ignoraba su existencia; también ocurre lo mismo con el uso de la hipnosis: la persona puede revivir facetas de su historia inaccesibles al estado de conciencia habitual. Eso nos lleva a establecer que el bagaje de datos asentado en nuestra mente es de dos tipos:

 1 – Consciente. Aquel que podemos representar voluntariamente, que a su vez puede ser:

 1.1 – Los que la luz de nuestra atención puede iluminar en un momento determinado. Ahora soy consciente de esto que escribo.

 1.2 – La memoria de lo que nuestra atención percibió en el pasado. Cualquier recuerdo que invocamos y que dócilmente acude a nuestra mirada. La marca y el modelo de mi coche, el lugar en donde vivía hace diez años, etc.

 2 –Subconsciente. Lo oculto a nuestra mirada intencional:

 2.1 – Aquello que nuestros sentidos aportan al cerebro pero que no les prestamos atención. Lo que no nos damos cuenta que está ocurriendo pero que nuestro cerebro si que registra. También se llama información subliminal.

 Mientras soy consciente de esto que escribo están pasando muchas cosas a mi alrededor a las que no presto atención y que después no puedo afirmar que han ocurrido: por la ventana llegan sonidos de la calle: coches que circulan, una madre llama a su hijo, etc.; en la habitación donde estoy la temperatura es ligeramente alta, huele a tabaco negro, a través de la pared se oye muy lejana la canción “Para Eloisa” que el hijo de los vecinos ensaya al piano una y otra vez, etc.

 Los medios de formación del Opus Dei son especialistas en este tipo de información subliminal: repiten siempre lo mismo, las meditaciones favorecen el sopor del sueño para que no sea consciente su propaganda (casi a oscuras con alguien que habla y a lo que no prestamos casi atención).... y asociado a un ambiente humano agradable, versallesco: personas con apariencia alegre que dan la impresión de que se preocupan de nosotros, de nuestro bien (cuando en realidad sólo buscan información para después actuar sobre nuestra vida), y el subconsciente asocia todo eso como algo bueno para nosotros.

 2.2 – Lo que en una época pasada fue consciente pero que hemos olvidado.

 Para no agobiar a nuestra atención el cerebro emplea el recurso de hacernos olvidar lo que no necesitamos:

 – Aquello que no tuvo un impacto fuerte, lo no asociado a estados de animo intensos, lo anodino (lo que comí hace siete años, tres meses y un día).

 – Lo que no rememoramos con frecuencia (puede ser que hace siete años, tres meses y un día hayamos tenido la primera cita con quien después fue nuestra mujer, y en ese caso si que recordamos muy bien lo que entonces comimos, porque fueron unos instantes que hemos recordado muchas veces).

 – Acontecimientos cuyo recuerdo nos hace sufrir en demasía. Por ejemplo, es frecuente que niños que vieron asesinar a su padres tengan después una laguna de memoria de esos momentos.

 El subconsciente no es un mero archivador del material que a él llega sino que lo elabora, lo condensa, lo enlaza con otros momentos semejantes asociándolos a los estados de ánimo que tuvieron cuando se produjeron, los califica como placenteros (que conviene repetir) o dolorosos (que hay que evitar). Luego, con todos esos datos que posee, dirige nuestro psiquismo y con él nuestra vida, y todo ello sin que seamos conscientes de lo que está haciendo.

Otra función del subconsciente es evitarnos sufrir por lo que nos impide recapacitar sobre aquello que nos puede producir dolor. Conclusión: nunca nos permitirá ver la realidad total del daño que una persona o institución nos infringe mientras bajo otros aspectos exista una gratificación afectiva. Con respecto al Opus Dei, nunca nos dejará ver aspectos malos de la Obra mientras estemos ligados afectivamente a personas o labores suyas. Lo habitual es que tras ser machacados afectivamente por quien lleva nuestra charla (dirección espiritual), después de múltiples “cabronadas” por parte de los directores, al perder la gratificación afectiva de estar con jóvenes (cambio de centro de jóvenes a uno de mayores), etc., en resumen, cuando llega el momento en el que la gratificación secundaria de estar en la Obra desaparece es cuando surge ante nuestra mirada el daño real y profundo que ella nos infringe, es el instante en el que el propio subconsciente nos permite ver su perversidad pues con ello sólo podemos ganar; y es entonces cuando comprendemos en plenitud lo que el Opus Dei es en sí, y por ello, algunos, lo abandonan.

Tenemos infinidad de ejemplos cotidianos sobre como ese poder subconsciente opera en nosotros y que se puede resumir en que el subconsciente está trabajando sobre todo cuanto nos apetece o disgusta y para lo que no tenemos una razón que lo justifique. Por ejemplo, sin saber el porqué no nos gustan los plátanos y eso puede ser debido a que a los cinco años tuvimos un intenso cólico tras comerlos y desde entonces sentimos odio hacia ellos, pero si además ese mal nos ocurrió en una excursión en un bosque de pinos, puede ser que ahora tampoco nos agrade pasear entre esos árboles y no sólo desconocemos la razón de ello sino que ni se nos puede pasar por la imaginación que esté asociado a nuestra repugnancia por los plátanos.

Las empresas de publicidad, los partidos políticos, las dictaduras y cuantos quieren imponerse a los demás, gastan ingentes cantidades de dinero para descubrir estas leyes del subconsciente para así forzarnos, sin que nos demos cuenta, a usar los productos o ideas que ellos difunden. Como ejemplo cito un texto publicado en una web de marketing empresarial:

 “El deseo de compra, a menudo implica una decisión del subconsciente. Es muy raro que los consumidores compren cosas por razones lógicas, normalmente compran cosas por la recompensa emocional que les provoca. Aunque más tarde, quieran justificar con razones lógicas su compra. De hecho se considera que más del 90 % de las decisiones de compra que tomamos vienen directa o indirectamente inducidas por nuestro subconsciente.

 “He aquí, la importancia que tiene la publicidad subliminal a la hora de ayudarnos a tomar una decisión de compra (como comentamos en un anterior artículo). Conociendo las razones que inducen a las personas a comprar, y utilizando esta información de forma correcta y sin mala fe, podemos aumentar considerablemente nuestro porcentaje de ventas. De hecho, el experto J.Sugarman, comenta en su libro "How to Use the Pyschological Triggers of Selling to Motivate, Persuade & Influence", que existen determinados desencadenantes psicológicos que vienen a ser como los factores de motivación más intensos que los publicistas o vendedores pueden utilizar para evocar una venta.

 “-Hay tipos de desencadenantes que provocan en los posibles clientes un sentimiento de culpabilidad si no compran tu producto o servicio. Dicho sentimiento de culpabilidad es un poderoso motivador que desencadena reacciones en el subconsciente humano.

”-Otro tipo de desencadenante es "la convicción de satisfacción", el cual , sin lugar a dudas garantiza un sentimiento de satisfacción al adquirir un producto o servicio. Por ejemplo, si ofrecemos un producto, como podría ser un televisor, y además les ofrecemos algo más, algún tipo de garantía, como podría ser que si el televisor no cubre sus expectativas, se les devolverá íntegro el importe total que pagó por ella. Con esta afirmación, se está transmitiendo a los posibles clientes el convencimiento de que tienes un producto excelente y que sabes que les será de utilidad, les gustará y no se arrepentirán de haberlo adquirido. Esto hará que valore el producto y se sienta satisfecho de haber realizado la compra. Habremos motivado su sentido de orgullo que le proporciona el poseer dicho televisor y no otro. Cuando reciba visitas a casa, estará deseoso de mostrar su nueva adquisición y todas sus características y posibilidades.

 Tomado de http://winred.com/EP/articulos/marketing/0020000300100795.html 

Cito un experimento realizado en una universidad estadounidense para mostrar como esas leyes del subconsciente actúan e influyen en nosotros:

Sin que su profesor lo supiera, se les indicó a los alumnos que sonrieran o se manifestaran alegres cada vez que aquel dictara la lección desde la parte derecha del encerado y que pusieran un gesto de seriedad o tristeza cuando fuese desde la izquierda. El profesor se dispone a exponer su clase y, como siempre, lo hace moviéndose de una parte a otra de la tarima; los estudiantes obedecen a la citada consigna y le sonríen cuando está a la derecha o se ponen serios cuando es en la izquierda. Desde entonces, cada vez con más frecuencia, el maestro se sitúa en la parte derecha de la pizarra, en donde sus alumnos le sonríen, hasta que pasados unos días tan sólo explica desde esa mitad. Los diseñadores del experimento les preguntan a los profesores involucrados los motivos de dicha conducta. Son incapaces de ofrecer la verdadera causa pero si múltiples falsas razones, racionalizaciones, tales como que desde la parte derecha de la tarima se le oye mejor, que hace calor y esa zona es más fresca que la otra, que desde allí pueden vigilar mejor a la clase, etc.

Observamos con ese ejemplo de educación subconsciente como:

1 – La unidad de actuación de un grupo, gratificando o censurando, hace modificar inconscientemente la conducta de un individuo que se expone a él.

2 – La ignorancia de la ley que rige el obrar de ese grupo impide que el sujeto que la padece pueda dar la verdadera razón del cambio de su conducta.

3 – El individuo justifica su conducta, la que ha sido alterada por el grupo, con razones falsas.

El subconsciente no es nuestro enemigo, es parte de nosotros y está puesto ahí para buscar nuestro bien. aunque en determinadas ocasiones no lo consiga. La forma de liberarse de lo negativo que hace por nosotros es pasar al campo de lo consciente aquello que hace mal, lo que vemos que nos hace sufrir y para lo que no tenemos respuesta. Para ello hemos de preguntarnos: ¿Por qué me disgusta esto? ¿Cuál es la razón de que no soporte tal cosa?... Haciendo este tipo de preguntas el propio subconsciente nos da, tarde o temprano, las verdaderas respuestas.

Si la herejía hipócrita radica en el subconsciente de los miembros de la Obra ha de ser porque la educación en tal barbaridad les ha sido implantada por vía extraverbal, subconsciente. A continuación estudiaremos los métodos principales de los que se sirve el Opus Dei para preñar el subconsciente de sus miembros en la herejía de que son perfectos.

Normas operativas de la Obra para implantar en el subconsciente de sus miembros la falacia de que ella y su Fundador son perfectos.

Aclaro que los siguientes puntos no están impresos en ningún sitio. Suponen una puesta por escrito de leyes que rigen la conducta de los miembros del Opus Dei y a las que se ha llegado tras observar su vida y obras, mas no por haberlas leído u oído en ninguna parte. Suponen un ir de los efectos (conducta de las personas) al descubrimiento y posterior plasmación de las normas que los causan. Y, por último, es por simple cuestión de estilo el hecho de que las exponga en tono imperativo.

1 – Que nunca nadie de la Obra haga la más mínima crítica negativa hacia ella, ni hacía sus directores, ni hacía sus trabajos, apostolados, medios de formación, ni hacia nada que pueda empañar en lo más mínimo la imagen del Opus Dei.

Todos tenemos un conocimiento subconsciente, no leído, ni oído, sino dado por el propio vivir, de que todo es criticable; todo, excepto Dios. Es una consecuencia visceral de lo visto al principio de esta entrega cuando dijimos que todo ser creado es imperfecto porque sólo participa de alguna de las perfecciones de su Creador, lo que se traduce a nivel práctico en el hecho de que cualquier persona o institución es susceptible de ser criticada – y de hecho lo es– en aquello que tiene defectuoso.

Nuestros padres, abuelos, el colegio en donde estudiamos, el vecino, nuestro coche, etc., por mucho que nos agraden, por muy buenos que sean, tienen cosas negativas, carencias que nos desagradan y por ello reconocemos sus defectos. De todo cuanto nos rodea pensamos cosas buenas y malas. No es una falta de caridad, sino de inteligencia y sentido común, el no ver lo negativo o defectuoso de algo. El espíritu crítico es fundamental para mejorar a las personas y fundaciones y, en su caso, para protegernos del daño que puedan causarnos

Todas las instituciones son criticadas por sus miembros, incluso los católicos critican los defectos de la Iglesia, paso imprescindible para su perfeccionamiento (nadie erradica lo que desconoce).

Pues bien, está establecido que cualquier crítica negativa de un miembro hacia la Obra o hacia sus directores es considerada por el Opus Dei como una falta grave de unidad y debe ser corregida por quien la escuche inmediatamente, a través de una corrección fraterna, siendo esta la única circunstancia en la que no se le debe consultar al director antes de hacerla, sino después. En mi escrito anterior “¿Se respetan los Derechos Fundamentales?” he tratado la corrección fraterna y cómo se vive en la Obra, allí remito al lector interesado en saber más sobre este tema, ahora me basta apostillar la contundencia con la que la Obra aplasta cualquier intento de crítica interna, hasta llegar a hacer de este caso el único en el que el director no se entera de la falta cometida antes, sino después de haber sido corregida.

Esta práctica conlleva que desde el momento en el que alguien se aproxima a la Obra nunca, nunca, nunca, escuche el más mínimo, elemental e inofensivo comentario negativo sobre el Opus Dei, sobre sus directores, sobre sus labores, etc. Es más, si una persona que se acerca a los centros de la Obra posee un espíritu crítico que no es acorde con esta máxima, es echado sin contemplaciones de allí.

2 – Que han de ser siempre positivos todos y cada uno de los comentarios que los miembros de la Obra hacen sobre ella, sobre sus directores, apostolados, medios de formación, y, en resumen, sobre cualquier tema, persona o circunstancia que lleve implícito al Opus Dei. Esas manifestaciones, de la mejor manera que se pueda, deberán ir acompañadas de una efusión afectiva positiva.

Por ser un complemento del punto anterior no precisa más aclaraciones, salvo indicar que aquí también es la corrección fraterna el mecanismo empleado para implantar esta norma de conducta en el colectivo de miembros de la Prelatura.

Con respecto a la efusión afectiva positiva acompañante, voy a citar un ejemplo: a mí me hicieron una corrección fraterna porque no ponía entusiasmo y calor humano al referirme al Padre (que entonces era el Fundador de la Obra).

3 – Que a nadie se le corrija por hablar mal de cualquier persona o institución de la Iglesia ajena al Opus Dei, sobre todo si en algo opinable no asiente al cien por cien con la Obra.

Si dentro de la Prelatura pones verde a cualquier grupo religioso o autoridad eclesiástica, puedes estar tranquilo, no recibirás ninguna corrección fraterna por ello, es más, siempre habrá alguien que se te una a lo que afirmas.

4 – Que no se hable sobre lo positivo que el resto de la Iglesia hace (personas e instituciones).

Salvo puntuales excepciones de obras clásicas, los libros de espiritualidad escritos por autores de otros grupos religiosos no sólo no se aconsejan para la lectura espiritual sino que ni se citan. No vi en ningún centro del Opus Dei los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, ni el Kempis, por citar textos antiguos que son patrimonio de la cristiandad, y lo mismo con tratados actuales.

Nunca oí en una tertulia, meditación, medio de formación, ni siquiera en los pasillos, algo de lo bueno que hacen otros grupos o personalidades de la Iglesia en algo en lo que la Obra no estuviera involucrada, ni siquiera escuché que se les nombrara si no venía a cuento para mostrar la grandeza del Opus Dei o el daño que le hacen.

Para los miembros de la Obra es supina su ignorancia en las encíclicas de los papas anteriores a Juan Pablo II (que fue el Papa benefactor del Opus Dei). Cuando Juan XXIII o Pablo VI (cuyo pontificado correspondió también con mi estancia en la Obra) enviaban una encíclica al mundo, yo me enteraba por los periódicos, mas nunca porque me lo dijeran en los medios de formación del Opus Dei (círculo semanal, meditaciones, charlas, dirección espiritual, etc.).

5 – Que palabras y frases clave que se refieren a la Iglesia y a Dios se asignen al Opus Dei y a su prelado.

Pongo algunos ejemplos:

–Al prelado se le llama Padre, con lo que se le identifica con el Creador (Cristo dijo que no llamemos Padre a nadie sino sólo a Dios).

–A la Obra se la llama Madre, con lo que en la nominación sustituye a la Iglesia (la santa Madre Iglesia).

–Cuando un miembro de cualquier institución de la Iglesia (que no sea la Obra) oye decir que ha llegado algo de Roma o que va hacia allí (por ejemplo un escrito), piensan inmediatamente que viene del Papa o que va él, menos en el Opus Dei en donde se sabe que eso hace referencia al Prelado, que es de quien viene o va cuando ellos se refieren a Roma, con lo que con esas palabras se sustituye la sede de Pedro por la del Fundador de la Obra.

–El día de la fundación del Opus Dei se comenta en la Obra como el momento en el que “se abrieron los caminos divinos de la tierra” (e incluso forma parte de la letra de una canción interna de la Prelatura), circunstancia que sólo se puede aplicar con propiedad al momento en el que Cristo nace,

–El Fundador afirmaba con vehemencia:

 –"Hijos míos, si no pasáis por mi cabeza y por mi corazón no llegaréis a Dios." (Por lo que se identifica con Jesucristo, único hombre por el que hay que pasar para llegar a Dios.)

 –"No doy un duro [moneda de poco valor, cinco de las antiguas pesetas, tres céntimos de euro actuales] por el alma de un hijo mío que abandone su vocación." (como sólo en la Iglesia hay salvación, con esta frase y las siguientes nos dice que la Obra es la Iglesia, pues sin ella no se va al Cielo)

 –"Prefiero que me digan de un hijo mío que se ha muerto antes que ha dejado la Obra."

 –"El que deja la Obra, además de perder su felicidad temporal, muy posiblemente pierda también la eterna."

 6 – Que cualquier reseña, cita o explicación, de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres y, en general, de todo aquello que haga referencia a la Santa Iglesia, sea inmediatamente asociado con el Opus Dei, con su modo de vida y con su Fundador para así identificarlo con ellos. Esa asociación no se formará nunca con ninguna otra persona, modo de vida ajeno a la Obra, o institución religiosa.

Cualquiera que utiliza un fragmento de las Sagradas Escrituras lo aprovecha para iluminar su discurso, pero dejando libre otras interpretaciones distintas a la suya, sin apropiárselo íntegramente para él y su institución. En la Obra se hace una exégesis única de esos textos. De hecho, cuando se deja el Opus Dei una de las cosas que más cuesta a la hora de leer los evangelios es abandonar la interpretación exclusiva que desde que entraste en él te dieron de cada una de sus partes.

Para la Obra la historia del joven rico es la de alguien que dice que no a Dios en su vocación al Opus Dei y que por ello se va triste: ¿Quieres tú pensar —yo también hago mi examen— si mantienes inmutable y firme tu elección de Vida? ¿Si al oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula a la santidad, respondes libremente que sí? Volvamos la mirada a nuestro Jesús, cuando hablaba a las gentes por las ciudades y los campos de Palestina. No pretende imponerse. Si quieres ser perfecto..., dice al joven rico. Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis, que se retiró entristecido. Por eso alguna vez lo he llamado el ave triste: perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios.” (La libertad, don de Dios; en Amigos de Dios, punto 24). Y eso te lo repiten una y otra vez, siempre igual, hasta que queda asociado en ti de tal manera que eres incapaz de poder vislumbrar otro mensaje espiritual.

Otro ejemplo es la historia de Esaú y Jacob, en la que el primero le vende al otro su primogenitura por un plato de lentejas, en la Obra siempre se liga, sin excepciones, a la terrible perversión y maldad de quienes la abandonan: “El precio por el que vendieron su vocación y su ideal, es una bagatela, que pronto se deshace entre las manos. No encontraréis la felicidad fuera de vuestro camino, hijos, nos enseña nuestro Fundador. Si alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que abandona su vocación se hacen amargas como la hiel, agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar. Cada uno de vosotros, y yo también, vamos a decirle a Jesús: Señor, que yo quiero luchar y sé que Tú no pierdes batallas; que, si alguna vez yo las pierdo, es porque me he apartado de Ti. Tenme de tu mano, y no te fíes de mí, no me dejes.”  (Meditación 269 del libro Meditaciones. Tomo III. págs. 384 a 389 Tiempo Ordinario. Semana XIII. Sábado).

Y, lo repito, eso ocurre con todos los textos bíblicos. A cada uno de ellos se le da una interpretación exclusiva, como si hubieran sido escritos sólo para el Opus Dei y para que su Fundador fuera el único intérprete.

Exposición del porqué las citadas máximas operativas implantan en el subconsciente de quienes las sufren la mentira de que el Opus Dei y su Fundador son perfectos.

Para su mejor estudio voy a juntar los enunciados de las anteriores máximas:

1 – Que nunca nadie de la Obra haga la más mínima crítica negativa hacia ella, ni hacía sus directores, ni hacía sus trabajos, apostolados, medios de formación, ni hacia nada que pueda empañar en lo más mínimo la imagen del Opus Dei.

2 – Que han de ser siempre positivos todos y cada uno de los comentarios que los miembros de la Obra hacen sobre ella, sobre sus directores, apostolados, medios de formación, y, en resumen, sobre cualquier tema, persona o circunstancia que lleve implícito al Opus Dei. Esas manifestaciones, de la mejor manera que se pueda, deberán ir acompañadas de una efusión afectiva positiva.

3 – Que a nadie se le corrija por hablar mal de cualquier persona o institución de la Iglesia, ajena al Opus Dei, sobre todo si en algo opinable no asiente al cien por cien con la Obra.

4 – Que no se hable sobre lo positivo que el resto de la Iglesia hace (personas e instituciones).

 

5 – Que palabras y frases clave que se refieren a la Iglesia y a Dios se asignen al Opus Dei y a su prelado.

 

6 – Que cualquier reseña, cita o explicación, de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres y, en general, de todo aquello que haga referencia a la Santa Iglesia, sea inmediatamente asociado con el Opus Dei, con su modo de vida y con su Fundador para así identificarlo con ellos. Esa asociación no se formará nunca con ninguna otra persona, modo de vida ajeno a la Obra, o institución religiosa.

Vimos al principio como tenemos una experiencia vital de que tan sólo no es criticable Dios. Si en la Obra nunca oímos nada negativo sobre ella ni sobre su Fundador (punto 1), nuestro subconsciente los identifica con quien no tiene nada malo, o lo que es lo mismo, con Dios.

Si además todo comentario sobre el Opus Dei o su Fundador es pasionalmente positivo (punto 2), el subconsciente se reafirma en que son perfectos.

Al no corregirse en el Opus Dei las críticas negativas sobre las personas e instituciones de la Iglesia ajenas a la Obra (punto 3), eso nos confirma en lo que ya sabemos de que todo ser por debajo del Creador es falible, por lo que esas personas e instituciones si que son imperfectas y no poseen la Divinidad que la Obra y su Fundador tienen (por no poder ser criticadas).

Nadie valora ni ama lo que no conoce. Si de toda la Iglesia sólo se trata lo positivo que al Opus Dei corresponde y no lo de los demás (punto 4), entonces solamente se puede valorar y amar a la Obra, no al resto de la Iglesia de la que nos olvidamos. Si yo tengo cuatro hermanos y los desconozco, entonces me sentiré como hijo único. Si el subconsciente de un miembro del Opus Dei desconoce al resto de las instituciones hermanas en la fe, entonces concebirá que la Obra es la única hija de Dios, la Iglesia Total.

Si determinadas palabras y frases que se refieren a Dios y a su Iglesia las oímos aplicadas a la Obra y a su Fundador (punto 5), entonces nuestro subconsciente lo traduce como que Dios y su Iglesia son respectivamente el Fundador de la Obra y su Opus Dei.

Inconscientemente sabemos que los Textos Sagrados son para toda la Iglesia. Cuando los vemos empleados sólo para la Obra (punto 6), nuestro subconsciente lo interpreta como que ella es la Perfecta Iglesia. También conocemos que el único interprete infalible de los Textos Sagrados es Dios, si esa función se la aplica el Fundador del Opus Dei, entonces nuestro subconsciente se dice: “Eso sólo puede ser porque ese hombre y Dios son la misma cosa”.

Cuando alguien se encuentra machacado un día tras otro, durante meses y años, por la acción conjunta de todas estas técnicas operativas subconscientes de divinización de la Obra y de su Fundador, acaba vivenciando de forma visceral, inconsciente y pasional, que el Opus Dei es la única Iglesia verdadera y que su Fundador es Dios. Pero como eso jamás lo ha oído ni leído, como nunca se le ha enseñado de forma consciente, entonces, esa persona defiende con las palabras lo contrario de lo que siente y vive: que el Fundador y su Obra son unos fidelísimos hijos de la Iglesia, lo que hemos denominado como herejía hipócrita.

Queda mostrada la estrategia y técnicas subconscientes que utiliza el Opus Dei para implantar en sus miembros la herejía hipócrita y con ello doy por finalizado el conjunto de escritos que llevan como título genérico “Nuevas herejías”.

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