A Isabel Nath.- Jose
Fecha Sunday, 05 June 2005
Tema 900. Sin clasificar


Apreciada Isabel Nath:

 

aunque comparto casi todo lo que expones en tu respuesta a Elena (3-6-05) no puedo estar de acuerdo cuando le dices que Me encanta eso sí lo que dices de que quizás no hemos sabido entender ese camino que a lo mejor no era para nosotros. Efectivamente, tienes toda la razón, ni gracias a Dios supimos entenderlo, ni gracias a Dios era para nosotros. Punto.”

 

Pues va a ser que no. Porque yo admitiría que uno no entienda un camino o vea que ese camino no es el suyo cuando se le ofertan otras opciones en igualdad de condiciones. Pero es que resulta que a mí concretamente –y creo que a muchos más- se me dijo que Dios me había llamado por “ese” camino y, por tanto, no emprenderlo supondría una “falta de generosidad”. Y creo que estoy entrando en una de las claves de muchas de las discusiones de la web. ¿Se actúa con entera libertad cuando alguien se arroga estar hablando –nada menos- en nombre de Dios y el que está enfrente tiene 15 años (mi caso y creo que el tuyo, Isabel) y la ingenuidad o buena fe de creerlo a pie juntillas? Item más: ¿No incurre en algún tipo de “delito canónico” (permitidme esta expresión) el que, hablando en nombre de Dios, induce a un muchacho o muchacha a  ingresar en una determinada institución para unos años más tarde decirle que ese no era su camino (no es mi caso, pero hay varios testimonios de personas que fueron “invitadas” a irse tras algunos años)?

 

Como Inés ha hecho referencia a un escrito tuyo (al que por cierto respondí en su día criticando también su tono), lo he releído y creo, sinceramente que tu posicionamiento ha descrito en estos meses una especie de parábola. Lo sostenido en ese escrito del 23-F (también es casualidad) se ha ido “radicalizando” en tus discursos posteriores hasta el punto de que hoy no sabría decir, sinceramente, en qué se diferencia del de Ana Azanza (que creo que efectivamente no estuvo afortunada al decir que dentro no puede existir la caridad, en eso te doy la razón; un exceso, sin duda). Al margen de ello tengo que decirte que me gustan mucho tus escritos por su rotundidad y claridad.

 

No quisiera dejar pasar la ocasión para felicitar a Elena Martínez: Elena, hija, para ese viaje no hacían falta alforjas. Te marcas una carta donde pones de chupa de dómine a los que no firman con su nombre, etc, etc... (que no es mi caso, por cierto)... para acabar firmando como... Elena Martínez. Apellidos extranjeros, que diría aquél. De los Martínez de toda la vida. Gracias por poner tu nombre porque ya sé quién eres. Te he identificado a la primera. Así, a bote pronto, conozco a tres Elenas Martínez.  Apúntate un choleck, Elena, que te has lucido.

 

Jose









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