Queridos todos:
Vuelvo a vosotros después de un tiempo, y después de pasármelo en grande con los escritos de Satur (¡Satur, escribe, porfa, que me quiero comprar tus libros) y de disfrutar de la enjundia de Jacinto Choza y la simpatía de Isabel Nath, me entero de que José Carlos se nos va. José Carlos, por si lees esto, mi más profundo agradecimiento. No sé cómo tenías tanto dominio para morderte la lengua con la de cosas que te han dicho y tanto aguante para ir contra corriente.
Os escribo, amigos, por dos motivos:
-El primero es un agradecimiento. Como decía Eutimio en uno de sus correos, Opuslibros me ha dado amigos, me ha reconciliado con mi pasado, con la Obra, me ha hecho más comprensivo... Me acerqué a esta página por curiosidad y para desahogarme y mira por dónde, me he curado. Pero no sólo eso, se me está pasando la alergia institucional, como decía no sé quién en no sé qué escrito, y hace poco que me he confesado, después de diez años de pecadillos ininterrumpidos para desquitarme de tanto Opus. Oseáse, que me estoy acercando a Dios sin nadie que me pinche ni me presione. No me reconozco.
El otro día, en el bautizo de mi sobrino, me senté entre una agregada y el cura. El cura empezó a lanzar tiritos cada vez más furibundos: que no era necesario confesar para comulgar, que lo del celibato era una imposición absurda, que tanta norma y tanto criterio ahogaban el espíritu, que lo importante era el amor y no cumplir las normas... La agregada no se cortaba un pelo y le decía que a quien tiene amor no le cuesta cumplir esas normas. Me di cuenta de que ambas posturas eran comprensibles y necesarias. Y dejó para mí de ser un problema.
-Wompi, tachas de facha a Popeye por no estar de acuerdo contigo. Por lo visto, para no ser tachados de fachas tenemos que estar de acuerdo todos contigo. Llamar facha al que no está de acuerdo con uno es lo propio de los fachas, por si no lo sabes. Por cierto, tú también hablas con la santa desvergüenza del machote numerario fanáticamente convencido de la verdad de cuanto dice. Verás, uno puede ser lo que uno quiera, pero no todos tienen por qué aplaudirlo. Por ejemplo, a mí el deporte que más me gusta es el que se practica en la cama en compañía, pero no por eso quiero que lo incluyan entre los deportes olímpicos. Del mismo modo, a mí me puede encantar poner en práctica el Kamasutra con miembros de mi mismo sexo (todo un reto), pero no hay por qué llamarlo matrimoño con derecho a adopción... La única unión privada con efectos jurídicos ha sido hasta hoy el matrimonio porque es la única de la que salían criaturitas, pero otras relaciones privadas (amistad, monjas de clausura, amiguitos solteros, hermanas viudas, estudiantes que comparten un piso...) son igualmente encomiables, sin que por eso tengan que tener la misma consideración que el matrimoño, cuya rima, en fin, mejor dejar la rima.
Por último, Wompi, nos tachas de beatos. ¿Es que eres un beatófobo?
Un saludo a todos
EPI
