En relación a la infalibilidad de las canonizaciones, la carta de Ángel del día 11 habla de los casos de santos inexistentes (San Jorge y su dragón) o los discretamente retirados por inconvenientes (niñitos crucificados por pérfidos judíos). Últimamente se ha dicho que parece improbable la existencia de San Cucufate (con gran disgusto de los habitantes de Sant Cugat del Vallès, que no tienen ninguna intención de quedarse sin patrón). Se ve que de vez en cuando hacen limpieza y eliminan unos cuantos. Recuerdo, de pequeña, a una amiga llamada Filomena, que un día llegó diciendo que a partir de entonces se llamaría Trinidad, porque se había descubierto que Santa Filomena no había existido; aunque una monja del s. XIX decía que sí, que se le había aparecido y le había contado su vida..

La verdad es que los santos, sus historias y sus milagros, son en muchos casos interesantísimos, pero más bien como literatura fantástica. De San Jorge y su dragón ya se sabe que son la cristianización del mito de Perseo; pero hay más dragones, por ejemplo, en la historia de Santa Margarita, que fue tragada por uno de ellos. Muchas de estas historias son verdaderos cuentos de hadas; os recomiendo la Leyenda aurea de Jacobo de la Vorágine, una recopilación medieval especialmente útil para entender las pinturas medievales. A mí me encanta la de los santos Cosme y Damián (patronos de los médicos) que hay en el MNAC de Barcelona. Le están injertando una pierna a un hombre que la había perdido; pena que la pierna sea negra (el esclavo negro al que se la han quitado sale también en la pintura, y no parece muy conforme con el milagro). Bueno, ya sabemos que la Iglesia no dice que todas esas historias sean verdad; y seguro que alguien encuentra alguna manera de argumentar que, pese a  lo de los santos ficticios,  la Iglesia es infalible: ¿no hubo quien argumentó que cuando la Inquisición declaró herética la doctrina de Galileo en realidad no representaba la postura de la Iglesia?

Así que, si era infalible cuando canonizó a un personaje de un cuento de dragones y princesas, ¿por qué no lo iba a ser cuando declaró santo al Marqués de la Perlatura?

Anda que, andar con infalibilidades a estas alturas...

Emejota