Tengo que reconocer que hubo varios hechos durante el papado de Juan Pablo II que han hecho que para mí su figura no tenga el relieve que, en general, se le da.

Fui un supernumerario antiguo, que se marchó de la Obra hace ya muchos años. No obstante, no me pasaron desapercibidos la cantidad de demostraciones de soberbia y de falta de caridad de los socios que conocí, entre otras cosillas también criticables, con algunas laudables excepciones, desde luego.

Pues a lo que iba, cuando se concedió la Prelatura, yo estaba dentro de 'casa', y lo celebramos por todo lo alto. Años después, cuando se inició la beatificación de monseñor, la encontré muy precipitada y forzada. Cuando después me enteré (y no sólo por el testimonio de Maria del Carmen Tapia) de que en la santificación se habían suprimido todos los testimonios críticos (lo que se denomina 'abogado del diablo'), y que los testimonios de los 'milagros' procedían de médicos miembros de la Obra, quedé convencido de que Woytila no tenía ni la fuerza ni la personalidad necesaria para oponerse a los intereses oscuros movidos con respecto a esta santificación, en la que evidentemente no creo.

Eso no quiere decir que monseñor no sea santo, eso sólo Dios lo sabe, pero no estuvo el Papa a la altura de las circunstancias en este proceso tan discutido .

Por otra parte, llevo muy mal el abandono a que están sometidos una pareja de ancianos vecinos míos, con dos hijas numerarias, que ni prestan la menor ayuda a sus padres, ni vienen a verlos mas que una o dos veces al año, y ni aún así se quedan en su casa, sino en una de la Obra, y cada vez, como máximo, lo que se quedan es un par de días. Mientras tanto, están siendo ayudados y atendidos por sus vecinos. ¿Que clase de 'Obra de Dios' es aquella que abandona a su suerte a sus padres después de que les han sacado 'hasta los ojos' en la Universidad de Navarra?

¿Nada de esto sabía Juan Pablo II?. Por eso yo no lo considero un Papa ejemplar, a pesar de lo que digan.

Jurgen