La reforma del Opus Dei (VI).- José Carlos
Fecha Friday, 29 April 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


6. El talante reformador

 

Si pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas.  Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.  Si no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra de dos o tres testigos sea fallado todo el negocio.  Si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano. (Mt 18, 15-17)

 

El objetivo común es mejorar la forma de hacer ciertas cosas en el Opus Dei, para que no vuelvan a ocurrir las tristes historias que se leen en estas páginas.  El medio es un informe detallado, serio, objetivo, documentado, que recopile tantas reflexiones que hacéis unos y otras.  El marco es la autoridad eclesiástica competente, asistida por el Espíritu Santo.

 

En ese contexto, la intención ha de ser siempre hacer el bien, por amor y con amor.  Aunque duela; aunque cueste...



Para algunos, amor a la Iglesia, que muchos queremos ver floreciente en todas sus manifestaciones, sembrando el bien por todo el orbe.  Para muchos, amor a Cristo y su mensaje, para que se viva en toda su plenitud – sobre todo por quienes invocan su nombre, como sugiere Jesús F. (27-IV).  Para todos, amor a quienes actualmente pertenecen al Opus Dei (de derecho o de hecho): porque tarde o temprano, sabemos que un cierto porcentaje pasará por las difíciles circunstancias que hemos vivido nosotros, y podemos evitarles algunos de los obstáculos con que nos encontramos.  Y amor a los futuros miembros, para que en todo momento vivan el ideal pristino y auténtico por el que se entregaron.

 

Para mí, es suficiente haber pertenecido al “club”, para querer el bien de los que siguen dentro y de los que pedirán la admisión en años venideros.  Para algo han de servir nuestras experiencias.

 

Hemos de demostrar que queremos lo mejor para ellos: los que seguimos viendo el mundo desde coordenadas cristianas, que verdaderamente deseamos su santificación según el íntegro modelo de Jesús (como lo deseo para todos nosotros); los demás – pues esta web no es confesional –, querrán que se realicen como personas y hagan de este mundo un mundo mejor.

 

En cuanto a la institución, nuestro pregón ha de ser que sólo ansiamos ver encarnada en ella el genuino y puro espíritu que nos atrajo en su día, ése que habla de contemplativos en medio del mundo y Cristo presente en todas las encrucijadas humanas.  Y que se aplique sin hacer daño a las personas.

 

La Jerarquía ha de ver en nuestro documento una labor rigurosa y desapasionada; por eso sugerí que aquéllos que llevan sus llagas a flor de piel no se encarguen de la redacción de apartados que más les hieren, sino que proporcionen material primo para que sean otros quienes lo plasmen por escrito.

 

Ayudará a nuestra tarea el que, desde su punto de vista, las autoridades eclesiásticas reconozcan en los representantes de los ex-miembros a gente cabal, que mantienen un interés sincero por el bien de la Iglesia y de sus fieles y que comparten sus premisas más básicas.  Por eso, creo que sería conveniente que al menos algunos de ellos fueran personas implicadas en sus iglesias locales, leales o al menos respetuosos con la Jerarquía, comprometidos a llevar una vida cristiana.

 

En tanto en cuanto se realice este proyecto dentro del marco canónico, hemos de atenernos a las reglas del juego: otorgar el trato debido a una institución que ha sido aprobada por la Iglesia, mostrar adecuada deferencia a las autoridades eclesiásticas, aceptar sus decisiones finales, abstenerse de inmiscuir influencias foráneas que presionen a nuestros interlocutores en una dirección u otra…

 

Por eso, como señal de buena voluntad y por razones de prudencia, respeto, honestidad y estrategia, pienso que un intercambio de este estilo debería mantenerse en la confidencialidad; si el objetivo es la reforma, creo recomendable dejar suficiente margen de maniobra para no causar la impresión de que la Iglesia o sus instituciones ceden ante demandas populares.  Esto incluye a nuestras deliberaciones previas y los borradores que se vayan generando.

 

La idea general es acometer la empresa con afán de servicio, sabiendo que podemos proporcionar una perspectiva nueva, viendo en los miembros de la Obra a nuestros hermanos en Cristo o en la humanidad.  Nada más lejos del lamento estéril.

 

Por tanto (y esto va solamente para los que mantenemos la fe en Dios, ya digo que la web no es confesional), la piedra de toque de nuestra rectitud de intención radicará en si realmente rezamos por ellos, por los directores y por la Obra; si suplicamos con la misma insistencia con que una vez pedimos por la intención especial; si sinceramente, al ver los errores que se pueden cometer, desagraviamos por lo que exista de ofensa al Señor.

 

¿Qué actitud tendrían la Madre Teresa o Juan Pablo II, si se encontraran en nuestra situación?  ¿Se quedarían de brazos cruzados, o imitarían la labor reformadora de sus antepasados en la fe Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz?

 

Incluso los grandes humanistas reformadores del siglo pasado, figuras como Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Vaclav Havel o Lech Walesa, se distinguen por haber visto siempre, enfrente de ellos, a un hermano.

 

Soy consciente de lo difícil que es.  Implica una actitud magnánima, que invoque toda la grandeza de que es capaz el espíritu humano.  Es el perdón del que hablé una vez (18-II-05), queriéndoles como Cristo lo haría, aceptando que a veces “no saben lo que hacen.”

 

Ahí está el reto: y en él, la oportunidad.

 

Un abrazo,

José Carlos

 

 

(Ya sé lo que estaréis pensando algunos: “Venga ya Josecar, ¿por qué no terminas con un Te damos gracias Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que nos has comunicado en esta meditación…?  Es verdad, siento endilgaros el sermoncete, pero es lo que llevo dentro).







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