Iglesia universal y homosexualidad.- Melqui
Fecha Wednesday, 27 April 2005
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Después de varios días sin leer la página, he reparado en algunos escritos de Harto, Wompi y Lappso sobre la cuestión de la homosexualidad y el pretendido discurso homófobo de Juan Pablo Segundo.

En primer lugar, creo que cada uno tiene sus modos a la hora de expresarse, y Lappso tiene (y ha tenido siempre) los suyos. Con un determinado temperamento, a veces las cosas se expresan con una efusividad que puede resultar molesta para algunas sensibilidades, como parece que ha ocurrido, en este caso, para Harto. Pero creo que el mensaje de Lappso no resulta ofensivo. Trata simplemente de explicar (con unas formas peculiares) por qué, pese a la continua repetición de lo contrario en estos útimos días, nadie puede alegar un derecho a que la Iglesia Católica modifique su doctrina moral.

Que la Iglesia Católica considere las prácticas homosexuales inmorales (como también considera inmorales las heterosexuales que no se realizan en el marco unitivo y procreativo del matrimonio) en ningún caso implica odio, persecución o fobia contra las personas homosexuales. Por eso creo que es injusto afirmar, como Harto, que el papa Juan Pablo Segundo tenía fobia a los homosexuales e instigaba a otros a ese odio. Precisamente de todos los documentos emitidos por la Santa Sede sobre los homosexuales durante el pontificado de Juan Pablo Segundo, lo que se desprende es esa apertura amorosa hacia las personas homosexuales que Harto pide a la Iglesia. Pero el amor no equivale a aprobación de todo lo que uno hace, ni tampoco de la satisfacción de todas las tendencias. En el hombre no sólo existe o puede existir una tendencia a la práctica homosexual. También pueden darse, por ejemplo, tendencias hacia la práctica heterosexual más intensa en unos que en otros, hacia la masturbación, hacia el sibaritismo gastronómico o a apoderarse compulsivamente de pequeñas cosas ajenas. Amar a las personas que ejercitan actos impulsados por esas tendencias no implica aprobar lo que hacen, aun cuando haya que tener en cuenta todas las atenuantes que en cada caso concreto concurran en el acto moral.

No por el simple hecho de ser natural una tendencia es ya conforme a la moral. La propia Iglesia enseña que la naturaleza humana caída necesita de la acción redentora de Cristo. Si nuestras tendencias naturales no necesitasen ser  transformadas y purificadas, Jesucristo se habría hecho hombre, habría muerto y resucitado por simple capricho inútil.

Por otra parte, en el mensaje moral de la Iglesia resulta esencial el juego de dos elementos fundamentales, que son gracia y libertad. Si una persona no cree que existe la libertad en el ámbito moral y no cree tampoco que existe la gracia de Dios actuando en los hombres, no puede comprender la doctrina moral de la Iglesia. Hay, sin embargo, otras doctrinas morales que prescinden de la libertad, que no contemplan la influencia de la gracia o que parten de la inexistencia de una verdad objetiva, pero no son moral católica.

No estoy de acuerdo con Wompi. Que la Iglesia aspire a ser pastora de todas las ovejas no significa en absoluto que deba adaptar su mensaje a todos para así contentar a todos. La misión de la Iglesia no es conseguir a cualquier precio que todos los habitantes del planeta se digan católicos. La Iglesia tiene que ser fiel a un depósito que ha recibido, el cual tiene que conservar y acrecentar. Es la parábola de los talentos o de las semillas que siembra el sembrador. Los talentos representan el evangelio que hay conservar y hacer fructificar, pero no se trata de hacer fructificar lo que a mí me dé la gana, sino algo (los talentos o la semilla) que me ha sido dado por otro, que es Dios. Tampoco se trata de dar cualquier fruto, sino de dar buen fruto (recordemos la condena de la vid que en vez de uvas dio agrazones en el libro de Isaías), de ser un servidor "fiel y cumplidor".

Por otro lado la Iglesia, en cuanto prolongadora de la presencia de Cristo en la historia, se presenta también como camino de salvación. Todos están invitados a transitar por ese camino (por eso el mensaje es universal), y la Iglesia enseña que ese camino lleva a la felicidad eterna. Quizá haya quien llegue a la meta atravesando el campo, la selva o las montañas, pero la Iglesia no garantiza esos otros caminos. Eso no es obstáculo para que la Iglesia aspire a ser pastora universal, pese a las objeciones de Wompi. El pastor lleva a a las ovejas por un camino determinado. Llama a todas las ovejas para que vayan tras él, sin excluir a ninguna, pero las invita a seguirle por el camino que él conoce. Si las ovejas quieren asumir el riesgo de probar otros caminos, esa es su responsabilidad, pero no pueden pretender marcar ellas el camino al pastor.

Un saludo. 

Melqui









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