Me siento mal y no puedo evitarlo.- MdeA
Fecha Friday, 22 April 2005
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


El día 19 a las 13 horas (de Argentina) esperé con ansiedad y con esperanza el nombre del nuevo pontífice mientras los noticieros no cesaban de mostrar en sus imagenes la fumata blanca.

Cuando el cardenal Medina dijo lentamente "Joseph" se me ocurrió que tal vez sería un inglés o un australiano pero jamás el ex prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Cuando escuché el apellido no pude evitar sentir algo así como un puñetazo en la boca del estómago. Y me puse a llorar como cuando era chica y alguien me defraudaba o se burlaba de mi.

Esperaba un pontífice ligado a la opción preferencial por los pobres, un hombre de latinoamerica, de oriente o del continente africano. Aún entre cardenales conservadores había personas con una imagen y mentalidad mas paternal y comprensiva.

Yo quería un padre con mayúsculas, un padre que si bien nos guiara en el camino de la vida y la fe; tuviera suficiente entereza para comprendernos y darnos afecto.  ¿Qué siento que me dieron? Un "Ihre Heiligkeit" venido del riñón de la Alemania nazionalsocialista, un duro, un excomulgador, un acorazado Graf Spee que con sus discursos y homilías ha dado letra a los "Wallace" para escribir amenazando como "soldado" de la Iglesia ante quien intente destruirla. No me extraña que en lo sucesivo sigan llegando mensajes cada vez más agresivos e intimidantes ya que esta "gente" se siente con derecho a cualquier cosa. No me extraña tampoco el lexico militar ni los saludos afectuosos de Bush y los festejos en el opus.

¡Por amor de Dios! si nadie quiere destruir nada ni manejarse por ninguna "moda relativista". Solo queríamos como cristianos un ejemplo del Jesús de Nazareth, el hijo del sencillo carpintero que se juntaba con los pescadores, prostitutas y publicanos. Uno que curara las heridas a los enfermos y perdonara a los errados; y no uno que les diera patadas en el culo y los amonestara.

Quería una Iglesia de la alegría y del servir a Dios con humildad, con los humildes que esperan una mano solidaria que les ayude. Pero me traen la iglesia del cilicio, de las duchas frías, de rezar mucho y hacer poco, la que se mete en las leyes de los países olvidando que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Decididamente: esa no es mi iglesia. A ellos no los quiero, ni puedo quererlos ni sentirlos hermanos en la fe. Y me embarga una profunda tristeza...

Lo que también me entristece, es que con esta elección papal habrán brindado en sendas copas dos grupos bien antagónicos: por un lado los retrógradas, los opusianos y los "wallace" admiradores de Lefevre. Por otro lado estarán brindando a más no poder: el pastor Luis Palau, el pastor Gimenez, los testigos de Jehová, los mormones, los de Sai Baba y los adoradores de la diosa Kwan Yin...¡saben que van a recibir feligreses a rolete!

No sé sinceramente ahora qué voy a hacer si voy a apostatar o voy a optar por otro credo cristiano, me siento huérfana y sin esperanzas.

Un cariño muy grande para todos, especialmente para los que al igual que yo: tienen el alma de luto y se sienten defraudados.

Maria (M. de A)









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