¡Cuidado, Amapola!.- Kaiser
Fecha Sunday, 17 April 2005
Tema 900. Sin clasificar


Querida Amapola,

Que no basta con ser virgen. Acuérdate de lo de las vírgenes necias, que eran muy vírgenes muy vírgenes, pero muy necias muy necias. Tenéis que ser vírgenes y guapas y listas como el hambre y eficaces y discretas y fieles y obedientes y serviciales y humildes... No te digo nada, ni la peor oposición. ¿Y todo para qué?

Tienes toda la razón en lo de la cadena de transcriptores, traductores, traductores de traductores, interpretadores -hermeneutas diría aquí el enterado de turno-, etc... y en tu intuición del acomodo que el poder de Roma encontró en la estructura eclesial pujante de entonces. Te acompaño también alzando tu puño airado cuando te preguntas por qué hemos nosotros de esperar al juicio final mientras otros ya han resuelto la papepeleta.

Pero, cuidado, amiga querida. Y te digo esto porque sé que sabes que te aprecio y que no te deseo ningún mal. Que tu enfado no te haga extraviar el rumbo. Admíteme que muy comunista no debía ser Jesús cuando aceptó la discriminación de la que hablas resucitando por la vía rápida. Ademas, ya más en serio, no es la propiedad, ni el poder ni el dinero el centro de la vida cristiana. No se trata de un reino de este mundo. En eso estamos de acuerdo. En este mundo hay que medir y contar y pesar las cosas. Y las cosas se acumulan, se quitan, se pierden, se dan, se roban. Y esos movimientos de las cosas tendemos a juzgarlos con ojos mediocres. No es ese el terreno de Jesús. Cierto que es precisamente de ello de lo que se han beneficiado algunos a costa de los más, con todo el rollo ese del apego a las cosas y vivir la pobreza. Pero, allá ellos, con su pan se lo coman. Les auguro un corto vuelo hacia la santidad.

Porque, mira. Admito que a tí en Casa no te ocurriera lo que te voy a decir, pero si yo saqué algo en limpio es que en esta vida el asunto más importante que tenemos que ventilar es el de la santidad. Ese es el único negocio. Nos jugamos la santidad y todo lo demás son gaitas. Y no lo digo en el sentido de que tengan o no razón. Lo digo en el sentido de que esa era una idea central  y obsesiva. Todo aquello de ofrecer los detalles pequeños, las contrariedades, las penas , las alegrías, las obras, las actividades, las comidas, las esperas, los viajes, las duchas frías, las disciplinas, el cilicio, la charla plomo, la convivencia, el encargo, el cepillado de zapatos, la meditación, el rosario, la corrección fraterna, el mejor asiento para otro, el desaire, la derrota deportiva, la risa, el llanto, la canción... la rectitud de intención... Todo aquello de la presencia de Dios, de la filiación divina, las jaculatorias, los saludos, las genuflexiones, los tiempos de silencio... Todo por la santidad. Estaba hasta en la sopa, que tú habías preparado; la ropa, que yo lucía gracias a tí; los pequeños y grandes escollos domésticos que precisamente tú te encargabas de solucionarme; esa rosa roja en la cruz de palo en los días señalados; esa decoración de Navidad, que me elevaban el espíritu y me permitían creerme falsamente acreedor al mejor puesto en el más allá. Y encima tenías que oirme cantar a coro lo de que "¡qué más daaaa.... que más da que en mi camino haya punzantes espinos si sé que roooosas habráááá!". No eran rosas, sino Amapolas. Y vaya si se habían ganado el cielo mil veces antes que yo, venga a limpiar mis espinos para que llegara mejor y más descansado.

Así que no te "comas el tarro" ahora, Amapola querida, movida por el arrebato, y guarda en tu seno el tesoro que tienes ganado, que a buen seguro no ha de caer en saco roto. Cierto que te cayó sin tú esperarlo, pero no le volviste la cara y eso lo tienes ahí y nadie habrá de quitártelo. Vive la Fe del carbonero. No de boquilla, como se decía en Casa, con todo ese aparato apologético-mediático que rodea la formación interna y que a un carbonero le duraría lo que tardaría el hombre en emborronar las letras de los libros con sus manazas con esos dedos como sellos de auténtico santificador del trabajo cotidiano (¡Jesús, qué ordinariez y qué asco!).

Te has ganado el cielo. No mires atrás.Y no te me pierdas con los cantos de sirena. Sigue en primera línea. Y una vez ahí, cuídate mucho. No te vaya a pasar lo de Carmen Charo en la fotografía del UNIV, que los energúmenos que acabamos invariablemete aguándole la fiesta a cualquiera que se ponga por delante, no vamos a dejar de ti ni los restos.

Un fuerte abrazo. 

Kaiser









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=4622