Dos comentarios.- José A. Botella
Fecha Friday, 15 April 2005
Tema 900. Sin clasificar


Comenta Jacinto Choza que algunas de las encíclicas del Papa fueron escritas por gente de la Obra refiriéndose en concreto a la Veritatis splendor y la Fides et ratio. No tengo ninguna duda de que algunos colaboradores del Papa fueran del Opus Dei, como lo era Joaquín Navarro Vals, como tampoco dudo que muchos de los trabajos del Papa hayan sido redactados o esbozados, como pasa con la mayoría de personajes públicos, por varios colaboradores cercanos. Lo que pongo en duda es, y con todos mis respetos a Jacinto Choza, que las "ideas de al Obra" fueran “impuestas” al Papa hasta el punto de salir reflejadas en encíclicas. El Papa, aparte de sacerdote fue catedrático de teología, y dudo mucho que un catedrático de teología firme algo sin haberlo leído antes y por tanto sin estar de acuerdo con lo que ahí se dice. No, creo que la apreciación de Jacinto Choza, con todos mis respetos, sea del todo correcta. Si el Papa firma esas encíclicas es porque está de acuerdo con lo que allí se escribe y convencido de que es verdad, independiente de quién le haya ayudado a componerlas: jesuitas, dominicos o gente de la obra.

 

El siguiente punto que me gustaría comentar es el correo de JOEM: Juan Pablo II, el santo mediático. Según se desprende de este correo, si una persona es santa tiene que hablar con todo el mundo que encuentra a su paso. El santo no puede tener preocupaciones y estar callado, o pensativo cuando descansa en su lugar de residencia. Seguramente JOEM habla con todos los camareros y personas que le sirven en un restaurante o en un bar. El santo no puede ser una persona conocida, famosa y seguida por millones de personas tampoco porque si es así corre el riego de ser confundida su santidad con el fanatismo mediático. El santo no sólo tiene que evitar el hacer daño al personal de servicio sino que para conseguir ser tenido por tal tiene que dedicarse a montar tertulias con cada monjita que encuentra a su paso. Venga ya JOEM!

 

Por cierto, santo es aquel que guarda la fe hasta el final, la defiende, no se arredra ante las dificultades y no se escandaliza de Jesucristo. Juan Pablo II ha hecho eso y más. 

¿Hacemos lo mismo tú y yo, JOEM?

 

Un fraternal abrazo,

Jose A. Botella









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