Juan Pablo II, el santo mediático.- JOEM
Fecha Wednesday, 13 April 2005
Tema 900. Sin clasificar


En los últimos días se viene hablando mucho sobre la figura de Juan Pablo II y en pocas ocasiones con la profundidad y la serenidad que el asunto merece. Parece que la iglesia se ha decantado definitivamente por una especie de hooliganismo ilustrado que llevarí­a a medir la santidad de una persona por la cantidad de jóvenes de clase media alta con vaqueros, móvil y cámara digital que pueden desplazarse en un momento a la plaza de San Pedro o por la cantidad de pancartas que pueden confeccionarse específicamente para tales eventos.
 
Vivimos una época mediática y la Iglesia no puede menos que avanzar en la línea del "Gran Hermano Universal" en el que quien entra o sale en el reino de los cielos acabará decidiéndose por la cantidad de SMS que se reciban en un determinado número.  Por eso son de agradecer  opiniones más reflexivas, más reposadas como las de Aquilina y otras que se han venido publicando en la Web, con las que se podrá estar más o menos de acuerdo, pero que, sin duda representan un esfuerzo de reflexión  en medio  de la cultura de la   hinchada pontificia (Juan Pablo II te quiere todo el mundo, Totus tuus, etc) tan al uso estos dí­as.
 
Por contribuir al debate aunque sólo sea con una pincelada anecdótica, pero creo que tremendamente significativa, el otro dí­a entrevistaron en una cadena de TV autonómica (en España) a una de las monjitas que estuvo atendiendo al Papa durante su estancia en Sevilla. La buena mujer hablaba sobre lo feliz que le había hecho ser la elegida para ese cometido y describía las tareas que desarrolló, servir la mesa, limpieza de las habitaciones, etc. El entrevistador le preguntó que qué le había dicho el Papa, a lo que ella, en su candidez, respondió que nada, ni a ella ni a ninguna de los comensales que compartían mesa con él, que permaneció en silencio casi todo el tiempo excepto para susurrar alguna cosa ininteligible
(sería en polaco?) a D. Estanislao. El entrevistador insistió en que algo les habría dicho, y ella dijo que sí­, que el día que se iba, formaron junto a la puerta y el santo padre les dio la bendición conforme pasaba por delante de ellas. El entrevistador le preguntó que por lo menos le daría las gracias al servirle la mesa y esas cosas, a lo que ella respondió que no, que no las miraba siquiera. Comportamiento, por otro lado muy acorde con la persona que encarna en la tierra la figura de Cristo.
 
Y yo me pregunto: ¿No estaremos ante una operación mediática parecida a otra que todos recordamos para convertir a este hombre en un santo por la vía rápida sin que haya tiempo para la reflexión y eliminando todo rastro de la personalidad real de este hombre para hacer santa a la figura mediática? Los milagros ya han empezado. Los hizo en vida, igualico igualico que otro que yo me sé.
 
Cosas veredes amigo Sancho, pero asi no es sorprendente que la iglesia vaya perdiendo creyentes a ritmo vertiginoso.
 
JOEM








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