Mi reflexión sobre Juan Pablo II. Para Aquilina.- Camino
Fecha Sunday, 10 April 2005
Tema 900. Sin clasificar


Querida Aquilina:

 

He leído tus impresiones sobre los funerales del Papa. Quería responderte para que no te sintieras rara o sola en tu opinión, aunque ya han aparecido comentarios en la web que van en la misma línea. Mi reacción ha sido similar a la tuya y a la de muchísimas personas. Te puedo decir que me ha costado trabajo encontrar comentarios positivos en los lugares de internet que suelo frecuentar, por ejemplo, en el Diario El País, la mayoría eran críticas. No he encendido la tele en estos días, pues no la suelo ver y tampoco quería llenarme de ruido, vivo lejos de España y de Italia, y aunque aquí han llegado quizá hasta con más fuerza las imágenes del Vaticano, la soledad te hace enfrentarte a lo que de verdad piensas y seleccionar las cosas que realmente quieres.

 

Me consta que Juan Pablo II ha sido una persona muy dedicada a su trabajo, que en muchas ocasiones ha defendido la paz. Pero estoy lejos de tenerlo como un refugio o figura paterna, sobre todo después de haber conocido a las figuras que de verdad me han ayudado. Debido a su rigidez y a su falta de compresión de ciertos aspectos de la vida humana  no se me ha figurado nunca como una figura cálida. Esa sonrisa suya y el acercamiento físico a los jóvenes me han parecido siempre un poco contradictorios, un poco extraños, como el cubrir el helado con chocolate caliente. Con la gente del Opus también me venía a la mente a veces esta imagen del chocolate derretido sobre el helado. Asimismo la visita de tanta gente al Vaticano creo que es un poco superficial. Y me ofende la presencia de líderes mundiales que han hecho tanto daño al mundo con su guerra, desobedeciendo al pontífice. Mucha gente se engaña a sí misma, en eso como en todo, e intenta tapar con un momento de gloria tantos otros de miseria.

 

Yo tengo que mejorar mucho, pero he preferido el silencio en estos días. Pido a Dios por un papa más abierto. Lo que he leído de Juan Pablo II, a pesar de las numerosas imágenes y alabanzas, me ha llevado a querer saber más de ese Papa del que todo el mundo guarda buen recuerdo, incluso intelectuales y personas muy críticas con la jerarquía de la Iglesia: Juan XXIII. No lo llegué a conocer, pero sabía un poco de él por artículos de Martín Descalzo, que lo recordaba a menudo. Parece ser que durante su vida intentó fijarse en las cosas más importantes y urgentes. Mostró gran valentía al comenzar una reforma tan fuerte de la Iglesia para intentar ponerla a la altura de los tiempos. Muchas personas piden por un papa como él.

 

En mi soledad me he imaginado una época futura en que se acepte una mayor participación de la mujer en la Iglesia y adopte una actitud más natural ante la sexualidad, que ya no sea tabú. Y he mirado con envidia esa época por no ser la mía, seguramente si hubiera nacido en esa imaginaria edad futura me habría ahorrado muchos sufrimientos, mi paso de niña a mujer, por ejemplo, habría sido menos traumático. No me habría sentido tan culpable ni habría tenido que torturar constantemente mi pensamiento para no querer ser castigada. Pero esta es mi época, con sus defectos y virtudes. La nueva supongo que traerá otras alegrías y problemas. Y no me siento tan sola, ahora, por ejemplo, existe Opus libros, y poco a poco encuentro personas en el ámbito profesional y personal que me ayudan a caminar hacia la vida.

 

A Juan Pablo II le debo mi respeto y admiración por logros conseguidos, por su infatigable trabajo y entrega a los demás. Se merece un feliz descanso, que Dios lo tenga en su gloria. Mientras, los demás debemos intentar hacer mejor la vida.

 

Un abrazo,

Camino










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