Tejemanejes financieros. Para Ana Azanza.- Idiota.
Fecha Sunday, 27 March 2005
Tema 120. Aspectos económicos


Querida Ana (18.03.05),
querid@s amig@s:

No es difícil descubrir que tú y yo no compartimos el mismo punto de vista acerca de la Obra y que yo me decanto más por posiciones como las de Aquilina e Isabel Nath. En mi opinión, se trata de una cuestión existencial que depende mucho de las experiencias que uno haya vivido durante su pertenencia a la Obra: unos estamos menos "quemados" que otros y, en mi caso particular, he optado conscientemente por seguir confiando en lo bueno que pueda haber en cada ser humano; ése es el motivo de mi "nickname". Por eso respeto tu experiencia y tu opinión y no pretendo entrar en una discusión sobre puntos de vista divergentes pero legítimos. Lo que sí quisiera es aclarar un par de puntos para evitar malentendidos acerca de mi propia posición...

Dices: "Yo no creo que la imagen del opus sea tan buena en la Iglesia como dice 'Idiota' en su mensaje." Lo único que mi mensaje pretendía era contestar a la pregunta de Ottokar (14.03.05) sobre "cómo y por qué se paraliza el sistema de defensa de la Iglesia cuando se trata del Opus Dei". En ningún momento he pretendido hacer afirmaciones acerca de la extensión que tienen las moléculas inhibidoras del sistema de defensa de la Iglesia. Parece obvio, sin embargo, que las "moléculas" en cuestión no necesitan estar muy extendidas; basta con que estén bien asentadas en la Jerarquía de la Iglesia y, especialmente, en el Vaticano. Yo no sabría decir si hay miedo al Opus Dei; en España y algunos otros países, la Obra tiene una presencia tan grande que lo justificaría, pero en otros países "occidentales", sobre todo de la Unión Europea, su presencia es absolutamente marginal, como se entrevé en los resultados de la encuesta de Alfredo (18.03.05).

Escribí: "Por poner un ejemplo, a mí me tiene bastante sin cuidado la cuestión de los tejemanejes financieros: podrá haber asuntos en los que deba intervenir la justicia de un país, pero yo, personalmente, ni entro en la Obra ni salgo de ella por ese motivo. Es más, no niego la importancia de ese tipo de argumentos, pero pienso que insistir demasiado en ellos podría ser contraproducente, puesto que, por un lado, no tocan el meollo de la cuestión y, por otro, el menor error en lo referente a los hechos puede utilizarse en contra de quien los esgrime." Creo que hay que distinguir dos niveles en la argumentación. Por un lado, admito la existencia de "tejemanejes financieros" y la posible necesidad de una intervención de la justicia de un país. Por otro lado, me pregunto acerca del papel que estos hechos pueden tener en una argumentación cuyo fin sea hacer ver los problemas de la Obra a sus miembros y a la Jerarquía de la Iglesia.

Ese papel puede ser positivo en la medida en que estén cuidadosamente documentados y apunten al "meollo de la cuestión": la separación entre espíritu y praxis. Pero también puede ser negativo (molécula 6) en la medida en que no se documenten bien y no apunten a la separación entre espíritu y praxis. El primer punto me parece obvio: si, a partir de algunos datos sueltos, se postula un gran "contubernio", una gran "conjuración internacional", se pierde credibilidad. El segundo es más difícil: en mi opinión, no son muchos los que se hayan salido meramente por conocer algún "tejemaneje financiero"; la mayoría se sale por la separación entre espíritu y praxis que es la raíz del "tejemaneje". El mismo "ex numerario USA" que citas no se fue sobre la marcha y confiesa claramente que lo que le angustiaba era la separación entre espíritu y praxis: "Nuestra razón de ser y posición en la Iglesia era enseñar al mundo c[ó]mo convertir el trabajo profesional en oración. Y mediante este trabajo profesional convertido en oración se participaba en la creación comenzada por Dios y a través de El realizada. Mi experiencia es que como Tesorero de la residencia, los directores pusieron sobre mis espaldas un trabajo profesional que no podía santificarse." (Diecisiete años en el Opus Dei, cap. 3)

El problema que apuntaba en mi mensaje es que la raíz de los males, es decir, la separación entre espíritu y praxis, es tan sutil y tan difícil de explicar (sobre todo a los que nunca han sido de la Obra) que se puede caer en la tentación de evitar la raíz de los problemas y fijarse únicamente en las consecuencias, sobre todo si parecen tener más entidad que la raíz. A más de uno le gustaría acusar a la Obra de ser una mafia, pero hay diferencias muy importantes que, en mi opinión, no se deben ocultar: los miembros de una mafia entran a forma parte de ella con el objetivo de realizar acciones "malas" (fuera de la ley y de la moral); los miembros de la Obra entran a formar parte de ella con el objetivo de realizar acciones buenas y... acaban sufriendo o realizando acciones "sutilmente malas" (que se pueden resumir bajo la etiqueta de "manipulación de la libertad propia y/o ajena"). Unos se dan cuenta de esa contradicción y otros no, puesto que las acciones, como digo, son "sutilmente malas", es decir, no se advierten directamente como malas y, lo que es peor, se suelen justificar con motivos pseudo-sobrenaturales (entrega, obediencia, pobreza...).

En cuanto a los "tejemanejes financieros" en concreto, sería muy interesante recoger experiencias y datos concretos de personas que hayan ejercido de secretari@s de consejo local o de administrador@s de gobiernos regionales o bien hayan estado trabajando en el entramado de fundaciones y ONGs que poseen los inmuebles en donde se lleva a cabo la labor o que financian la labor sobre todo en los países menos desarrollados. Yo no he tenido jamás un cargo así y nunca he sabido nada; siempre he tenido la sensación de echar chorros de dinero a un agujero negro sin fondo en el que desaparecía todo sin dejar rastro. El único consuelo que quedaba era que, de vez en cuando, uno podía acudir a un pequeño grifo que te llenaba el bolsillo con un par de euros o lo que fuera.

De todas maneras, pienso que hay que hacer algunas distinciones. Para empezar, el hecho de que uno, presuntamente con total libertad, entregue todo su sueldo a "la Obra" o, mejor dicho, al secretario del centro y/o a la institución gestora de la labor en cuestión, no tiene por qué ser en sí algo malo: los religiosos llevan abandonando sus bienes de modo análogo desde hace siglos. Sin embargo, de ese hecho se pueden derivar consecuencias negativas o malas. Desde el punto de vista del que entrega sus bienes, en el plano psicológico, se fomenta su irresponsabilidad económica; en el plano social, se fomenta su dependencia económica con respecto al entramado de obras corporativas y "labores personales" de la Prelatura. Desde el punto de vista de quien recibe esos bienes, se puede dar el caso de que se utilicen para fines ilegales o inmorales.

Las anécdotas de Carmen Charo (16.03.05) y de Labuhardilla (14.03.05) se originan, en mi humilde opinión, en la irresponsabilidad económica generada en ambas partes por la práctica de un presunto "desprendimiento". (No quiero arrogarme la autoridad de juzgar si, además, hubo mala intención.) Por ejemplo, en ocasiones, un numerario podría ser acusado de haber robado el coche que utiliza porque, si lo para la policía, no sabría decir a quién pertenece. En concreto, sé de un coche que siguió estando a nombre de un cura que llevaba años viviendo en Roma. (Y a las chapuzas con coches podríamos dedicar una buena tira de tertulias.) "Last but not least", ése también es el origen de nuestro despiste con los testamentos (11.03.05).

El destino de los bienes que entregamos es otra cosa. A mí no me consta que se hayan dedicado a fines abiertamente criminales; lo único que me entra en la cabeza es que las instituciones que han recibido nuestro dinero hayan recurrido a toda clase de trucos legales o ilegales para reducir su carga tributaria por una mal entendida "pobreza" (y, posiblemente, ése fuera el fondo de los "tejemanejes" descritos por el "ex numerario USA"). Y, si los bienes se han dedicado a cubrir los gastos de los directores y sacerdotes a quienes sosteníamos, del centro en que vivíamos, de las labores apostólicas en las que trabajábamos, de las necesidades de personas y labores de otras circunscripciones etc., no veo que haya nada especial que decir: es lógico que, tras abandonar la Obra, haya quienes se arrepientan de haber entregado ese dinero; pero eso no basta para acusar a la Obra (molécula 5). El hecho de que en esas labores se produzcan hechos como, por ejemplo, presiones proselitistas, con los que ahora no comulgamos, es lógicamente independiente de la cuestión del dinero, puesto que es imaginable que haya labores apostólicas en las que no se den ese tipo de hechos, como de hecho las hay bajo la dirección de órdenes religiosas o de organismos diocesanos.

Todavía tengo que contestar a Dionisio (18.03.05). Sólo quisiera apuntar una cuestión que, si me animo, desarrollaré con más detalle en otra ocasión: hasta ahora, yo siempre había creído que era "el Opus Dei" el que le sacaba dinero a "la Iglesia" y mira por dónde...

No os canso más. Un abrazo a tod@s y hasta la próxima

Idiota





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