Opus Dei e Iglesia.- Jesús F.
Fecha Monday, 14 March 2005
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Ya algunos participantes asiduos de esta página (José Carlos, Melqui y Marypt) han mostrado su incorfomidad con las críticas que se han dirigido a la Iglesia. El argumento de fondo es que opuslibros no es una página contra la Iglesia, sino sobre el Opus Dei.

Creo que todos comprendemos con claridad esto último. Se quiere evitar la confusión en que algunos incurren, identificando el Opus Dei con la Iglesia. Para ilustrar esta confusión basta mirar los correos de los llamados "infiltrados" (que ciertamente se presentan muchas veces como miembros de la Obra, pero es difícil creer que en algunos casos lo sean verdaderamente). Ellos comienzan por mostrar su furia y desprecio, después muestran preocupación por las almas que pudieran perderse por causa de esta página y concluyen con una lapidaria amenaza de condenación que sólo puede evitarse mediante sus rezos. Es claro que estas personas, al menos inconscientemente, identifican la Iglesia con el Opus Dei.

Esta identificación persiste, creo, en la mente de alguno que otro que ha abandonado la Obra. Por eso a veces se leen correos sumamente irritantes, que bajo pretexto del Magisterio parecen desintersarse de los sufrimientos ajenos o al menos restarles importancia. Está siempre delante el espejismo de una institución que ha sido aprobada por la Iglesia católica. Cómo una institución reconocida podría identificarse con una secta con prácticas criminales?

Por ahora no quiero argumentar contra este razonamiento. Quiero más bien llamar la atención sobre otro hecho, que ha sido subestimado o silenciado a veces: Una experiencia negativa en el Opus Dei no puede menos que provocar, al menos por un momento, una terrible conmoción en nuestra fe católica.

No creo que se trate de simples "divagaciones", de "aproximaciones superficiales", ni de pretextos para cambiar el tema principal de la página. Hay que preguntarse sinceramente y responder sin mentiras: No es terrible el silencio que guarda la lglesia Católica ante las acciones reiteradas del Opus Dei? No es terrible la celeridad con que se ha canonizado al fundador de la Obra, lo cual es a decir verdad poca cosa en comparación con el silencio ante las prácticas que todos conocemos?

Yo también, como muchos aquí, me he preguntado si Juan Pablo II no es víctima de una ilusión fundada en un montaje genial. Para ser honesto, creo que es muy ingenuo pensar que las cabezas de la Iglesia no están enteradas del asunto. La cuestión es entonces: Simplemente hemos generalizado unas cuantas experiencias negativas, mientras que la "verdad" y la "santidad" de la Obra persisten, al grado de que el mundo no la merece, como dijo el actual Papa?

Por otro lado, el salir de la Obra no puede menos que producir un encuentro con el mundo real y por consiguiente una visión distinta y a veces renovada. El Opus Dei, con el apoyo de la Iglesia, se ha mostrado siempre cercano a los intereses de los poderosos, como lo muestra su historia, en la misma España y en Latinoamérica. Ha producido con abundancia "monstruos", por así decirlo, repletos de arrebatos místicos, que rezan rosarios, que tienen contacto directo con Dios Padre, pero que muestran una completa indiferencia por el prójimo, cuando éste es, a mi juicio, el núcleo del mensaje evangélico. El Opus Dei además no se ha abierto al mundo, y creo que refleja mucho de lo que es la Iglesia actualmente.

Como católico, es difícil no caer en una especie de esquizofrenia. Por una parte se quiere permanecer fiel a la Iglesia, por otra parte se ve con claridad como ésta se mueve por intereses que uno desconoce. Detrás de esta sublimación del Opus Dei por parte de la Iglesia, me parece que hay toda una política y un conjunto de intereses nada sobrenaturales.

Para concluir, tan sólo quiero resumir mi idea principal: Si bien la página hace muy bien en indicar que la crítica al Opus Dei no es equivalente ipso facto a una crítica a la Iglesia, como muchos se figuran, sería erróneo pensar que las experiencias en el Opus Dei no traen consigo un cuestionamiento de la Iglesia, de su historia y de su presente. Por eso mismo quienes piden que uno se concentre exclusivamente en el Opus Dei, parecen ignorar que éste no se comprende, para bien o para mal, sin la Iglesia. Quizá la solución consiste en buscar la Iglesia no en sus cabezas, en la Verdad del Magisterio (esas palabras las usan como armas para aplastar a sus enemigos los auténticos fanáticos), sino en la vida de muchos que a pesar de todo siguen practicando el mensaje evangélico, cerca de los pobres, de los oprimidos, de las víctimas del odio y de la violencia. Creo que ellos son la verdadera Iglesia, y no los ideólogos de la Congregación de la Fe y sus alumnos incondicionales e incapaces de reflexión crítica.

Jesús F.









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