COMO LA OBRA HACE SUFRIR A LAS FAMÍLIAS (III).- Marypt
Fecha Friday, 11 March 2005
Tema 080. Familias del Opus Dei


Cap.3

COMO LA OBRA HACE SUFRIR A LAS FAMILIAS

(Enviado por Marypt el 11-mar-05)

 

III – Familias, numerarias y directoras

1. Las familias donde existe una numeraria (lo mismo sucederá en las familias de numerarios), tienen que aprender a vivir "para bien o para mal" con la presencia oculta pero continua de las "directoras de esa numeraria".

Si la numeraria todavía es muy joven y vive en casa de los padres, la interferencia en la vida familiar de, por lo menos una directora, es diaria, porque la joven numeraria tendrá que "consultar", esto es, tendrá que pedir autorización por todo y por nada;

-La familia va a pasar el fin de semana al campo; la numeraria telefonea al centro para preguntar qué debe hacer; invariablemente la respuesta será que se debe quedar en la ciudad para participar en alguna actividad de formación o de apostolado...



-La numeraria les dice a los padres que no piensa acompañarlos, intentando mostrar que se trata de su propia voluntad. Los padres contrariados, insisten y la hija admite que "ha optado" por hacer lo que la directora le ha indicado; o sea, que es está "controlada a distancia";

-Durante los días de diario, las cosas no son muy diferentes: cuando terminan las clases, la numeraria va al centro de la Obra; telefonea desde allí para decir que se queda a cenar. Cuando el padre llega a casa se pone hecho una "furia" y va a recogerla en el coche "porque no son horas para que ande sola en los transportes públicos";

-Ya en casa, la hija promete que no sucederá lo mismo al día siguiente;

-Al día siguiente se queda en casa, pero con el encargo de hablar a todas las amigas para que vayan a la meditación del próximo sábado; entonces ocupa el teléfono de la casa e intenta hablar sin que los padres y hermanos se den cuenta de que va a "abrasar" a las amigas para que acudan a las actividades de la Obra; 

-Cuando acaba de las llamadas, es la directora del centro la que le telefonea a ella para decirle que el día siguiente no debe faltar a la meditación porque ese día es fiesta de la Obra;  

-Para cumplir el mandato, la joven numeraria tiene que levantarse dos horas antes de lo habitual y salir de casa casi a escondidas; después de la meditación y de la misa, se irá a clase, con mucho sueño...

-Los padres, en casa, intentan adivinar a qué hora se habrá ido y se preocupan con la falta de descanso y con la "exageración" de toda una vida;

-Y esto sucede durante un mes, dos meses, doce meses, hasta que un día, finalmente, se va a vivir a un centro. 

 

2. Ahora la numeraria ya está "del lado de allá". Para verla, la familia tiene que contar nuevamente con la omnipresencia de las directora, La hija dijo que iría a comer con sus padres y hermanos el domingo; la madre ha telefoneado tres veces para saber cuál es la respuesta; le contesta simplemente: "tengo que ver"; lo que significa, "tengo que consultar con la directora", lo que es igual a "tengo que pedir autorización".

 

Finalmente, el sábado por la noche, la joven numeraria telefonea para decir que, al final, no podrá ir a casa... Los padres no se conforman y vuelven a insistir el domingo por la mañana, exigiendo hablar por teléfono con la directora. La directora acepta "dialogar" y, después de un diálogo bien amargo, acaba por "autorizar" a la numeraria a que vaya a comer a casa de los padres.

 

Al ir a comer, la numeraria aprovecha para pedir dinero para pagar el curso anual (el coste se aproxima al de un hotel). Los padres responden negativamente porque ella se fue de casa contra la voluntad de ellos; los ánimos se exaltan, la hija empieza a llorar en cuanto los hermanos pequeños se asustan por el hecho de de que la hermana "está haciendo daño a mamá" y "ya no quiere vivir en casa".

 

Esto se repite casi todas las semanas, casi todos los meses, hasta que la numeraria consigue su autonomía económica.

 

3. En ese momento, finalizados los estudios universitarios y el centro de estudios, las directoras deciden enviarla a otra ciudad. La numeraria se lo comunica a los padres, los que le preguntan cómo va a sobrevivir en esa nueva ciudad; ella responde que va a dar clases de secundaria... Los padres se quedan espantados, porque la hija siempre les había dicho que no quería ser profesora. La numeraria les dice que ha cambiado de ideas (léase, "las directoras le dijeron que debía hacerlo porque así entraría en contacto con chicas jóvenes con las que podría hacer apostolado"). Pero nunca dará a entender que la indicación fue exterior a su voluntad. La numeraria debe hacer suyas las instrucciones de la directora, de tal modo que pasa a ser un "alter ego" de la directora.

 

4. Una vez lejos de la familia, será todavía más difícil conseguir que vuelva a casa de los padres. Estará siempre ocupadísima; y las vacaciones las utilizará para el curso anual en una de las casas de retiros de la Obra.

 

Con suerte, cuando viaje de un sitio a otro, podrá ver a los padres durante unas breves horas. Con suerte, eso podrá suceder una vez al año... Mientras, escribirá una carta de vez en cuando y, al principio, sólo hablará por teléfono sin son los padres los que telefonean... "porque la Obra es una familia numerosa y pobre"  y por eso no se usa el teléfono... Esta regla podrá ser hoy un poco menos rígida pero, básicamente, continua en vigor, ya que si se hacen las cuentas, telefonear a los padres cuesta más que una carta, un sobre o un sello de correo... 

 

Los padre se van conformando... Cuando toman la iniciativa de telefonear, siempre corren algún riesgo: del otro lado responden cortésmente que la hija está "ocupada en una reunión"; dos horas después, responden que está cenando y no se le puede interrumpir.  Entonces, el padre pierde la paciencia y exige hablar con la directora del centro a la que le recuerda su derecho a hablar con su hija ¡cuando lo crea conveniente!

 

Al apercibirse de la "oposición que los padres hacen a la Obra", la directora del nuevo centro va cediendo un poco y dejando que la numeraria se levante de la tertulia  o que se retrase en el examen de conciencia en el oratorio.

 

5. A veces surgen situaciones especiales en la vida de una  numeraria o en la de su familia. Entonces aumentan también las intromisiones de las directoras. Relato algunos casos a los que asistí personalmente:

 

-Una numeraria tuvo que ser internada con urgencia en un hospital y someterse a una operación muy delicada; la directora del centro se responsabilizó de todo y fue dando información a los padres. Estos, lógicamente, estaban muy preocupados y querían hablar personalmente con el médico, pero nunca lo consiguieron porque la directora se encargaba de impedirlo...  Como estaba permitido que se quedara alguien a dormir en el hospital, la pobre madre intentó por todos los medios quedarse ella a acompañar a su hija. La directora le dijo que sí, pero sólo la primera noche. Después serían  sus hermanas de la Obra quienes la acompañarían... El problema es que estas "hermanas espirituales" apenas una conocía a la numeraria hacía más de un año; las otras eran casi desconocidas para la numeraria, la cual, estando sufriendo muchísimo, acabó por pedir que dejasen a su madre que se quedara con ella todas las noches...

 

-Otra numeraria portuguesa estuvo tres años en el Colegio Romano de Santa María cerca de Roma, sin nunca ir a Portugal o haber estado con la familia “de sangre”. El día que regresó a su país, estaban en el aeropuerto muchos familiares, pero también una directora regional y otra del centro donde iba a vivir... Cuál no sería mi asombro, al ver que las dos directoras “se tiraron” a los brazos de la numeraria en cuanto llegó a la sala de desembarque, dejando a los padres en segundo plano, quedando a la espera… Y, después de haber cumplimentado a toda la gente, la numeraria se fue al centro y los padres a su propia casa. Por fin, después de tres años, les dejaron estar con su hija 10 minutos ¡y rodeados de personas de las obras!

 

6. Por eso no es de extrañar que uno de los más antiguos supernumerarios portugueses (ya fallecido) –con varios hijos numerarios- le hiciera la confidencia a mi padre del que era amigo, que: "El Opus Dei es una cosa muy buena, pero, en cuanto padres, ¡nos da cada disgusto...!". Se refería en concreto al hecho de que, en el día de su jubilación académica, una de las hijas numerarias se había desplazado a la ciudad donde él vivía, pero no había tenido disponibilidad para comparecer en el homenaje de su jubilación... mientras que mi padre para estar presente, sólo como amigo, hizo a propósito un largo viaje.

 

IV – Familias, supernumerarias y directoras

 

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