Obediencia inteligente.- José Antonio.
Fecha Wednesday, 09 March 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


Emejota (6-3) contó una anécdota de apostolado forzado, a la que siguió la de Dionisio (7-3) con su extraña misión apostólica no menos forzada, y yo voy a contar otra todavía más absurda, para que se ría quien pueda (los ex, claro está) y reflexione quien quiera (los in, por supuesto, y los que estén siendo acosados con supuestos mensajes divinos).

Vamos allá.

El que en ese momento era mi subdirector del centro de estudios me llamó a un aparte y me dijo si tenía algún plan para el fin de semana... le dije que no, y entonces me dijo que él tenía un plan para mí.

Al parecer otro numerario de mi grupo – J.Antonio- había organizado una acampada con tres amigos suyos en un pueblecito situado a unos 50 kilómetros de la capital, pero por alguna razón de última hora él no íba a poder asistir y el plan apostólico (¿?) -según el subdirector- había que aprovecharlo... así que me tocaba a mí irme de fin de semana en tienda de campaña con tres universitarios que no conocía, ni venían por el centro, ni estudiaban la misma carrera que yo, ni estaban por la labor (ésto lo supe después)...

Mi tímido comentario de que yo no les conocía no sirvió de excusa, y la sugerencia de que cambiasen el plan para otro fin de semana en el que J.Antonio pudiera asistir no fue atendida.

Así que el plan se me adjudicó; J.Antonio me llevó el viernes por la tarde al pueblecito en cuestión, me presentó a sus amigos, y se volvió a Valencia. Por el camino me informó que sus amigos no tenían costumbre de ir a misa ni de rezar... y se estuvo riendo cariñosamente de mi situación porque aquello no tenía ni pies ni cabeza...él lo entendía, incluso le parecía que no estaba bien hacerle eso a sus amigos, pero el que mandaba era el subdirector y nosotros nos limitábamos a obedecer... Los dos nos reíamos por el camino comentando que aquello no tenía sentido y que se iba a producir una situación tensa... Finalmente me dió las llaves de una casa viejísima que sus padres poseían en la localidad, para asearnos y para resguardarnos en caso de que lloviera... La casa estaba deshabitada desde hacía muchos años, y no reunía condiciones para vivir allí, pero bueno, permitía dormir bajo techado en caso de necesidad, aunque fuera en el suelo, cosa que finalmente hicimos tras la primera noche en tienda de campaña,  porque llover no llovió pero cayó una helada de las que hacen época... de manera que durante la larga noche –mientras escuchábamos el viento y soportábamos el frío- decidimos que al día siguiente dormiríamos bajo techado.

El plan fue desastroso...Aquellos muchachos estaban tan sorprendidos como yo por la extraña situación en la que nos encontrábamos y no estaban dispuestos a dejarse evangelizar así, de golpe y porrazo, por un tío del opus al que no conocían de nada.

A lo que yo hice lo llaman en el opus obediencia inteligente. 

José Antonio









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