Queridos colegas:

la primavera está llegando ya en el sureste de México y las flores del maquilis (Tabebuia rosea) caen como una nevada de copos grandes y rosados cuando el paseante camina por las avenidas arboladas de Villahermosa. Quizá por eso me he puesto romántico, he leído los mensajes que me faltaban de los últimos días y, al hilo de un mensaje de EBE, me  he acordado de un tema que ya me producía repelús cuando era opusino: el exceso de antídotos.

Un antídoto es un medicamento o remedio que se aplica para contrarrestar la acción de un veneno. El recordar y relatar las cosas malas en el Opus Dei es como un antídoto: a veces porque permite a los que han sufrido una mala experiencia el desahogo o la racionalización que necesitan; para los que acuden a estas páginas, porque pueden tener una información fidedigna que complementa y equilibra la información que da de sí mismo el Opus Dei en sus páginas web y publicaciones; para los lectores habituales porque analizar los mecanismos que nos han dañado nos puede ayudar a reparar el estropicio.

Tomar antídoto sin haber tomado el veneno puede ser tan dañino como el mismo veneno. En cambio, para alguien muy envenenado, una dosis alta de antídoto es lo más recomendable.

Bueno, todo esto son disquisiciones, porque aquí cada uno escribe lo que quiere, lee lo que puede, y se aplica la farmacopea que le parece. No podemos pretender controlar  lo que se escribe, lo que se lee, ni las dosis ideales de veneno y antídoto que circulen por la web. Me parece que tampoco es un asunto demasiado dramático, sobre todo después de las aportaciones de los últimos días: ¡Que nivel, Maribel!

Después de haber dejado constancia de semejante perogrullada me está saliendo humo por las orejas. Me parece que me voy a dar otro paseo primaveral y a ver a los pájaros carpinteros, las garzas, los pijules, las jacanas y los sinsontes en la Laguna de los Cocodrilos.

Saludos cariñosos a todos y que os llegue pronto la primavera.

Zuri