Querida Isabel,
Acabo de leer tu último escrito. Le pides a Aquilina que te deje firmar con ella su escrito. Pues yo te pido que me dejes firmar el tuyo. A mi no me echaron, me fui. Es la única diferencia. No quitaría ni pondría una coma de tu escrito. Me has ahorrado el trabajo de escribir lo que pienso.
Muchas gracias,
Eutimio