Mi relación con el Opus Dei.- Homer Simpson
Fecha Friday, 25 February 2005
Tema 900. Sin clasificar


Voy a intentar contaros brevemente mi experiencia y relación con esta…digamos “cosa” de difícil etiquetación, por si puede servir a alguien para entender mejor qué es realmente el Opus Dei.

 

He decidido contarlo de manera divertida para que sea más ameno, pero eso no quiere decir que las cosas que voy a narrar sean irreales o exageradas, os aseguro que todo es cierto aunque lógicamente no aporte datos concretos...



Aunque no he pertenecido estrictamente al Opus, he tenido mucha relación por haber ido a uno de sus colegios y también por trabajar en una de sus empresas controladas. Os contaré por tanto las dos etapas por separado.

 

 

Colegio

 

A la temprana edad de 5 años ingresé en un colegio de la Obra (para los no familiarizados en la materia les aclaro que esto no significa que mi padre fuera albañil, y que en su “obra” hubiera un colegio para los hijos de los empleados de la empresa constructora). Mis padres tomaron esta decisión sin tener ninguna afinidad con el Opus o vocación religiosa pseudo-fundamentalista. En aquella época era un colegio con muy buena fama en cuanto a su calidad educativa y eso a los pobres les bastó para pensar que sería bueno para mí.

 

Voy a intentar resumir los conceptos educativos que aprendí:

 

1. El sexo no existe (de hecho nunca me hablaron de ello, os lo aseguro).

 

2. En caso de que te hablen de sexo debes aplicar el criterio anterior sin demorarte, al margen de confesarte por haberlo oído y darte una ducha de agua fría al más puro estilo “Mao Tse-tung”.

 

3. Para enfadar al demonio cuando te acosa con una tentación tienes que decir: “Creo en la transubstanciación” (es la transformación del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo durante la Eucaristía), ¡Manda huevos! como diría el opusino Sr.Trillo. Con esa declaración al parecer Satanás se retuerce en su infierno y es lo que más le puede molestar. Lógicamente como niño piensas que debe ser una palabrota tremenda, pero aceptada, con lo cual te sientes a la vez un cachondo por decirlo mientras acabas con el imperio del mal.  Posteriormente tus amigos del barrio te tildan de “gilipollas” y te devuelven a la realidad.

 

4. La confesión es un acto extremadamente complicado, ya que tienes que dar tanto detalle que se debe preparar como un examen final. Reconozco que alguna vez me tuve que llevar una chuleta al confesionario porque era imposible memorizar todos mis pecados; haberle visto la entrepierna a la Barbie de mi hermana (que por cierto vaya decepción), haberme fijado en el busto de Mayra Gómez Kemp mientras presentaba el 1,2,3, haberme comido una tableta de chocolate con gula (que yo confundía con el simple hambre), haber dudado de la existencia de Dios (es decir, no me lo podía ni cuestionar), haber hablado en clase, etc. Vamos, lo que se dice una sarta de pecados contra la humanidad que vulneran la Convención de Ginebra. Pero lo más gracioso era la “lotería de la penitencia”, es decir, podías haber liado la de “San Quintín” que te hacían rezar sólo un Avemaría y ya estaba, pero sin embargo otro día te confesabas por trámite para que no se mosquearan (no teniendo además apenas pecadillos), y te caía una Salve, un Credo y tres Padrenuestros, ¡no había quien lo entendiera!

 

5. Los estudiantes del colegio estábamos destinados para la gloria absoluta y éramos una especie superior a todas aquellas personas que no tenían nuestra condición. Es más, los otros  eran unos pobres desgraciados que no amaban a Dios y por eso eran de una clase inferior. Y si lo amaban, también eran de clase inferior, porque aunque tuvieran buen corazón no portaban nuestro estilo y perfección, por ello aunque estuvieran en el mismo barco de la salvación ellos debían ser los que “remaran”.

 

6. Las actividades extraescolares eran un fraude. Cuando alguien te proponía alguna había que escaquearse enseguida. Una vez me ofrecieron ir a jugar al fútbol y claro, uno iba encantado… El problema es que antes del partido te tragabas una Misa, luego una plática, y para rematar una tertulia con “fulanito”, y luego si daba tiempo le dabas unas pataditas al balón. ¡Vaya engaño! Gracias a la comunicación entre compañeros sabíamos cuando era una actividad fraudulenta, manteniéndote al margen de forma sibilina para que no te dieran la chapa con que estaban preocupados con tu utilización del ocio. Eso no quiere decir que me librara de las convivencias obligatorias, romerías, etc. que tocaban por ley, y ahí te las comías con “patatas”.

 

7. A pesar de tener uniforme en el colegio, si en los complementos no llevabas artículos de marca, y no de cualquier marca, eras totalmente despreciado por el grupo.

 

8. Las únicas mujeres que existían eran las señoras de la limpieza y las del comedor. Por cierto, las pobres iban vestidas bien recatadas al más puro estilo “Isabel de Farnesio” para que no nos provocaran las muy impuras descendientes de Eva.

 

 

Gracias a mi entorno exterior, tanto en casa y como con mis amigos del barrio, logré contrarrestar muchos de estos conceptos que me habían inculcado, y finalmente decidí cambiar de colegio y hacer el antiguo BUP en otro sitio mas cercano al mundo real, como al que iban mis amigos.

 

Como era muy buen estudiante (aunque un poquito rebelde en actitud pero sin ser de los cafres) a mi padre no le querían dejar que me marchara cuando fue personalmente a hacer las gestiones del cambio. De hecho le ofrecieron una beca si quería y le dijeron que bajo ningún concepto podían permitir que me fuera. A mi padre se le quedó una cara de alucine que no os podéis ni imaginar, mientras se tragaba las diferentes charlas e interrogatorios (creo que sólo faltó la música de Wagner y el foco en la cara). Fue en ese momento cuando mi padre paró el carro, descubrió que esa ¿secta? no era lo mejor para mí y directamente se marchó con mi libro de escolaridad.

 

Gracias a eso terminé mis estudios de una manera más normal y aprendí todas las cosas que me habían ocultado y/o engañado sobre la realidad de la vida. Posteriormente realicé mi carrera universitaria, y luego, casualidades del destino, cuando comencé a trabajar volví a meterme sin querer en el cogollo de la “cosa nostra”.

 

 

Trabajo

 

Reconozco que tras la etapa escolar con el Opus no salí quemado como le pasa a otra gente, no compartía muchos de sus criterios pero no me consideraba una persona anti-opus, sencillamente pasaba de ellos. Sin embargo, ha sido mi etapa profesional la que me ha hecho convertirme en un verdadero activista en contra del principal poder fáctico de este país.

 

Hay que reconocer también que mucha gente que se pega a los auténticos “opusinos” no son verdaderos simpatizantes de conciencia de la organización, pero se “ajuntan” por motivos de contactos e influencias, por ejemplo el caso de los másters del IESE o la Universidad de Navarra, esta su última etapa de recolección de altos profesionales para la causa, lo que pasa es que la gente está más madurita y se escaquea o finge mejor. Aunque algunos pasan por el aro por convicción, o como he dicho antes, por interés. Sean verdaderos cachorros o no del Opus, todos buscan el mismo fin: el poder y el dinero. Por supuesto no quiere decir que todo el que hace un máster en uno de sus centros sea así, pero os aseguro que hay pocas excepciones.

 

Nunca sabes quién es del OPUS porque lo llevan en secreto (a los que hemos estado dentro de su sistema no se nos escapa ni uno, pero el resto de gente alucina con lo que ve), pero voy a intentar resumir algunas de sus características para que sea más fácil identificarlos (obviamente no puedo dar datos ni nombres, pero los tengo):

 

-          Hablan en un tono muy bajito, se mueven sigilosamente y aparecen por sitios insospechados (ya sé que parece como si fueran fantasmas, pero a veces me he llevado cada susto que ni Nicole Kidman en “Los Otros”)

-          Generalmente y más en el caso de los numerarios, nadie o casi nadie sabe nada de su vida, si está casado o tiene novia, dónde vive, qué le gusta, etc. Lo único que no ocultan generalmente es su procedencia provincial.

-          Son Maquiavélicos por naturaleza, y entre sus cualidades más destacables están las siguientes: hipocresía, falsedad, clasismo, machismo, materialismo, egoísmo y envidia.

-          Básicamente sólo se relacionan entre ellos, intercambiándose favores y trapicheos en los diferentes sectores del poder en los que están (empresa, administración, política y justicia).

-          Son paracaidistas. Se les llama así porque de repente aparecen de manera espontánea en la empresa o departamento sin que nadie sepa de dónde han salido, dándoles además unas atribuciones y poder inadecuados a su experiencia.

-          Aparentan que son los que más trabajan y se esfuerzan, afirman sin escrúpulos que si no es por ellos la empresa se hundiría y dejan ver que el resto de los mortales son unos vagos estúpidos.

-          Su gestión de recursos humanos es tiránica, usurera (excepto para ellos) e intentan desligar a las personas de sus lazos familiares y de amistad para provocar una mayor dedicación a la empresa.

 

 

Gracias a Dios, salí de nuevo de ese agujero profesional y pude respirar otra vez oxígeno, pero reconozco que siento mucha pena por la gente que he visto humillada y que no han tenido la misma suerte que yo para salir de ahí.

 

En definitiva esta es mi experiencia y visión del Opus Dei.

 

Saludos,

Homer Simpson







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