Culto y creencia. Ensayo sobre las nuevas formas de religiosidad.- Jacinto Choza
Fecha Wednesday, 23 February 2005
Tema 900. Sin clasificar


 

 

Culto y creencia. Ensayo sobre las nuevas formas de religiosidad

Jacinto Choza - 2005

 

 

Introducción

 

 

            El libro que me gustaría escribir y cuya tarea ahora emprendo, versa sobre las creencias  que hay en la práctica de quienes se declaran no creyentes o bien, creyentes pero no practicantes. Porque creo que la mayoría de las personas de nuestra cultura son, más bien, practicantes pero no creyentes.

 

            Lo creo sinceramente. No con el ánimo de la antigua apologética que se empeñaba en demostrar que,  prácticamente todo el mundo es cristiano o tiene la fe cristiana. No. El ecumenismo actual tiende más bien a señalar una coincidencia asintótica, o articulable de otros modos, entre todas las religiones, y además reconoce la legitimidad y el derecho a ser ateo. Yo no voy a entrar en ese tema...



 

            Se pueden encontrar creencias en las prácticas de la gente que es practicante pero no creyente, y entiendo por tales la gente que celebra los nacimientos, las comuniones, las bodas, los funerales, los grandes encuentros de familia, los reencuentros y reconciliaciones... E esa es la forma originaria  de los sacramentos y del culto, y eso se hace sin pensar en qué es lo que uno cree mientras lo hace.

 

            Algunos de los colegas y amigos a quienes he consultado sobre la oportunidad de un libro así me han alentado. “Querido Jacinto, me gusta el planteamiento de tu nueva obra. Tanto el que lo publiques por capítulos como el enfoque: la antropología cultural tiene archidemostrado que la religiosidad es una cuestión vital y no meramente intelectual. Los practicantes ajenos al dogma y al normativismo, lejos de ser personas a las que "falta formación", como piensan algunos, son los padres de la Iglesia del siglo XXI, porque están restituyendo la vitalidad humana a un cristianismo de intelectuales y ascetas raritos. “Unbewust hochte lust!” (Tristán e Isolda; creo que se escribía así). Un abrazo fuerte, Gabi”.

 

            Algunos puntos de referencia que he tomado son los estudios de Durkheim Las formas  elementales de la vida religiosa, Van Genep. Los ritos de paso, Leonardo Boff, Los sacramentos de la vida, R.Panikkar,  Culto y secularización, J. Razinger, Introducción al cristianismo, R. Guardini, Las edades de la vida, y otros trabajos propios y ajenos, relacionados o no con temas teológicos y antropológicos, y que probablemente se irán citando en la elaboración de los capítulos sucesivos.  Menciono estos para suministrar una idea inicial del encuadre.

 

             No se trata de un estudio antropológico, ni se trata de un estudio teológico, porque aunque interesen las prácticas y ritos prehistóricos de construcción de la casa o de enterramientos, de fecundidad o de agregación del extranjero al grupo, interesan también los estudios sobre los sacramentos de la Antigua Ley, la historia de la disciplina de los sacramentos de la Nueva Ley, tal como la realiza José María González del Valle, Luis Arechederra Aranzadi y otros canonistas, civilistas e historiadores españoles a los que tengo en gran estima, y la creatividad “sacramental” de las modernas empresas de celebración de bautizos y comuniones, navidades,  homenajes y aniversarios, bodas, exequias fúnebres (como tanatorios y formas modernas de cementerios).

 

            En un libro anterior (Metamorfosis del cristianismo. Ensayo sobre la relación entre religión y cultura), dediqué algún epígrafe a las formas de religiosidad en las sociedades complejas y mencioné estos temas. En concreto, la religiosidad que puede percibirse en las olimpiadas, en otras ceremonias análogas de celebración de la unidad del género humano.


 

            Los teólogos y sociólogos de algunas universidades escandinavas (la de Uppsala entre otras), conscientes de que Escandinavia es la vanguardia mundial de la secularización, han dedicado también mucha atención a la religiosidad que late en los movimientos ecologistas, y eso también interesa aquí. Y por supuesto, los estudios realizados en el mundo anglosajón sobre  New Age.

 

            Otro punto de referencia que puede quedar establecido aquí, es que el proceso de secularización es natural, entendiendo por tal lo que ahora diremos. También ha quedado apuntada esta tesis en Metamorfosis del cristianismo, pero sólo apuntada.

 

            Hay varias maneras de entender la tesis de que el proceso de secularización es natural. La que en esta introducción interesa más aclarar es que la secularización resulta del simple proceso de institucionalización y crecimiento demográfico.

 

            Mientras mas compleja sea la institucionalización de un práctica y más se vincule a la estructura y poder administrativos, menos podrá ser asumida por las instituciones religiosas (las iglesias) y más abandonadas serán por las poblaciones mientras más intenso sea su desarrollo demográfico (Cfr. Alberoni, Movimiento e institución).

 

            Un ejemplo podrá aclararlo. Las empresas de Tanatorios y de lugares de enterramientos “privados” en Europa occidental y en América tienen cada vez más éxito porque las instituciones religiosas, las iglesias cristianas, no tienen en sus cuerpos administrativos suficientes hombres, suficiente organización, y suficiente dinero, para asumir la cantidad de exequias que hay que celebrar a diario en sus ciudades. A pesar del descenso del crecimiento demográfico en occidente, a pesar de la ampliación de la expectativa media de vida y a pesar del desarrollo de las ciencias médicas, las iglesias oficiales no dan a basto para hacerse cargo del ritmo diario de defunciones sin el concurso creciente de la empresa privada. Y, obviamente, la empresa privada sabe bien que “enterrar a los muertos”, no es una actividad tan trivial como vender motocicletas, y que no lo podrá hacer si no satisface las expectativas (¿religiosas o más bien cuasi religiosas?) de los clientes.

 

            Hace escasos años Pietro Prini escribió en Italia El cisma soterrado, y con esa expresión designaba el distanciamiento creciente entre la jerarquía y administración de la Iglesia católica  y sus bases sociológicas de creyentes de a pie. El distanciamiento lo refería a cuestiones como la pastoral de los divorciados, los anticonceptivos, o los preservativos, que, entre otras, eran las que estaban provocando el cisma entre cúpula y bases. En la polémica que se levantó en la prensa italiana, Gianni Vattimo y Enzo Bianchi, entre otros, le apoyaron mientras que G.. Mucci y Barbara Spinelli, entre otros, censuraban su debilidad en la fe.

 

            Esa polémica se situaba a nivel de superestructura, de ideas, de creencias oficiales y a nivel de prácticas gestionadas administrativamente. Lo que yo sugiero, y creo que el ejemplo de los tanatorios clarifica, es que el cisma, antes que al nivel super-estructural o ideológico, pertenece al nivel infra-estructural, al nivel demográfico, a los índices de crecimiento y de defunción. Y es a eso a lo que me refiero cuando digo que el proceso de secularización es natural.

 

            Ahora debo aclarar que secularización quiere decir aquí distanciamiento entre los creyentes y sus iglesias, o bien, abandono de las iglesias como institución administrativa por parte de sus fieles.  Y debo añadir que secularización no es lo mismo que pérdida de la religiosidad en general, y, ni siquiera, perdida de la fe predicada por las iglesias institucionales, aunque sí significa, desde luego, que los creyentes quedan sin cobertura institucional.

 

            Se trata de un problema que no se puede examinar aquí por extenso, y al que luego se dedicará más atención, pero que ahora  puede bosquejarse así solamente para suministrar una idea del posterior contenido.

           

            La utilidad y el interés que creo tiene este estudio pueden ser, entre otros, el de proporcionar un camino hacia las propias raíces culturales y religiosas, que en algunos casos puedan ayudar a vislumbrar  y a sentir experiencialmente el modo en que la práctica religiosa vertebra la propia existencia, remite a la antigua fe y reúne con los primeros creyentes. Pero entendiendo por primeros creyentes no solamente a Justino y Pablo de Tarso, y no solamente a Abraham y a Ismael, sino también a Noé y Melquisedeq, a los esquimales y fueguinos, iroqueses  y bantúes, neanderthales y cromagnones.

 

            La inspiración de este enfoque, en parte la debo al Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, en parte a algunos teólogos católicos y protestantes, en parte a algunos filósofos y a algunos antropólogos, en parte a conversaciones con amigos y colegas, y en parte a la correspondencia con algunos lectores.

 

            A todos ellos quiero dejar aquí constancia de mi reconocimiento.

            Sevilla, 18 de febrero de 2005.





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