Perdonar y ser perdonado.- José Carlos
Fecha Wednesday, 23 February 2005
Tema 040. Después de marcharse


He recibido un par de correos privados de sendos amigos de la web cuestionando que instara a los lectores de opuslibros a “Perdonar” (18-II).  Me dicen que Dios mismo no perdona en el sacramento de la confesión a los que no tienen dolor de los pecados y propósito de la enmienda, y Jesucristo afirmó que no se perdonarían los pecados contra el Espíritu Santo.  Es decir, que las disposiciones del penitente – el arrepentimiento sincero – son “conditio sine qua non” para recibir un perdón real y eficaz.

 

Por eso, alegan – como mi amigo José Antonio (20-II) – que si los miembros o directores de la Obra que han cometido errores y perjudicado a otros no se arrepienten y no ofrecen reparaciones, no se les puede perdonar.  Y para colmo, ahí aparece el bueno de Pedro Juan (18-II) en plan demostración práctica de lo que un miembro de la Obra puede llegar a herir a ex-miembros.

 

Esos amigos tienen razón.  Pero es que no diserto en mi escrito sobre si los que pecan son absueltos o no: no arguyo que Judas, Caifás, Herodes y Pilato hayan sido justificados.  Pretendo enfocar el asunto del perdón desde el punto de vista del herido y de su reconstrucción.

 

Jesús nos perdonó a todos – también a San Pedro, ejemplo mencionado por una amiga de la web por quien guardo respeto y afecto – colgado de la Cruz.  Si los que erraron quisieron o no acogerse a ese perdón universal, con su arrepentimiento y enmienda, es otra cosa distinta.

 

Sostengo que para que el alma llagada pueda recuperarse, ha de intentar asumir ese ideal y ofrecer el perdón.  Que aunque lo normal cuando se ha sufrido tanto sea dar lugar a la rabia, no es saludable entrar por ese camino.  Que abrir las puertas al comprensible resentimiento que respiran algunos correos no es constructivo para la persona, sobre todo si permanece.  Que el solaz que permita superar un pasado doloroso ha de pasar por el amor de Cristo, que incluye el perdón sin condiciones.  Que ese paso, nada fácil, es tremendamente liberador.

 

Admito que cuesta lo indecible, sobre todo cuando llegan correos como el de Pedro Juan; que si yo estuviera en la situación de algunos, seguro que no sería capaz por mí mismo; que puede llevar tiempo; pero estoy convencido de que la gracia existe para que podamos dar ese paso esencial.

 

No niego que hayan existido las ofensas – pongo ejemplos reales, que me creo a pie juntillas.  No excluyo que se hayan de buscar justas reparaciones.  Reconozco que hay que trabajar para que no vuelvan a suceder.  Siento en lo profundo de mi ser el dolor que profesáis tantas y tantos.

 

Pero también sugiero, por propia experiencia, que no todo es negro; y que presentar el mundo Opus Dei de forma exclusivamente negativa ni se atiene a la compleja realidad, ni ayuda a la renovación personal: porque es casi imposible perdonar al mal encarnado, y totalmente inútil perdonar a una caricatura virtual que con su sombrío absolutismo sustituye a la humana verdad del claroscuro.

 

Y quiero que quede claro que sólo busco ayudar, basándome en lo que conozco y en mis creencias razonadas.  Por favor, que nadie interprete otra cosa, pues no existe otra intención.

 

A Pedro Juan ya le han contestado muchos con gran acierto.  Yo sólo le quiero preguntar qué pretende con su intervención: ¿cómo crees que nos ayuda a los que fuimos tus hermanos?

 

Un abrazo,

José Carlos









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